Revista Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente
RIDCA - Edición Nº7 - Derecho Antártico, Gestión y Geopolítica del Atlántico Sur
GB (R) Edgar F. Calandín. Director
Marzo de 2025
Una aproximación a la construcción de una identidad antártica argentina, desde la imagen de pensamiento rizomática
Autora. María Florencia Alfaro. Argentina
Por María Florencia Alfaro[1]
- INTRODUCCIÓN
“La tarea del comunicador, al reconocer la diversidad sociocultural, es indagar los posibles puntos de articulación de las diferencias en función de intereses y necesidades de grupos sociales que se reconocen como bien distintos, para operar desde allí en relación a un objetivo” (Washington Uranga)[2]
Si bien podemos encontrar trabajos de investigación relacionados a la construcción de una identidad antártica que podría denominarse “regional” desde las “ciudades puerta”; o un desarrollo enfocado al análisis de una identidad nacional bicontinental (en el caso de Argentina) desde una relación simbólica y la representación de un territorio desde el imaginario de un colectivo que por lo general no tiene ninguna interacción con el ambiente; sería apropiado abrir un debate sobre si existe una identidad antártica argentina propiamente dicha de quienes invernan en el continente antártico y cómo la interpela el ambiente.
En primer lugar, me propongo hacer un repaso del marco contextual geográfico, histórico y jurídico que servirá de referencia. Para luego, intentar realizar un abordaje cualitativo[3], exploratorio, dialógico e interpretativo con el aporte de material histórico de difusión pública e investigaciones científicas relevadas de diferentes vertientes de las Ciencias Sociales; y una diversidad de conceptos desarrollados (desde la sociología, antropología, filosofía, estudios culturales, etc) por autores como Gilles Deleuze, Pierre Bourdieu, Clifford Geertz, Roland Barthes, Manuel Castells, Iain Chambers y Néstor García Canclini que iré retomando en este recorrido. Influenciado por un desarrollo que roza lo etnográfico auto-referencial de mi experiencia in situ en Base Antártica Esperanza en 1998. No sin antes, resaltar algunas cuestiones que nos diferencian de la construcción de la identidad cultural antártica desde el punto de vista anglosajón; y que influyen hoy en día en nuestra propia construcción cultural. Este es un trabajo que prefiero llamar “rizoma”, en el sentido que Deluze y Guattari[4] pretenden darle al término como una “interconexión transversal, multipolar, horizontal” suponiendo un esquema de pensamiento conectivo e incluyente.
En Nietzsche y la filosofía, Deleuze dice[5]: “En general, la historia de una cosa es la sucesión de las fuerzas que se apoderan de ella, y la coexistencia de las fuerzas que luchan para conseguirlo. Un mismo objeto, un mismo fenómeno cambia de sentido de acuerdo con la fuerza que se apropia de él”.
Esta imagen del pensamiento que tiene en cuenta los signos como poseedores de fuerza y voluntad, como fenómenos que nos afectan y que ponen en juego nuestras pasiones y nuestro cuerpo, representan la imagen de pensamiento rizomática. El rizoma crece en multiplicidades lineales, como la pluralidad de sentidos. La historia es la variación de sentidos. Por eso, el sentido es una noción compleja de abordar. Siempre nos encontramos con un conjunto de sucesiones, convergencias y divergencias pero también de coexistencias.
Dice Deleuze: “Pensar es siempre interpretar, es decir, explicar, descifrar, traducir un signo”[6]. Intentaré compartir debajo algunos de los interrogantes, sin orden de importancia, que servirán de hilo conductor:
– ¿Cómo es la cultura antártica? ¿Podemos delimitarla?
– ¿Podemos construir una identidad antártica desde la perspectiva Argentina?
– ¿Cómo nos relacionamos con ese entorno salvaje, extremo, desértico e inhóspito? Y, ¿dónde encajamos en este mundo natural y social?
– ¿Esa identidad está influenciada por la agenda política internacional en materia Antártica?
- CONTEXTO GEOGRÁFICO, HISTÓRICO Y JURÍDICO
“La Argentina tiene una larga, prolífica y continua actividad antártica que puede rastrearse desde los albores de la nacionalidad, allá por las primeras décadas del siglo XIX” (Miryam Olga Colacrai)[7] En este apartado voy a hacer sólo un acercamiento a la evolución del “Antártico Argentino” desde Sobral hasta nuestros días, de la mano de algunas personas versadas en el tema, dando lugar a una especie de relación dialógica y resaltando algunos hitos o detalles que considero relevantes para este trabajo. No sin antes aclarar, que obviamente pueden quedar relegados otros puntos a los que no les resto importancia pero necesitarían de un recuento paralelo y mucho más exhaustivo para ser fiel tanto a la extensa descripción geográfica, como a la historia y marco jurídico que hacen a nuestra reafirmación de soberanía y presencia argentina en el continente antártico.
“[…] Sólo las tierras polares, y especialmente las del Sur, guardaban grandes secretos para descubrir y misterios que resolver para la ciencia. Sólo en ellas podía encontrar satisfacción el espíritu aventurero o inquisidor del hombre”[8] (Destefani). La existencia de la Antártida fue intuida en la Grecia antigua como “Terra Australis Ignota”. La palabra Antártida viene de la combinación de la preposición “anti” (lo opuesto de) y la palabra “arktos” (oso). Resulta que los griegos ya denominaban Arktos al Polo Norte (en referencia a la constelación Osa Menor, en la que se encuentra la estrella polar, que sirve de quía para ubicar el norte durante la noche). En consecuencia, Antártida significa: ese territorio que se encuentra en oposición al Polo Norte.
Según la Teoría del Movimiento de los Continentes, el continente antártico en principio era parte de un todo de masa compacta denominado “Pangea”. Cuando hace doscientos millones de años comenzó a fragmentarse en placas, empezaron a desplazarse lentamente, conformándose dos sistemas: el de Gondwana al sur y el de Laurasia al norte. América del Sur, África del Sur, Australia, Madagascar, Islas Malvinas, Antártida e India, formaban parte de Gondwana; sufriendo una separación gradual con el correr de los años.
La Antártida, el “continente blanco”, está cubierta en un 98% por una capa de hielo y se extiende en torno al Polo Sur. Una península totalmente aislada, separada por grandes profundidades oceánicas. Rodeada por inmensas masas de agua que se congelan y descongelan según la época del año. Para donde apuntes la mirada hay hielo, nieve, montañas, agua helada, témpanos y más barreras de hielo. Ocupa el 2,76% de la superficie terrestre y es la más grande reserva de agua del planeta. La Antártida puede dividirse en dos regiones con características geológicas muy distintas:
- La Oriental, formada por elevadas planicies cubiertas de hielo.
- Y la Occidental, con archipiélagos montañosos.
Y el sector antártico donde Argentina reivindica soberanía se encuentra definido por el Paralelo 60º Latitud Sur y el Polo Sur, y los meridianos 25º y 74º de Longitud Oeste. La superficie del Sector Antártico Argentino es de aproximadamente 1.461.597 km², de los cuales 965.314 km² corresponden a tierra firme.
Pero, ¿quién descubrió la Antártida? Hay muchos países que se atribuyen el haber descubierto la Antártida, “avistada” por piratas, comerciantes, aventureros, marinos profesionales. Suposiciones históricas y vagas escrituras en bitácoras motivadas por la aventura, la codicia y rivalidades políticas, que no se han podido probar fehacientemente. La realidad, es que “no ha sido obra de un solo país, sino que la hicieron ciudadanos de varias naciones a través del arrojo, valor y esfuerzo de sus navegantes y expedicionarios”[9] (Quevedo Paiva)
Por otro lado, también existen algunas teorías que pretenden sustentar los derechos sobre el Continente Antártico y han generado a lo largo de los años bastantes controversias:
– Contigüidad, como extensión a los territorios adyacentes sin dueño, separados por un brazo de mar y a todas las islas próximas a su mar territorial.
– Continuidad, como prolongación natural de su territorio por similitud morfológica.
– Sucesión por adjudicación, como herencia hispánica a través de las bulas papales.
– Descubrimiento, como derecho de apropiación del territorio a quien primero lo descubriera. Algo que a partir del siglo XVII la doctrina del Derecho internacional perfecciona estableciendo como necesaria la Ocupación.
Las tres primeras fueron muy discutidas e ignoradas por el Derecho Internacional. Y en lo que respecta al Descubrimiento, concuerdo con el Dr. Javier Crea[10] cuando expresa que en este contexto de reclamos soberanos sobre el Continente Antártico es cierto que para fines jurídicos el descubrimiento sin ocupación efectiva es la nada misma. Entonces, ¿dónde comienza realmente la historia de la Argentina en el Continente Antártico y sus derechos soberanos?
