Revista Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente
RIDCA - Edición Nº5 - Derechos de las Mujeres e Igualdad de Géneros
María Laura Lastres - Dora A. Mayoral Villanueva. Directoras
15 de julio de 2024
Inteligencia artificial y políticas públicas Vs infancias ¿Hacia un futuro incierto?
Autores. Lucila de Elizalde y Ricardo Zanfardini. Argentina
Por Lucila de Elizalde y Ricardo Zanfardini
Niñeces, hoy y ¿mañana?
Locke afirmaba que los niños son moralmente neutros, un papel en blanco; simbolizando con esto la expresión latina de tabula rasa. Desde aquí afirmaba que ellos no nacían con tendencias innatas, que no eran ni buenos ni malos y construirían su ser adulto en función de lo que experimentaran mientras crecían. También sostenía que la familia, básicamente los padres, podían moldear a sus hijos como quisieran a través de imitaciones, asociaciones recompensas y castigos, etc. Siguiendo esta creencia, sugería a los padres que premien a sus hijos con palabras bondadosas y aprobación; al mismo tiempo que les objetaba el castigo físico ya que creía que no fomentaba el autocontrol y, si, promovía el temor y la ira.
Sin duda alguna Locke aun hoy estaría vigente desde una mirada general y para una población general. Ahora bien, en la actualidad, los grupos vulnerados son cada vez más; las infancias cambiaron, las familias cambiaron y cuestiones estructurales como la pobreza generaron fracturas irrecuperables en el tejido social; donde el abuso infantil, el trabajo infantil, consumo problemático, el maltrato, la deserción escolar, el desempleo entre otras variables socioeconómicas prácticamente imposibilitan el desarrollo humano, social y educativo de un niño.
Como sabemos, el desarrollo de niñas y niños durante la primera infancia estará directamente vinculado a los estímulos que reciban y a los ámbitos familiares, educativos y socio-comunitarios en los que participen. Pero no podemos hablar de desarrollo sin preguntarnos ¿qué entendemos por necesidades en la infancia? ya que es fundamental que exista un equilibrio adecuado entre bienestar físico, psíquico y emocional, sobre todo en lo relativo a los contextos familiares, comunitarios, educativos; en especial los componentes de protección, nutrición, salud y educación. Esto proveerá a los más pequeños herramientas clave para su desarrollo, aprendizaje, crecimiento saludable y supervivencia. Y a esto debemos sumarle los espacios de cuidados, lugares donde pasan gran parte de sus días niños de 45 días a 3 años.
Nuestro país comenzó a considerar a la infancia como una prioridad en 1990 ratificando la Convención Internacional y en el año 1994 le dio rango constitucional; convirtiendo al Estado en garante irrestricto del cumplimiento de sus derechos, y designó a la sociedad civil en su conjunto como corresponsable de ese cumplimiento. Toda política pública social debe subrayar —vinculando la inversión social y la convicción política— que la protección integral de la infancia es fundamental para el cumplimiento de lo establecido en la Convención Internacional sobre los Derechos de los Niños, y que los niños son sujetos sociales con derechos específicos.
Pero, teniendo en cuenta que el bienestar de los niños es multidimensional, se deben considerar condiciones que garanticen, entre otras cosas, la atención a la salud, la nutrición, el desarrollo social, la educación y la estimulación adecuada. Dichas condiciones repercuten en una mejor inclusión en el ámbito escolar formal, en el desarrollo socio-emocional, en aspectos psicomotrices, entre otras manifestaciones positivas. Si no garantizamos estos derechos fundamentales, cualquier política pública está destinada al fracaso. Aquellos que trabajamos en infancias somos conscientes de que, si el trabajo que realizamos no se articula con el de otros actores (la sociedad civil, gobiernos municipales y provinciales, entes nacionales y la comunidad en general), nunca eliminaremos inequidades y desigualdades en las sociedades futuras.
La interesante trieja donde TECNOLOGIA-INNOVACION-ESTADO concluye en un concepto amplio de INNOVACION PUBLICA lo que implicaría, sin duda alguna; un desafío y una transformación sin precedentes si se aplica en segmentos poblacionales de alta vulnerabilidad social como el presentado por nosotros. Profundos cambios de organización política que construya programas y herramientas adecuadas a cada realidad pero que a su vez genere igualdad y equidad en las poblaciones destinatarias.
En nuestro país en el año 2016 se creo el Plan Nacional de Primera Infancia; aprobado por DECRETO N° 574/16: como una herramienta para garantizar el crecimiento y desarrollo saludable de niños y niñas en situación de vulnerabilidad social entre cuarenta y cinco (45) días y cuatro (4) años de edad inclusive, en pos de favorecer la promoción y protección de sus derechos. Esta fue la primer y ultima política innovadora en la historia de la infancia de nuestro país, lo que no quiere decir que haya generado el cambio necesario para abarcar las distintas problemáticas de niños y niñas, podemos hablar de un primer atisbo de innovación.