“El Estado argentino empieza a legislar, desde muy temprano, sobre la Antártida, en 1818, antes de que se descubriera oficialmente el continente. Se emitió una autorización, para que un buque foquero del Río de la Plata pudiera cazar focas, que estaba ´en islas a la altura del polo sur´ […] Y en 1880 nos encontramos con una especie de protopolítica antártica argentina donde empezaron a surgir algunos proyectos estatales de expediciones antárticas […] que se decidió concentrarlas en la Patagonia por un interés estratégico inmediato: la cuestión de Chile”[11] (Pablo Fontana) Si bien es verdad que la presencia de nuestro país se puede remontar al Virreinato del Río de la Plata (a fines del siglo XVIII), con la presencia de loberos cazadores de focas y lobos de dos pelos, todavía no había tan claros conocimientos de la geografía de los continentes, ni registros exactos para evitar la competencia.
Y aquí quiero detenerme y retomar un breve recorrido que hace Fontana de la génesis de la política de Estado Antártica Argentina, separando tres periodos principales:
- El período que define como “fundacional”, en el segundo gobierno de Roca, en los albores del siglo XX.
- El período que define como de la “soberanía absoluta” citando a la Dra Miryam Colacrai, entre los años 1940 y 1950, coincidiendo con los gobiernos de Perón.
- El período signado por la firma y ratificación del Tratado Antártico en la presidencia de Frondizi.
Mucho podemos profundizar en la línea temporal hasta el período que Colacrai llama “de soberanía absoluta” donde se dieron avances significativos que dan legitimidad a nuestra reafirmación soberana. Como la compra de un buque polar para iniciar las campañas antárticas anuales de verano e instalar más bases, pero que naufragó en el Río de la Plata. Como el inicio de un diálogo diplomático con Chile para definir las fronteras antárticas entre los dos países que no llegó a ningún acuerdo, pero que sentó las bases para empezar a hablar de una Antártida Americana y para que Gran Bretaña también aprovechara y ocupara ilegalmente las Georgias del Sur emitiendo un reclamo de todo ese territorio antártico. Como la “pugna antártica” que se dio entre 1939 y 1950 sobre todo con Gran Bretaña. Como la creación de la Comisión Nacional del Antártico, el primer órgano antártico argentino bajo la dependencia del Ministerio de Relaciones Exterior y Culto, para centralizar y encauzar orgánicamente la actividad antártica nacional. Como el reconocimiento aéreo y la publicación del mapa argentino que incluía el Sector Antártico, además de grandes avances en materia cartográfica, hidrográfica y meteorológica de la zona. Es que resulta que “[…] la posición estratégica del continente y los recursos antárticos, principalmente la explotación ballenera, la puso en la mira de diversos países” (Fontana)
Es así, que entre 1901-1904 se dan dos hitos históricos que marcan un antes y un después en nuestra historia antártica argentina:
- La ayuda estatal a la Expedición Antártica Sueca del Dr. Otto Nordenskjöld y posterior participación en el rescate de esa expedición luego de permanecer dos invernadas Antárticas en Cerro Nevado a 8 km de la isla Seymour ante el naufragio del Antartic.
Al respecto de esto Bertotto afirma: “Sin dudas que la repercusión internacional ocasionada con el rescate por parte del Capitán Julián Irizar, a bordo de la corbeta Uruguay que en diciembre de 1903 trajo sanos y salvos a los miembros de la Expedición de Otto Nordenskjöld que integró destacadamente el Alférez de la Armada Argentina José María Sobral, resultó determinante para que el presidente Roca decidiera incursionar con firmeza en la toma de posesión de los territorios más australes de la patria”.
En palabras de Fontana: “de alguna forma el Estado argentino tomó conciencia de su capacidad en la Antártida, de que teníamos los medios materiales y humanos para poder proyectarnos hacia la Antártida”.
- La donación a la Argentina (1904), por parte del Dr. William S Bruce, del observatorio meteorológico en las Islas Orcadas, fue otro hecho determinante, logrando así su importancia histórica con carácter fundacional siendo la primer base en ese continente, que se ha mantenido activa de forma efectiva, permanente y continua hasta el día de la fecha. Siendo Hugo Acuña[12], responsable de la valija postal, el único representante oficial de la Argentina en esos territorios extremos. Recién en 1948 se conformó la primera dotación integrada totalmente por Argentinos”. (Bertotto)[13]
En 1946 comenzaría lo que Fontana llama “el salto polar argentino”, ya que en los próximos diez años Argentina pasaría a tener ocho bases permanentes, el primer rompehielos de Latinoamérica, el primer Instituto Antártico del mundo, la ampliación del Sector Antártico Argentino sentando las bases de una nueva conciencia soberana argentina bicontinental y hasta la participación en los censos nacionales. Para 1948 se retoman las negociaciones con Chile reconociendo mutuos derechos y acordando una Antártida sudamericana. En ese entonces el coronel Hernán Pujato logró instalar en el islote Barry la primera base antártica de ejército conocida como Base Gral. San Martín[14]. Y en 1951, con la presidencia de Perón se creó el Instituto Antártico Argentino[15], ante la necesidad de contar con un “centro especializado que en forma permanente oriente, controle, dirija o ejecute las investigaciones y estudios de carácter científico-técnico vinculados a la Antártida”[16] (Genest) A principios de 1952 se dio un enfrentamiento entre Argentina y Gran Bretaña por la ocupación en bahía Esperanza que desencadenó en un enfrentamiento de armas de fuego, destrucción de refugios chilenos y argentinos, prisioneros de la armada argentina, planes para colonizar la Antártida y una alianza “sin precedentes” entre Chile y Argentina. Alianza que lo largo de los años ha tenido sus vaivenes. Valeria Analía Trezza de la Universidad de Buenos Aíres se pregunta en su trabajo La teoría del marxismo y el capitalismo en Antártida: “¿Acaso no existe una lucha constante de intereses contrapuestos en Antártida?”[17]. Un interrogante que no escapa a la realidad y a las pujas de poder sobre el continente blanco, y las hojas en donde se ha ido escribiendo su historia hasta el día de la fecha.
Pero a fines del 52´se logra, bajo el liderazgo de Leal, la instalación del Ejército en bahía Esperanza[18] contando con un solo edificio como casa habitación para alojamiento, depósito de víveres y taller, frente al estrecho Antartic, en el extremo norte de la península Antártica, avanzando con los planes iniciales de Pujato.
Lugar, donde a principios de siglo, integrantes de la expedición sueca del Dr. Otto Nordenskjöld debieron pasar una larga invernada en una precaria e improvisada habitación de piedras; hasta que la Corbeta Uruguay alcanzó ese lugar y acudió en su rescate. Hoy en día, los restos de esa construcción pueden apreciarse como monumento histórico.
Posteriormente, en 1955, Pujato funda la Base Gral. Belgrano[19], la más austral del mundo hasta ese entonces, asegurando la presencia argentina al sur del mar de Weddell y desde donde una década después partiría la expedición terrestre encabezada también por el Coronel Leal, que llegó al Polo Sur el 10 de diciembre de 1965[20] cumpliendo con otro de los anhelos de Pujato.
Y siendo fiel a mis líneas de fuga, quiero detenerme unos instantes en Pujato y hacer un pequeño flashback a la segunda mitad del siglo XX.
Es verdad que con las primeras incursiones del alférez José María Sobral, comenzó para la Argentina una etapa trascendental en el territorio antártico y que logró posicionarla en el foco internacional. “[…] el Sobral que marchaba a la Antártida, poseía ese elevado nivel de desprendimiento, de entrega individual a una causa colectiva. La hazaña antártica puso a prueba su energía hasta el agotamiento, y su psiquis a través de severas tensiones entre sus buenos, doctos y esforzados compañeros que eran poseedores de distintas idiosincrasias y una mayor veteranía para este tipo de experiencias”[21], el contraalmirante Destefani lo describe así en su libro.
Pero, fue el entonces Coronel Hernán Pujato, pionero visionario, quien sentara las bases de la Estrategia Antártica Argentina para que el Ejército Argentino adquiriera un protagonismo relevante en el quehacer antártico concibiendo el plan de exploración y asentamiento en la parte continental del sector Antártico Argentino.
Y quiero resaltar la palabra “visionario”, porque fueron de esas personas creativas, arrojadas, intuitivas, aventureras, previsoras y estrategas, con una motivación altruista y patriótica que se adelantaron en el tiempo. Todo su camino previo desde su destino en Bolivia, pasando por el curso de Supervivencia Polar con el Ejército de EEUU en Alaska, los ejercicios de invierno al norte del Círculo Polar Ártico con el Ejército Sueco, la adquisición de los primeros perros polares para la Argentina para ser utilizados en las futuras expediciones antárticas, la instalación de un centro de formación y adiestramiento polar en Copahue (Neuquén), como su toque persuasivo que posibilitó dar curso a muchos de sus planes aún a pesar de ciertos retrasos. Pero todo líder avanza si tiene un grupo de personas que lo acompañen, y es así como la historia por la travesía antártica se ve signada a través de los años por la pérdida de muchas vidas. Algo muy cierto que dijo el Capitán Eugenio Facchin, en una de las clases de historia.