Al 90 % de los espacios de cuidados asisten niños y niñas que provienen de familias marcadas por una vulnerabilidad integral o algún tipo de vulnerabilidad, que también será un condicionante para una inclusión social positiva de niños y niñas desde los 45 días hasta su egreso al sistema educativo formal, por dos razones fundamentales la carencia de vacantes por un lado y/o las situaciones emergentes en sus familias (salir a trabajar/pedir, por ejemplo). Esta condición a partir de los 4 años, cuando ya no pueden participar de un Espacio de Cuidado, cercena cualquier posibilidad de desarrollo, sobre todo intelectual.
Los espacios de cuidados a la primera infancia son un claro ejemplo de liderazgos institucional comunitario impulsado por el Estado. Estos han incidido e inciden profesionalmente en el abordaje de casos tales como abuso infantil, maltrato y violencia de género y familiar, recayendo la profesionalización de este abordaje en prácticas humanizantes llevadas a cabo en más de % 96 de los casos por mujeres. Realmente la feminización de los cuidados en la infancia marca una significativa distancia de género. El género masculino en la atención a niños y niñas, vulnerables y dentro de ese rango etario, tarde o temprano genera en el microclima de las familias que asisten a los espacios de cuidados resquemores, generalmente infundados e imaginados, de cuestiones vinculadas a la sexualidad; que merecería un apartado especial en este trabajo.
Inteligencia Artificial e Infancias
Retomando conceptos de Alejandro Perfini en su exposición sobre Gobernanza donde menciona a la innovación como una ruptura con el pasado y el aprendizaje con una no repetición del pasado, nos preguntamos ¿de qué forma este segmento de personas puede o podría acceder a esto, si no pueden acceder al sistema de base?
Entendemos que la conceptualización de Perfini tiene que ver más con la Gobernanza pero no podemos dejar de vincularlo con nuestro tema ya que nuestro segmento queda excluido del sistema educativos por algunas de las razones mencionadas.
Pero para no ser extremistas vayamos, al contrario; acceden al sistema educativo y entendemos que la IA es importante en la Infancia porque habilitara en los niños y niñas un derecho que comienza a ser fundamental: el derecho a la información, al conocimiento, a través de herramientas de aprendizaje. Entendemos que una educación de calidad no tiene que ver con acceder a una escuela sino con un acceso pleno a todas aquellas herramientas y recursos que se necesitan para aprender. Ahora bien, ¿Como impactara, en este caso, la accesibilidad a herramientas de IA, robótica o tecnología de punta en un sujeto que al salir de ese espacio educativo vuelve a un mundo donde prevalecen familias que no accedieron a nada similar, que no tienen ocupación alguna, que en muchos casos no acceden a alimentos, a recreación o simplemente no motivan al niño/a positivamente para una formación innovadora y tecnológica? ¿De qué forma humanizamos la práctica de la IA en la cotidianidad de una familia vulnerable? ¿Qué lugar ocupara la frustración?
Queremos destacar que, en nuestro país, más de cuatro millones de niños, niñas y adolescentes menores de 18 años, viven en situación de pobreza. De ese total, un 39% son menores de 5 años. |
Niñas y Niños, hoy, interactúan permanentemente con productos/objetos inteligentes en sus vidas cotidianas que les resultan accesibles y de fácil “uso”, sin cuestionarse, por lógica de la edad; como lo hacen, como funcionan o simplemente que están utilizando algo que es Inteligencia Artificial.
Qué pasaría si aprovechamos este “saber usar” de los niños/as orientando las herramientas de IA en dos líneas: 1) Saberes propios de niñas y niños de esa franja etaria, 2) Instancias (actividades, programas, etc.) de aprendizaje específicos para estas niñas/as que a su vez incluya la importancia de la sociabilización, interactuación con otras personas para el desarrollo personal (es sabido que al automatización de practicas educativas y, sobre todo, lúdicas provoco problemas importantes de aislamiento en niñas y niños)
Educar a niñas y niños para que se desarrollen adquiriendo conocimientos que ayudaran a construir su futuro educativo y profesional es sin dudas un gran desafío y el primero que se deberá sortear es que sean beneficiarios y no víctimas de la IA, ya sea por no poder acceder o bien por la sobre exposición a la misma.
La primera infancia es el eslabón de la vida sobre el cual se basará el posterior desarrollo integral de una persona. Dicho esto, creemos o que uno de los desafíos presentes, de cara al futuro, debe ser la sensibilización y la concientización social primero de la familia sobre la importancia de esta etapa en la vida y la incorporación de herramientas tecnológicas en la educación de sus hijos. Aludimos en esto a la poeta chilena Gabriela Mistral con su famosa frase “El futuro de los niños es hoy, mañana puede ser tarde”.