“Pujato como Amundsen[22], el conquistador del Polo Sur, no quería dejar nada librado a la improvisación”, dice el Lic. Eugenio A. Genest en su libro que describe la vida y obra de este “gran argentino […] que llevara a cabo con patriotismo, sin reparar en sacrificios, en pro del objetivo de reafirmar los derechos argentinos en el Continente Antártico”. De ahí que el plan de Pujato podría resumirse en:
- Instalar al sur del círculo polar, bases operativas, sobre el límite oeste del sector y sobre el límite este al sur del mar de Weddell.
- Crear el Instituto Antártico Argentino, para dirigir en forma orgánica y amplia, todo lo referente al quehacer científico.
- Adquirir un buque rompehielos, para llevar a cabo la penetración en los mares polares.
- Intentar llegar al Polo Sur por vía terrestre.
- Colonizar con familias el lugar más conveniente, que parecía ser el área de Bahía Esperanza, en el cual se construiría un caserío polar.
Nada librado a la improvisación, dice. Y uno de los mayores logros fue la obtención del Perro Polar Argentino, “obtenido de la cruza de diferentes perros nórdicos que con gran dedicación de veterinarios, enfermeros y perreros antárticos concibieron, adiestraron y explotaron siempre en bien del servicio y como herramienta de eficiencia y seguridad. Lamentablemente un exceso en el cumplimiento de la disposición de lo resuelto por las RCTA, para 1992, la Argentina retiró toda la jauría de perros polares de todas las bases nacionales. Como resultado de ello, las enfermedades del continente, para las que no estaban preparados los fue debilitando y por otra parte no fue posible conservar la raza lograda por los argentinos en la Antártida y todos los expatriados fueron perdiendo la vida sin dejar descendencia. Reino Unido por el contrario advirtió que cumpliría el mandato castrando los perros de sus bases pero sin retirarlos y permitirles que vayan muriendo en sus casas” (Bertotto).
Por otro lado, y ya siguiendo con la línea histórica, vale mencionar que, más allá de una creencia generalizada, por los años 53´/54´ fue el primer intento de “colonización” argentina del territorio antártico. Lo que se conoce como “Proyecto Caserío San Lorenzo[23] en cabo Primavera liderado ni más ni menos que por una valiente mujer. Este año, a principio de 2024, la Legislatura fueguina, aprobó por unanimidad el proyecto de resolución elevado por la legisladora Gisela Dos Santos[24], que declara pionera antártica de Tierra del Fuego, a Mabelle Mottet. Pero, ¿quién fue esta mujer que (en palabras de Dos Santos) decidió abrir el camino para las mujeres en la salvaguarda de la Soberanía Nacional en el extremo sur de la Patria?
Mabelle Mottet, fue esposa del segundo jefe, Jorge Julio Mottet, de la primera expedición científica argentina a la Antártida continental liderada por Pujato. Pero ella no sólo tuvo un papel crucial a la hora de apoyar a dos de los pioneros más relevantes que tuvo nuestro país con la difícil tarea de conseguir de la mano de los hermanos Pérez Companc el carguero mercante patagónico Santa Micaela para la gran travesía de estos exploradores de adentrarse en las embravecidas aguas de los mares antárticos. Sino que además, fue quien se ofreciera voluntariamente a vivir en forma permanente en lo que fue el proyecto Caserío San Lorenzo, albergando no sólo la posibilidad de crear pequeños asentamientos donde mujeres y niños argentinos pudieran compartir las actividades de la vida cotidiana en este territorio sino también el nacimiento de los primeros antárticos argentino.
“Al regreso de la exitosa campaña antártica que inauguró la primer base continental y polar argentina San Martín, Pujato expuso ante el presidente y funcionarios las experiencias de su expedición, y explicó su plan estratégico, el que incluía colonizar con familias en el lugar más conveniente, del continente antártico. Fue entonces cuando Mabelle tuvo un sueño, un sueño que le permitió seguir apoyando a su hombre con la esperanza de poder también ella disfrutar del sabor de quienes son protagonistas de hechos históricos que servirían a la consolidación del liderazgo argentino en la Antártida. Fue así que Mabelle remitió una carta al Presidente de la Nación Juan Perón, que se convirtió en un hito histórico argentino en la iniciativa colonizadora, pues fue la primera mujer argentina en ofrecerse para cumplir un sueño, vivir en la Antártida, y no por un año, sino como colonia poblacional permanente. Quería sembrar la semilla de argentinidad en la Patria Blanca”. (Bertotto)
Pero el contexto nacional tenía otros planes, llenos de retrasos burocráticos, económicos y de logística, intenciones políticas contrapuestas, desacuerdos partidarios, decisiones erróneas y el golpe de estado del 55´ conocido como Revolución Libertadora que echó por tierra los planes “sepultando la génesis de lo que hoy seguramente sería la única población verdaderamente urbana del continente blanco”. (Bertotto) Y no sólo condenó al ostracismo a Pujato, sino que además retrasó dos décadas el asentamiento de familias argentinas en el continente antártico, pero algo diferente a cómo se había pensado en sus inicios.
Es así como recién en 1978 se logra instalar el Fortín Sargento Cabral en Bahía Esperanza, con concepto de “frontera argentina” en otro continente y con la incorporación de las familias a la Antártida logrando otro punto del Plan Pujato. “Si la frontera es el condicionamiento resultante de una política, entonces se impone tener en cuenta, como imperativo vivencial, la existencia de una política de frontera. Esta política debe ser vigilante, previsora, constructiva, para que las fronteras sean estables y estén protegidas, así como sensibilizadas demográfica y económicamente. Las fronteras vivas serán zonas de alta sensibilidad política. Lo contrario serán las fronteras muertas, desiertas, desprotegidas, olvidadas. Las fronteras vivas serán siempre la afirmación de un espíritu nacional fuerte […] enaltecen el espíritu previsor y organizador de un pueblo” (Teixeira Soares)[25]
Y rescato unas palabras de Bertotto al respecto: “Esperanza no sólo es un jalón brillante de la soberanía argentina en el continente, sino que es el símbolo más claro y concreto de la importancia de la mujer desde hace ya casi 50 años […]. La familia argentina llegó a la Antártida en 1978, desde allí no sólo se mostraron como embajadores nacionales en tan inhóspitas latitudes sino que además puso en primer plano la fiereza y valentía de la mujer Argentina capaz de formar su núcleo social básico en la Antártida, llevar, cuidar y educar a sus hijos, sostener a sus maridos, acompañar a los antárticos alejados circunstancialmente de sus afectos y lo que es más trascendente aún haber dado a luz a los primeros ocho seres humanos nativos en Antártida”.
Retomando nuevamente la línea temporal, en pleno contexto internacional donde la Guerra Fría delineaba el rumbo de la política internacional, el Año Geofísico Internacional entre 1957 y 1958 sirvió para abrir el debate entre los países y resignificar la política antártica argentina. Nuestro país se lució con el Instituto Antártico Argentino. “La experiencia polar de los argentinos fue generando hábitos y características de convivencia y también el desarrollo de técnicas de supervivencia y mejor aprovechamiento que la veteranía de los antárticos nacionales fueron forjando” (Bertotto) Allí comenzaba una nueva etapa y un nuevo paradigma de soberanía y ocupación en el marco de lo que luego se conocería como Sistema del Tratado Antártico, donde primaría la paz y la cooperación internacional a través de la ciencia.
“La etapa previa a la firma del Tratado Antártico estuvo caracterizada por un conjunto de acciones nacionales separadas, que respondían a políticas diseñadas y ejecutadas con carácter unilateral, que buscaban consolidar intereses económicos, reivindicaciones territoriales, expansiones geográficas, posicionamientos geopolíticos y prestigio. Así mismo, se utilizaban declaraciones, cartas patentes y otros instrumentos jurídicos internacionales para los reclamos de soberanía” (Belinco parafraseando a Colacrai)[26]
El Tratado Antártico, también llamado Constitución del Continente Antártico fue sancionado y firmado en Washington el 1 de Diciembre de 1959 por los países:
Argentina, Australia, Bélgica, Chile, la República Francesa, Japón, Nueva Zelandia, Noruega, la Unión del África del Sur, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de América. De los cuales, siete sostenían reclamos territoriales: Argentina, Australia, Chile, Francia, el Reino Unido, Nueva Zelanda y Noruega. El mismo fue ratificado en su totalidad por la Ley de la Nación Argentina 15.802[27] en 1961. “El funcionamiento del Sistema del Tratado Antártico ha demostrado desde su concepción que es posible encontrar soluciones pacíficas obteniendo el acuerdo de todos los países miembros, a pesar de existir intereses geopolíticos en una región con importantes y abundantes recursos naturales”[28] (Lorenzo y otros).
El Tratado Antártico funciona como un instrumento jurídico-político pragmático, descentralizado, funcional y dinámico, que regula las actividades antárticas de los países firmantes, y que si bien no supone una renuncia, si una imposibilidad de aplicar “el principio tradicional de soberanía plena, ilimitada y absoluta”[29] (Quevedo Paiva).
En su contenido describe entre otras cosas: las pretensiones geopolíticas de cada uno de los países y a qué deben estar orientadas las actividades humanas. Su contenido, sintéticamente, hace mención a:
- La utilización permanente y exclusiva del Continente para fines pacíficos.
- El área de su aplicación fijando límites geográficos y políticos, al sur de los 60° de latitud sur, incluyendo a todas las barreras de hielo.
- La libertad de investigación científica y cooperación internacional.
- Un mecanismo de observación e inspección.
- La solicitud de una información previa por las partes de toda expedición, operatividad de estaciones y equipos militares que se introduzcan en la región.
- La prohibición de la instalación de bases militares, sólo permitiendo que haya personal o equipos militares para fines logísticos.
- La prohibición de ensayos nucleares y de verter o almacenar desechos radioactivos.
- La protección y conservación de los recursos vivos.
Anualmente se realizan reuniones consultivas con las partes intervinientes; y en 2004 la Secretaría del Tratado Antártico pasó a tener sede permanente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. De una evolución admirable y propia de objeto de estudio, el Sistema del Tratado Antártico ha posibilitado que países con diferentes niveles de desarrollo y estructuras sociopolíticas conciliaran sus intereses buscando preservar el bien común internacional.
Y aquí es donde quiero detenerme un momento porque creo oportuno hacer mención a un artículo publicado por Matías Germán Belinco, sociólogo por la Universidad de Buenos Aires e investigador del Área de Ciencias Sociales, Comunicación y Difusión del IAA, sobre su análisis del Tratado Antártico como objeto técnico y arquetipo de políticas de Estado.
En este trabajo, Belinco, que toma como referencia la noción simondoneana[30] de la técnica analiza “las potencialidades de la obligación del consenso, del conocimiento científico, del rol de la información y de las estructuras flexibles y abiertas a la transformación. La conclusión es la admisión de la necesidad tanto de la voluntad humana como de la tecnicidad adecuada para la confluencia de fines y el progreso colectivo”. En su desarrollo, rescata así los conceptos de “cooperación”, sin evadir los intereses contrapuestos y los conflictos; y de “integración” de actores con distintas lógicas internas y objetivos disímiles. Y del cual vale la pena citar:
“La negociación permanente entre los Estados y la búsqueda ineludible del consenso tiene que ver con la imposibilidad para cualquiera de tomar decisiones unilateralmente sin riesgo de ser marginado del sistema por el resto de las partes, la evaluación costo-beneficio lleva a cada cual, a buscar acuerdos, aunque no satisfagan por completo sus intereses. […] En este aspecto, Piaget ha sido bastante elocuente en su análisis sobre la formación de los agrupamientos operatorios, en el sentido de que por más que se dicte un conjunto de reglas, si no es producto de intercambios intelectuales entre los colectivos que interactúan en cooperación y si no conserva la capacidad de ajuste a lo que ocurre en la dinámica del devenir de la porción de la realidad sobre la que se trata de operar, terminará siendo una normativa vacua y estéril. […] El sistema conviene, porque neutraliza las iniciativas egoístas de los poderes de turno o sectoriales […] Posee una dinámica colaborativa y superadora, no destructiva […] Es el rasgo de colaboración en estado abstracto antes del acuerdo lo que causa esta especificidad del TA, que al estructurarse se condiciona a sí mismo para que las partes tengan relaciones de causalidad recíproca y se creen sinergias. […] Esto se puede leer como un movimiento evolutivo”
Es importante destacar que con el paso del tiempo se fueron incorporando nuevas herramientas regulatorias para darle normativa complementaria y viabilidad práctica al Tratado Antártico. De ahí, la relevancia y utilidad de instrumentos legales de política ambiental y organismos regulatorios para contribuir a “la conservación y la gestión de los recursos naturales en la región antártica”[31]. En este marco se establecieron las normas para el tratamiento de los derechos de cada país reclamante, la protección y conservación de la diversidad de flora y fauna, la evaluación del impacto ambiental, el abordaje sobre los problemas del cambio climático, los glaciares y la capa de ozono, la prevención de la contaminación marina y designación de zonas especiales para la preservación y estudio de su ecosistema, el tratamiento de los residuos, además de la regulación de las únicas actividades comerciales permitidas como son la pesca y el turismo, entre otras cosas.
Como por ejemplo el renombrado Protocolo de Madrid (Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, firmado en 1991) que designa a la Antártida como reserva natural, consagrada a la paz y a la ciencia.
También la aparición en escena de organismos tales como el Comité Científico de Investigaciones Antárticas (SCAR) y el Consejo de Administradores de Programas Antárticos Nacionales (COMNAP); y encuentros periódicos como la Reunión de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos (RAPAL). El SCAR por ejemplo, proporciona entre otras cosas asesoramiento científico objetivo e independiente a las Reuniones Consultivas del Tratado Antártico y a otras organizaciones en materia de ciencia y conservación.
También fueron varias las presiones externas al Tratado Antártico y los intentos infructuosos de cambiar su status quo vigente, muchas de las veces mediados por la ONU; que buscaban darle un matiz internacionalista al Continente Antártico, considerándolo a grandes rasgos como Patrimonio común de la Humanidad.
A nivel nacional, en 1969 se crea en Argentina, mediante la Ley 18.513[32], la Dirección Nacional del Antártico (DNA).
Este instrumento jurídico provee las bases jurídicas, orgánicas y funcionales para centralizar la programación, planeamiento, dirección, control y divulgación de la actividad antártica argentina, a los fines de asegurar el cumplimiento de los objetivos, políticas y prioridades de la Política Nacional Antártica.
La DNA actualmente depende del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto; y el Instituto Antártico Argentino es su organismo científico. Ley 18513, Art 8: “La acción científica y técnica constituye el centro de gravedad de la actividad antártica argentina y su apoyo permanente debe orientar el empleo de todos los medios y recursos que se destinen a esta actividad. El objetivo a lograr mediante la acción científica y técnica es el conocimiento más acabado posible de la naturaleza del Antártico y la difusión amplia y oportuna de dicho conocimiento”.
También en la misma Ley se establece la importancia del sostén logístico por parte de las Fuerzas Armadas, dependientes del Ministerio de Defensa. Ley 18513, Art 29: “El sostén logístico de la actividad antártica será una responsabilidad de las Fuerzas Armadas las que facilitarán los medios que anualmente se requieran, de acuerdo con los requerimientos del Ministerio de Defensa y con sus propias posibilidades”.
Más adelante, en el año 1990, se sanciona la Ley Nº 23.775[33], mediante la cual se declara provincia a los territorios de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, conforme a los dispuesto en los Art. 13 y 67, Inc14 de la Constitución Nacional.
Ese mismo año, se establece por Decreto Nº 2316/90[34] la Política Nacional Antártica marcando el inicio de una nueva etapa del accionar argentino en la Antártida a los fines de afianzar los derechos de soberanía y optimizar la actividad logística y el costo logístico-operativo, determinando:
– el despliegue de las Bases argentinas en el Continente Blanco,
– el fortalecimiento de las capacidades portuarias y aeroportuarias patagónicas como puertas de entrada a la Antártida,
– y la posibilidad de establecer centros de prevención de contingencias ambientales.
Luego, en 2018, a través del Decreto Nº 368/2018[35] y en línea con la Ley N° 23.554 de Defensa Nacional, la Ley N° 15.802 que ratificara el Tratado Antártico, la Ley N° 18.513 y el Decreto N° 2316/90 ya mencionados, el Poder Ejecutivo Nacional constituye con carácter permanente al Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR) como sostén logístico, asignándole la responsabilidad de planificar, gestionar y ejecutar las operaciones terrestres, navales y aéreas necesarias para el mantenimiento y funcionamiento de las instalaciones e infraestructuras existentes en el continente blanco; y cuyo cargo de Comandante será rotativo entre las tres Fuerzas Armadas; derogando en su Art 9 el Decreto N° 1037/89.
Argentina cuanta con trece bases en la Antártida, de las cuales siete están operativas todo el año (que reciben el carácter de permanentes) y el resto, operativas sólo en las campañas de verano que van de diciembre a marzo, época en que se incrementa de forma sustancial el número de investigadores (que reciben el carácter de temporarias).