Desde los Gobiernos no se informa sobre el avance de la tecnología en esta etapa de la vida, y cuando lo hacen, no saben cómo hacerlo, o no tienen claro qué es importante comunicar. En nuestro país, donde cada 24 horas las noticias político-sociales cambian de una manera única en el mundo, debería existir la Reinvención del Futuro expuesta por Marcelo Manucci en su texto “La Toma de Decisiones en Contextos de Incertidumbre” donde conjuga, la territorialidad, los desafíos, la comunicación y el fortalecimiento de vínculos como un cuarteto ideal para liderar cambios sostenidos y efectivos.
En Argentina no existe un gran pacto federal que genere el compromiso real de los gobiernos para trabajar fuertemente las problemáticas locales y/o regionales y muchas menos cuestiones vinculadas a lo tecnológico. Es fundamental la planificación de estrategias locales o regionales; ya no hablamos de infancia sino de infancias, lo que refiere a realidades distintas que merecen abordajes diversos, más aún si tomamos en cuenta la pobreza como parámetro de la discusión.
Por otro lado, en relación al ámbito socio-educativo y comunitario, que depende más bien de las áreas sociales de gobiernos u organizaciones de la sociedad civil, ¿tienen personal idóneo que pueda incorporar primero estas nuevas formas de conocimiento, información y/o educación? ¿La I.A orientada a la infancia, lo hará bajo la concepción de la Protección Integral de Derechos, el Interés Superior del Niño?
Por último, consideramos que las grandes problemáticas vinculadas a NyN con la I.A será:
- La escasa o nula profesionalización del personal que trabaja directamente con los niños/as.
- El poco compromiso político con la infancia en la promoción de la IA como herramienta para el futuro.
- El abordaje distintivo territorial en cuanto a la introducción de la I.A
- La poca o nula inversión en IA específica para este segmento etario
A modo de conclusión
Intentamos resumir lo dicho en un concepto o desafío: comenzar a aplicar acupuntura social; es decir, cualquier formato de política socio-tecnológica vinculada a infancia debe adaptarse a las realidades municipales, provinciales y regionales, y no a la inversa. El desafío es institucionalizar y ejecutar políticas públicas adecuadas y adaptadas a cada realidad territorial, cultural y familiar, prioritariamente en poblaciones vulnerables, para que las nuevas tecnologías sean para todos y en un todo. Esta política debe entender que su éxito radica en factores cualificables, no cuantificables; los números poco importan si no se transforman las realidades.
El mundo no desconoce los beneficios de la inversión tanto pública como privada en programas tecnológicos orientados a la primera infancia; se entiende que es una inversión social que redunda de manera directa en niños, niñas y sus familias, tanto en el corto plazo como asegurando sus derechos durante el transcurso de la vida.
El gran desafío de los gobiernos es no desaprovechar esta oportunidad única que hoy tienen de privilegiar la atención temprana, garantizando el pleno respeto por los derechos de los más pequeños y de sus familias y sus futuros vinculados a lo tecnológico; priorizar la infancia es considerar el desarrollo humano del país.
Posiblemente sea esta una visión muy básica y predecible; la visión normativa nos encuentra defendiendo, desde nuestro humilde rol, el cumplimiento de lo establecido en la Convención Internacional sobre los Derechos de los Niños, entendiendo a éstos como sujetos sociales y con derechos específicos. Por otro lado, una visión más utópica nos convoca, en forma permanente, a repensar la infancia. El filósofo griego Heráclito manifestó hace más de dos mil años algunas frases, hoy paradigmáticas y significativas; la más conocida es “lo único constante es el cambio” y la menos conocida, “todo surge conforme a medida y conforme a medida se extingue”. Lo citamos porque repensar la infancia, en el advenimiento de la I.A, en el desarrollo de políticas públicas efectivas y el surgimiento de nuevos liderazgos implica necesariamente entender que ya no existe “infancia” sino “infancias”; los cambios globales referidos a los distintos grados de vulnerabilidad que atraviesan los niños y niñas, la inserción laboral de la mujer en el ámbito formal e informal, los cambios en las estructuras y tipos de familias que generan vínculos diversos en los contextos familiares y sociales, entre otras cosas, no deben quedar al margen de cualquier avance vinculado a la innovación tecnológica.
Tenemos una gran deuda con la infancia, como personas, como familias, como sociedad, como gobiernos; una deuda que hay que pagar ya: con políticas válidas, con abordajes certeros, con convicciones reales y posibles, y con el compromiso de todos.
Antes y durante el proceso cercano que implique una transición hacia la utilización definitiva de la IA, debemos fortalecer, desde el lugar que ocupemos, los vínculos socioafectivos, sociofamiliares y comunitarios, ya que trabajar para la primera infancia implica también el respeto y aceptación de factores sociales, económicos, humanos y culturales que hacen a la integralidad de las niñas y de los niños.