- Permanentes: Base Orcadas (1904), Base San Martín (1951), Base Esperanza (1952), Base Petrel (1952), Base Carlini (ex Jubany – 1953), Base Marambio (1969), Base Belgrano II (1979).
- Temporarias: Base Melchior (1947), Base Decepción (1948), Base Brown (1951), Base Primavera (1954), Base Cámara (1953) y Base Matienzo (1959).
En el siguiente enlace puede visualizarse un mapa online que realicé para la ubicación de cada una de las bases:
https://www.google.com/maps/d/u/0/edit?mid=1fpTtM_7Ra5Zw9p9fNdFvcXQhQV2sU6k&usp=sharing
Y aquí quiero detenerme un momento y resaltar dos cuestiones que hacen a un salto estratégico y cualitativo de las operaciones argentinas con destino al continente blanco:
- Hasta el momento, la base Marambio se conoce como uno de los puntos logísticos más importantes de todo el Continente Antártico. Sin embargo, no está ubicada en un lugar de fácil acceso debido a su posición elevada y a diversos factores meteorológicos. Es por esta razón, y en el marco de un proyecto de defensa y soberanía nacional que se viene trabajando sin descanso en el desafío de convertir a Petrel[36] en una base multimodal como nuevo polo logístico y estratégico[37], que permita la llegada de buques y aeronaves. Esta iniciativa busca convertir a Base Petrel, que había quedado inoperativa a causa de un incendio en 1974, en una de las más modernas de la península antártica; buscando “afianzar los derechos argentinos de soberanía sobre el Sector Antártico nacional, robusteciendo la presencia en el Continente Blanco, optimizando las capacidades operativas y logísticas de sus Fuerzas Armadas, y ampliando la actividad científica en ese lugar” (Calandín)[38]
- Actualmente el Ministerio de Defensa vuelve a unificar el control logístico-administrativo de la totalidad de las bases del Sistema Antártico Argentino bajo la gestión del COCOANTAR. Noticia que se conoció hace muy poco con la cesión de Cancillería de las Bases Carlini y Brown (que estaban bajo la gestión de la DNA). Decisión que si bien ha despertado discusiones y controversias de algunos sectores, promete ser un beneficio práctico para el abaratamiento de costos, ahorro de recursos y fortalecimiento de vínculos.
¿Pero qué se hace en la Antártida? Mucho he escuchado esta pregunta.
En las Bases se realizan actividades logísticas, científicas y técnicas.
Las Fuerzas Armadas ofrece, a grandes rasgos, apoyo sanitario, meteorológico y de comunicaciones a expediciones, bases y actividad turística nacional e internacional; se realizan operaciones de mantenimiento de las instalaciones y construcción de refugios, como así también el almacenamiento y distribución de víveres; se encargan del procesamiento y evacuación de los deshechos a los fines de cuidar el Medio Ambiente; además de mantener la capacidad de salvamento, búsqueda y rescate.
Relacionado a las actividades científicas coordinadas por la Dirección Nacional del Antártico (D.N.A) y el Instituto Antártico Argentino (I.A.A.), se llevan a cabo innumerables trabajos de investigación geotopográficos y de reconocimiento de nuevas rutas de navegación, de sismología, mareografía, limnología, estudios biológicos sobre el Krill (protagonista base de las cadenas tróficas) y las colonias de pingüinos Adelia, como así también del comportamiento humano y su relación con los cambios horarios y forma de vida. Entre muchas otras.
Hoy en día, la actividad argentina en la Antártida, muchas veces desconocida por el resto de los ciudadanos que no están tan relacionados al ámbito antártico, está atravesada por un trabajo colaborativo, conjunto y continuo entre el Comando Conjunto Antártico, la Dirección Nacional del Antártico, y diversos organismos estatales, instituciones educativas, empresas y profesionales. En un escenario socio político y económico cambiante, complejo, desafiante, competitivo y tan dinámico, tanto nacional como internacional es un desafío permanente hacer frente a la responsabilidad de ejecutar el Plan Anual Antártico que nos permite proyectar nuestros intereses soberanos y gozar de un alto prestigio a nivel internacional. Por ello, la importancia de esta sinergia y compromiso que se ha conseguido a través de los años entre los diferentes actores, a los fines de lograr avances significativos respecto a nuestra presencia y reafirmación de soberanía sobre el Continente Blanco, cumplir con las normativas del Sistema del Tratado Antártico y contribuir al bien común y sostenibilidad en el marco de la Agenda 2030 planteada por la ONU.
Una prueba del fortalecimiento de las capacidades institucionales de investigación científica y del desarrollo e innovación tecnológica son los Laboratorios Antárticos Multidisciplinarios; que consisten en infraestructura y personal de soporte en la Antártida para la toma y remisión de datos de los proyectos científicos aprobados por el IAA. “Muchos de los cuales se llevan a cabo en cooperación con otros organismos y universidades nacionales, como así también con Programas Antárticos de otras Partes Consultivas del Tratado Antártico. El personal a cargo de los LAMs (Ingenieros y Técnicos en Informática o Electrónica) también participa de la administración de las redes informáticas y de sus vínculos satelitales de datos”[39].
Se puede destacar también la participación y asistencia del INTI[40] mediante aportes innovadores y transferencia tecnológica cumpliendo un rol estratégico a la hora de garantizar la seguridad, reducir el consumo energético y el impacto del hombre en el medio ambiente, como así también en el relevamientos, restauración y conservación de monumentos históricos.
Como así también, la del INTA[41], que impulsó el desarrollo sostenible del sector agropecuario, agroalimentario y agroindustrial en la región antártica con la instalación de Módulos Antárticos de Producción Hidropónica (MAPHI) en las Bases Marambio, Esperanza y Belgrano II[42], posibilitando la producción de verduras como lechuga, perejil, rúcula, albahaca y acelga, que por las condiciones extremas dadas dificultaba el transporte de alimentos frescos. “Las verduras frescas poseen significativas ventajas nutricionales, en comparación con los alimentos conservados […] también mejora la calidad de vida de quienes están en contacto con plantas en un ambiente cálido, armonioso y verde”[43] comentaba oportunamente Birgi a los medios de comunicación.
Por otro lado, haciendo un poco de autoreferencia y resaltando la importancia del involucramiento en materia de sostenibilidad de cada uno de los habitantes de las Bases, me gustaría compartir una experiencia interesante que tuvimos allá por 1998 para aquellos que estábamos cursando estudios de educación formal de Educación Primaria y Secundaria en Base Esperanza, participando del Programa Científico Internacional GLOBE[44], que significa Programa de Aprendizaje y Observaciones Globales en Beneficio del Medio Ambiente, coordinado en Argentina por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales y el Instituto de Estudios e Investigaciones Ambientales. GLOBE es un programa práctico de ciencia y educación ambiental que da protagonismo a los niños y jóvenes, cuyo máximo objetivo es aprender más acerca de nuestro medio ambiente, a través de la recolección y observación de datos in situ. Para ello contábamos no sólo con el asesoramiento de los especialistas de la Base sino también de un científico norteamericano que tuvimos de visita unos meses.
Una vez leí una frase que se le atribuye a Greg Reid[45]: “Al ponerle fecha a un sueño se convierte en meta. Una meta dividida en pasos se convierte en un plan. Y un plan apoyado en acciones se vuelve realidad”. Y es un poco lo que se ve plasmado en este recorrido. Intenté, con avances y retrocesos, y líneas de fuga y recurriendo a una revisión dialógica a través de las voces de diversos actores idóneos en materia antártica, repasar y reconstruir a grandes rasgos el pasar histórico y jurídico, dando lugar a una ubicación espacio temporal, que hace a los acontecimientos fundamentales de la presencia y reafirmación de nuestros derechos argentinos de soberanía sobre la región antártica. Además de ayudarme a desmenuzar y sentar las bases para poner sobre la mesa la cuestión de la identidad del ser antártico (si es que la hay, sin distinción de género y/o rango etario) y cómo interpela el medio con el que convive. Algo en lo que ahondaré más adelante.
- EL AVANCE DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN MATERIA ANTÁRTICA Y SU IMPORTANCIA PARA LA GEOPOLÍTICA ANTÁRTICA
Ya Pujato había marcado el rumbo con la organización de la Primera Expedición Científica Argentina a la Antártida Continental y la creación del Instituto Antártico Argentino. “La acción del hombre en la Antártida debía ser la investigación científica”. Pero recién un acuerdo internacional, a través del Tratado Antártico y los instrumentos jurídicos que lo complementan, la Antártida comienza a definirse como un territorio destinado a la paz y a la ciencia. De allí en más, la investigación científica y la cooperación internacional atraviesan el accionar de los Planes Anuales Antárticos, que movilizan a gran cantidad de personas hacia el continente todos los años. Resultado de una combinación de trabajo científico y audacia exploradora, que en la práctica contribuye además a generar mayor presencia nacional en el continente polar. De ahí que, conocer las diversas líneas de investigación científica implica entender las prioridades de la agenda antártica nacional e internacional.
Pero hacer ciencia en la Antártida, no es como en cualquier otra parte del mundo. Debido a su ubicación, las disposiciones geográficas del terreno y sus condiciones climáticas extremas y hostiles, presenta todo un desafío de logística. Aun así, la Antártida se ha convertido en un laboratorio de avanzada, donde se desarrollan técnicas científicas cada vez más innovadoras y vanguardistas; y donde conviven e interaccionan permanentemente diversos “actores” que hacen al funcionamiento de las Bases y de la Antártida un lugar habitable: actores humanos, institucionales, políticos y jurídicos, territoriales con su flora-fauna y de infraestructura. Por eso podemos decir que la Antártida es un espacio atravesado por prácticas sociales signadas por múltiples personalidades, culturas y políticas. Y con el tiempo, comenzaron a surgir interrogantes que escapaban a la mera investigación antártica desde el campo de las ciencias duras y naturales.
Algo no muy diferente a lo que pasó en el mundo. Ya que el surgimiento de las Ciencias Sociales en sí, está enmarcado en un contexto de profundos cambios y tensiones sufridas por las sociedades europeas en los últimos dos siglos, que requerían ser abordados científicamente como verdaderos campos de estudio. Muchas fueron las discusiones y refutaciones sobre si las Ciencias Sociales debían ser consideradas “ciencias” desde el punto de vista ortodoxo, por argumentar que estarían teñidas por una carga ideológica y/o subjetiva, a raíz de sus características epistemológicas y metodológicas. Pero desde el positivismo de Comte, teóricos del siglo XIX como Durheim, Marx y Weber sentaron las bases para su desarrollo, donde se enmarcarían las diferentes disciplinas conocidas al día de hoy. El sujeto en su devenir torna dinámico el entorno en el cual se desarrolla. Por eso la forma de mirar esos fenómenos sociales fue cambiando, mereciendo ser tratados ya como acontecimientos del orden del saber, producto de una sociedad cada vez más dinámica y compleja en continuo movimiento, transformación y evolución.
Dicho esto y volviendo a la cuestión del abordaje de las Ciencias Sociales en materia Antártica, el antropólogo chileno y experto en estudios Antárticos Dr. Juan Francisco Salazar[46] afirmaba en 2019 al respecto: “Existen fenómenos sociales que suceden en el Continente Blanco de los que las ciencias sociales y las humanidades tienen que hacerse cargo […] Históricamente, (las Ciencias Sociales) se han enfocado en ser una reseña de la ciencia antártica, pero desde mediados del siglo XX hasta ahora ha habido una explosión de interés en explorar otras áreas de las ciencias sociales, como la psicología, que investiga el ver cómo los humanos se adaptan a ambientes extremos. También están los estudios sociales de medioambiente y la antropología que se interesa en cómo se crea cultura con un grupo de personas internacionales”.
Este cambio de paradigma dentro de las investigaciones antárticas, provocó que aquellas provenientes del campo de las ciencias humanas y sociales estén adquiriendo en los últimos años mayor relevancia en temáticas como geopolítica, historia, antropología, sociología, psicología, literatura. En este marco es importante resaltar que la comunidad de investigación en humanidades y ciencias sociales ya ha sido parte del SCAR[47] por muchos años. En 2005 se celebró la primera reunión anual de un grupo de investigadores que abordaba la historia de la institucionalización de la investigación antártica. De ahí que en 2004 se formara el History Action Group, para pasar a ser en 2011 el History Expert Group. Pero recién en el Año Polar Internacional (2007-2008) las ciencias sociales comenzaron a tener un lugar dentro de la comunidad antártica al incluirse las dimensiones humanas en la investigación. Fue así que en 2010 se creó el Social Sciences Action Group, convirtiéndose en 2014 en el Humanities and Social Sciences Expert Group (HASSEG).
En 2007, Christy Collins y Quentin Stevens[48] ponían sobre la mesa esta cuestión: “Los estudios del espacio Antártico se mantienen segregados entre análisis binarios: científicos físicos examinan los espacios materiales naturales de la Antártica mientras que analistas discursivos se enfocan críticamente en la manera en que el espacio Antártico es representado e imaginado discursivamente”. Dos investigadores transdisciplinarios australianos que en un trabajo que explora la anatomía de dos espacios antárticos antiguos y poblados como son la Base australiana Mawson (1954) y la Base estadounidense McMurdo (1956), “dan cuenta de las geografías culturales heterogéneas del sur polar, hacia una definición del colonialismo contemporáneo” en el contexto de “un continente previamente deshabitado gobernado por el internacionalismo científico, pero sujeto a reclamos territoriales en disputa y espacios geopolíticos en conflicto”.
Actualmente, el Comité Permanente de Humanidades y Ciencias Antárticas Ciencias Sociales del SCAR (SC-HASS)[49] es producto de la fusión de ambos grupos (History Expert Group y Humanities and Social Sciences Expert Group) que se dio en 2018, y su finalidad es “contribuir directa y sustancialmente a los desafíos de describir y gestionar los impactos humanos en la Antártida”. El SC-HASS se reúne anualmente, organiza talleres, celebra conferencias y participa además en las Conferencias Científicas Abiertas del SCAR.
Su objetivo es: “iniciar, desarrollar y coordinar investigaciones internacionales rigurosas y de alta calidad sobre la región antártica dentro de las Humanidades y Ciencias Sociales (HASS); brindar asesoramiento independiente a las Reuniones Consultivas del Tratado Antártico (RCTA) sobre cuestiones que requieren experiencia disciplinaria fuera de las ciencias naturales; y coordinar con grupos científicos existentes en temas que requieren un enfoque multidisciplinario”. Y sus desafíos prioritarios de investigación tienen que ver a grandes rasgos con: comprender el impacto del ser humano con el medio ambiente, cómo la geopolítica afectará la administración y ciencia de la Antártida, la regulación del turismo, la gestión de monumentos y patrimonio cultural e histórico, reconstrucción de la historia antártica, revisión de la soberanía y políticas polares, etc.
En 2020 mediante resolución de la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur fue creada formalmente el Área de Ciencias Sociales, Comunicación y Difusión del IAA.[50]
Y en 2021 se llevaron a cabo las I Jornadas de Ciencias Sociales y Humanidades Antárticas, organizadas por el IAA, apoyadas por la Universidad Nacional de Tierra del Fuego y subsidiadas por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
El entonces Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Daniel F. Filmus en sus palabras de apertura dijo: “El aporte de las Ciencias Sociales, es fundamental y decisivo para comprender en primer lugar que la Antártida es un tema político. Por supuesto que es un tema ambiental, y es un tema de las disciplinas duras, las disciplinas naturales, pero es un tema político […] estamos discutiendo profundizar las políticas científicas y garantizar que la Antártida sea un espacio absolutamente dedicado a la actividad científica sin explotación económica, sin depredación, y vemos que las grandes potencias del mundo están en la pelea por su influencia sobre el sector antártico […] Es decir que para defender y proteger nuestra soberanía tenemos que hacer un esfuerzo mayor. En este sentido, las Ciencias Sociales tienen mucho por analizar en esta coyuntura”.
Por su parte, el Director del Instituto Antártico Argentino Dr Walter Mac Cormack[51] expresó también la relevancia de trabajar sobre la recopilación, reconstrucción y análisis del acervo histórico, de todo lo relacionado a los monumentos nacionales y con derivados de la actividad del hombre en este territorio. Pero esta iniciativa tan disruptiva hasta ese entonces, ya que hasta el momento sólo se conocía el gran trabajo científico que venía haciendo el Instituto Antártico Argentino desde las disciplinas duras y naturales, viene a marcar un nuevo hito en nuestra historia en materia geopolítica por la reafirmación de nuestra soberanía. Una historia Argentina tan rica, que es probablemente la más extensa en todo el mundo. En mi opinión, una deuda que le debemos a todos aquellos valientes pioneros y expedicionarios que la hicieron posible y los que vienen forjando un futuro para nuestro país en el mapa y la agenda mundial. En sus palabras: “Esta área tiene como parte de sus raíces los encuentros que en los años 90 los historiadores antárticos iberoamericanos realizaron promovidos por la reunión de la RAPAL de 1990 y que concretaron en el año 1992 su primer encuentro en Base Esperanza […] Mirar y estudiar la Antártida desde las humanidades y las ciencias sociales tiene una enorme relevancia para nuestro país obviamente y para nuestra institución, con su larga historia y su fuerte identidad, compromiso y memoria antártica”.
Hace poco reparé en unos artículos del Diario Prensa Abierta de Ushuaia, en la columna Nuestra Antártida: Vivencias en el Continente Blanco; escrito por el ya mencionado Alejandro Bertotto. Su columna comienza así: “La Antártida Argentina forma parte del patrimonio cultural e identitario de cada ciudadano de nuestro país, desde la infancia misma, cuando en las aulas se trabaja con la silueta cónica de un territorio que se sabe lejano, gélido y propio”. Indagando un poco más quise conversar con él, quien se define meramente como “un viejo antártico”. Cabe destacar, una persona con una humildad tan admirable como su hoja de vida. Hablando específicamente sobre el tema que aquí compete como es el avance del análisis de las ciencias sociales en materia antártica y su importancia para la geopolítica antártica, decía: “Resulta evidente, especialmente en lo que va del siglo XXI el avance del tema “Antártida” desde variados puntos de vista en ámbitos que hasta el siglo pasado no fueran considerados de manera tan profusa”.
En 1976, en lo que fuera el Manual Antártico de Patrullas Terrestres, se podía leer: “A la memoria de los argentinos que jalonaron heroica y generosamente con sus vidas los caminos de la exploración antártica, contribuyendo a la consolidación de nuestra soberanía en esas lejanas y gélidas regiones de la tierra […] La historia de la exploración y conquista de regiones antárticas es riquísima en hechos de valor espiritual que ennoblecen a los protagonistas y engrandecen las posibilidades de la acción humana hasta límites inimaginables”. Y en relación a las condiciones extremas que enfrentan los que invernan en la Antártida, la importancia y el interés cada vez mayor de estudiar el impacto del medio sobre la salud humana. El Teniente de Navío Psicólogo Luciano González[52], primer Psicólogo en invernar en la Antártida comentaba al respecto a los medios de comunicación: “La mayoría de las investigaciones antárticas son sobre atmósfera, fauna, ambiente, entre otras referidas a ciencias naturales. Los relacionados a las ciencias sociales no superan un 4%, por eso hay un interés relevante en pensar una psicología polar”.
Y este es el caso del estudio de la Antártida como modelo de desincronización circadiana, donde se exploran las consecuencias físicas y psicológicas del aislamiento en circunstancias extremas; a cargo de un equipo de investigadores del laboratorio de Cronofisiología de la Universidad Católica Argentina (UCA), el CONICET, las FFAA, el IAA, el COCOANTAR. Estudio que busca analizar los cambios en la frecuencia cardíaca, la relación sueño-vigilia, la percepción del tiempo y otros aspectos, a partir de condiciones de aislamiento y de falta de luz. “Nos interesa evaluar el funcionamiento del sistema nervioso autónomo, aquel que es independiente de nuestra voluntad y que se autorregula. Para ello, y por la cantidad de información que brinda, recurrimos al estudio de la variabilidad de la frecuencia cardíaca” (Daniel Vigo, líder del proyecto e investigador de la UCA).
Este proyecto tiene su antecedente en el programa MRAS 500, una simulación de viaje y estadía en el planeta Marte, llevado a cabo en un laboratorio artificial por la Agencia Espacial Europea en la ciudad de Moscú (Rusia). De allí la idea de implementarlo en un medio natural como la Antártida, desarrollado en Base Belgrano II, que por sus características geográficas y climáticas se presenta como análoga terrestre de las condiciones en el espacio. “La imposibilidad de salir al exterior durante la noche polar, por ejemplo, tiene un impacto sobre el organismo. Es lo que se denomina ritmo circadiano: cambios físicos y conductuales que tienen un ciclo de 24 horas y responden a la luz y la oscuridad […] a partir de una especie de reloj pulsera que se coloca en la muñeca se mide la temperatura corporal y las horas de sueño. Por otra parte, a través de cuestionarios, evaluamos la calidad y horas de sueño y también realizamos test psicométricos, que permiten determinar indicadores de ciertos estados como, por ejemplo, la depresión” (González).
Este es uno de los tantos ejemplos que podemos encontrar en el campo de la Investigación Científica Antártica relacionado a las Ciencias Sociales y Humanas, que han sido también producto de los cambios y avances de un mundo cada vez más globalizado, complejo y atravesado por flujos inter- y trans- disciplinares del conocimiento. Retomando la conversación con Bertotto, contextualiza: “El crecimiento de la comunidad antártica internacional, la irrupción del Turismo Antártico y sus propios órganos de conducción y control (IAATO), la ampliación del menú de actividades a desarrollarse tanto en lo deportivo, como en lo cultural, las aventuras de expedición, el aprovechamiento de la flota científica ex URSS como transporte para la realización de travesías de expedición, ya no sólo de turismo sino que incorporó el marketing y la concepción de capacitación y/o premiación con perfil ambiental de las empresas para con sus dependientes destacados, hizo que el accionar humano en su paso por la Antártida adopte un sin número de colores y diversidades que nos trae a estos días con un crecimiento impresionante del paso de personas anualmente en particular por el cuadrante americano del continente (Península Antártica e Islas Shetland, etc.)”. Avances que nos desafían a trabajar aún más en el fortalecimiento de la promoción de la cooperación latinoamericana antártica; lo que Cristian Lorenzo[53] marcó, en la Conferencia Geopolítica de la UNDEF en 2020, como uno de los seis factores en el marco de la política antártica argentina donde es necesario poner atención.
“Antártida ha estado, desde muy temprano, al interior del imaginario nacional de Argentina y Chile, que la han vislumbrado como una extensión del territorio continental. […] A pesar de la imposibilidad de llegar a la conformación de un frente unificado, Argentina y sus contrapartes latinoamericanas han sido capaces de construir una instancia de intercambio y coordinación relativamente exitosa, y han mantenido siempre una actitud favorable a la cooperación, en el entendimiento de que la región se encuentra intrínsecamente vinculada con la Antártida”[54] (Cardone)
De ahí también el foco científico en el análisis de las Puertas de Entrada a la Antártida. A destacar, el trabajo que viene haciendo Gabriela Roldán[55] quien investiga la relación de ciudadanía y Antártida; y ha tenido la posibilidad de trabajar en las cinco ciudades entrada al Continente Blanco (Ushuaia, Punta Arenas, Ciudad del Cabo, Christchurch, Hobart). Roldán intenta retomar a la idea sociológica de identidad como construcción. Reparando en la cultura, expresiones artísticas, producciones fotográficas y audiovisuales y la participación de estas comunidades en diversas actividades que hacen a la construcción de una conexión e identidad con la Antártida, se pregunta: ¿Cuál es la percepción que tienen las ciudades circundantes a la Antártida? ¿Cómo la representan? ¿Cómo se conectan? ¿Cuáles son las influencias de la geopolítica en lo que la gente piensa y cómo se relaciona con esta idea de la Antártida? ¿Cómo se relacionan con el medio ambiente ya que viven en un lugar conectado con la Antártida? [56]
“La definición de ciudad puerta es, además, un poco ambigua y muy amplia […] El habitante de estas ciudades tiene que estar comprometido con esta conexión y esta relación, no solo en información y educación, sino que también con su propio comportamiento y su discurso” (Roldán)
Trayendo como ejemplo a Ushuaia que tiene prácticamente el 90% del tránsito turístico marítimo hacia la Antártida, afirma: “Algunas de las ciudades se despertaron recientemente, por el hecho de que hay mucho tráfico a la Antártica a través de ellas. Uno de los cambios más importantes que se han sucedido desde la década de los noventa hasta el 2000, fueron las mejoras en infraestructura, logística y transporte […] La actividad comercial en la Antártica tiene aspectos positivos y negativos. En estos momentos lo más comercial que se encuentra es el turismo y la pesca. Con respecto al turismo, siempre se lo ve con un dejo negativo por una posible contaminación y el número de gente. Pero las personas que viajan a la Antártica, a su vez, se convierten en embajadores” (Roldán)
En la misma línea de investigación, la Dra. Claudia Estrada-Goic[57] de la Universidad de Magallanes afirma: “Tenemos numerosos estudios sobre la cuestión de la identidad antártica y hemos descubierto que es una identidad fuertemente conectada con la identidad regional, pero que también aparece como un elemento de la identidad nacional. Creemos que es una identidad fuertemente simbólica que se basa en una percepción idealizada de la Antártica […] Su valor estético, como un lugar de belleza sin comparación, y su valor científico, como fuente de recursos que pueden aportar al bienestar humano”.
Volviendo a lo conversado con Bertotto, cabe destacar que ya en el siglo XXI la irrupción de internet en las bases antárticas y medios de transporte que transitan por la región “han derribado el mayor de los mitos antárticos: el aislamiento y la falta de comunicaciones”. De aquí la necesidad de un abordaje exploratorio y reflexivo sobre las prácticas sociales; y la importancia de la comunicación como hecho cuya sustancia para muchos sería “antropo-sociocéntrica”. Una relación de comunicación que se desarrolla en el ámbito de la vida cotidiana, donde las personas y grupos sociales se constituyen como sujetos de las prácticas sociales. “La situación comunicacional, es aquella que expresa y pone en manifiesto la compleja trama de relaciones interpersonales […] A partir de estas nociones teóricas de la comunicación buscamos comprender las prácticas sociales en contextos determinados. Los sujetos involucrados en dichas prácticas están atravesados por dimensiones contextuales, culturales, históricas, económicas, sociales y jurídicas”[58]
Por su parte, el Sociólogo e investigador del Área de Ciencias Sociales, Comunicación y Difusión del IAA Matías Germán Belinco, en algunos de sus trabajos “intenta construir un recorte de la realidad que coincida lo más fielmente posible con lo observado” abordando casos exploratorios como Base Marambio y Carlini; y toma como referencia las nociones de individuación, metaestabilidad, comunicación e información de Gilbert Simondon:
- “Las relaciones entre ambiente e instituciones que dan como resultado la base, y cómo se presentan en la actualidad las relaciones entre ambiente, esa unidad y las instituciones e individuos usuarios”; desde el enfoque sistémico de Rolando García.[59] Resaltando: “la relación que tiene el Estado argentino con su Sector Antártico está mediada por instituciones que realizan sus actividades en trayectos y nodos específicos desperdigados por el territorio a modo de red”.
- “Un análisis comparativo, desde los rasgos estructurales, de las Bases Antárticas con el desarrollo sobre las Instituciones Totales de Goffman[60], tomando la situación característica del encierro y con el objeto de pensar cómo procesos disímiles adquieren formas similares”. Resaltando: “[…] el Estado argentino no puede imprimir en la Antártida la misma relación de soberanía que mantiene con el territorio americano […] es el medio el que impone condiciones y produce transformaciones en los diferentes niveles que intervienen: individuos, instituciones y unidades políticas”.
Según lo expresado por Bertotto y con lo cual concuerdo, todo lo contextualizado anteriormente influyó para que otras áreas del conocimiento más allá de las ciencias duras y naturales, comenzaran a tomar relevancia y se incorporaran a la agenda antártica de investigación. Abriendo paso a Ciencias Sociales y Humanas, como la Comunicación, los Recursos Humanos, la Psicología, la Antropología y Sociología, las Artes, a las Ciencias Económicas desde el surgimiento de las Nuevas Economías con el Desarrollo Sostenible, a las Ciencias de la salud como Medicina y Farmacia, incluso estudios más específicos de las Ciencias Agrarias. La lista puede ser tan amplia como heterogénea, pero igual de útil para profundizar en la exploración del continente antártico. Como podemos ver en los ejemplos citados.
El desafío que Argentina aún tiene por delante desde lo académico, es titánico. El excomandante del Comando Conjunto Antártico Edgar Calandín[61] afirma en uno de sus artículos publicados en la Revista Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente: “[…] resulta vital para un país que sostiene un reclamo soberano sobre una porción del continente blanco: conocer nuestro territorio y demostrar que ese triángulo de la Antártida conocido como el Sector Antártico Argentino posee íntimas conexiones con el resto de nuestro territorio nacional en Sudamérica, es una forma de validar nuestras pretensiones soberanas”[62].
Es verdad que el avance de la tecnología ha dado la posibilidad de un registro más preciso y exhaustivo del accionar antártico, acercando la realidad a las pantallas y por su intermedio a los hogares. Esto también ha motivado la publicación de un gran número de libros y artículos contando las vivencias, apreciaciones e investigaciones de personas que han pasado por el Continente Blanco. De ahí la importancia de revalorizar esos relatos y de la necesidad de una Política de Estado que viabilice estas voces en todos los ámbitos.
En el año 2010, con la sanción de la Ley 26.651[63], se estableció la obligatoriedad del uso del mapa bicontinental “en todos los niveles y modalidades del sistema educativo como así también en su exhibición pública en todos los organismos nacionales y provinciales”; pero ¿realmente se aplica y se interpreta en todas las aulas del país?
También existe el Día de la Antártida Argentina que conmemora la inauguración del Observatorio Meteorológico Orcadas del Sur, pero… ¿se ha incorporado este conocimiento a la historia de nuestro país como sí se estudian otras fechas patrias?
En 2013, el Poder Legislativo de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur promulgó la Ley Nº 936[64] que incorpora a su calendario escolar el Día de la Confraternidad Antártica, fecha que busca fomentar y concientizar en los distintos niveles educativos y a la que han adherido otras provincias, pero… ¿realmente se ha logrado el objetivo dentro del territorio fueguino?, ¿y qué sucede a lo largo y a lo ancho del resto del país?
¿Acaso en la Facultad de Derecho o de Relaciones Internacionales existen formalmente materias que se dediquen a estudiar instrumentos jurídicos como el Tratado Antártico o la Geopolítica Antártica? ¿Acaso en las carreras de Recursos Humanos o Comunicación se abordan temas sobre el trabajo o las estructuras organizativas en las bases antárticas, la gestión de las comunicaciones, la existencia de la radio más austral del mundo LRA36 Radio Nacional Arcángel San Gabriel? ¿En la Historia Argentina, se valoran los pioneros antárticos como los seres patrióticos que fueron? Y puedo estar horas enumerando y resultaría prácticamente un listado no sé si exhaustivo pero bastante cerca de serlo.
Y quiero expresar con esto, que a pesar de los avances en materia de investigación y la extensa bibliografía que hay, aún es grande la brecha que existe en su comunicación y difusión al resto de los ciudadanos argentinos que nada tienen que ver con el entorno antártico, partiendo por los contenidos curriculares en las escuelas. Existen numeroso proyectos independientes que se han ido desarrollando a lo largo de los años acercando contenidos educativos y científicos a distintos ámbitos; lo que ha logrado generar sinergia entre diversos actores regionales, nacionales e internacionales. Pero nada de esto confluye en una política educativa formal, estatal y obligatoria que incluya herramientas teóricas y metodológicas específicas que promuevan mayor conciencia sobre la Antártida en todo el país.
Y quiero hacer hincapié en el rol del niño antártico, que muchas veces se deja relegado, y juega un papel crucial a la hora de transmitir, debido a su capacidad de internalizar experiencias desde una edad temprana. Estos niños desarrollan una comprensión profunda de la importancia de la presencia argentina en la Antártida y se convierten en embajadores naturales del respeto por el medio ambiente y los valores soberanos, siendo motores de cambio en su devenir social con sus pares, asegurando la continuidad del compromiso argentino con la región[65]. Quiero traer a colación un ejemplo, que me implica en lo personal, cuando cursando el secundario por medio del SEADE en 1998 representé a la Dotación de Base Antártica Esperanza, desarrollando íntegramente en conjunto con un Subof. Topógrafo designado (con los escasos recursos que contábamos en ese momento) la 1er página web de la Base Esperanza; en el marco de las II Olimpíadas Nacionales en Internet, organizadas por el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación y el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET). La web se llamaba: “Base Antártica Esperanza: una conjunción de geografía, educación, ecología y ciencia”. Además, se produjeron y recopilaron varios de los materiales fotográficos[66] que luego se utilizaron por los organismos oficiales para la producción de otros documentos de difusión.
Hace poco tuve la posibilidad de retomar contacto con quien fuera supervisora allá por 1997, cuando la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur se hiciera cargo del establecimiento educativo más austral del mundo emplazado en Base Esperanza, hoy Escuela Provincial Nro38 Raúl Ricardo Alfonsín, que hasta ese entonces era responsabilidad del sistema de educación a distancia que brindaba el Instituto de Ejército Dámaso Centeno. Nélida Juich comentaba: “Cuando fui convocada por el Ministro de Educación de Tierra del Fuego para llevar adelante, con el entonces Director de Antártida Alejandro Bertotto, la creación de un nuevo establecimiento educativo provincial en la Antártida nos planteamos que los maestros que viajaran fueran agentes multiplicadores. Había que moverse, aprender sobre el lugar, la forma de vida y programar todo un año; y que la gente conociera qué se estaba haciendo, que nuestra presencia era importante para nuestro país y nuestra provincia en especial. Incluso después de tantos años, el camino que está recorriendo el conocimiento antártico es muy lento. No puede ser que aún en muchos lugares del país se ignore qué se hace en la Antártida, cuando tenemos en las aulas los mapas de Argentina como un país bicontinental. Hay un desconocimiento sobre para qué están nuestras bases. Ignoran la historia, el sacrificio que han hecho los pioneros, quienes en muchos casos han dado la vida también en pos de explorar y trabajar en el continente blanco”.
Y en la misma línea, el Prof. Gustavo Lezcano[67], quien fuera docente en Base Esperanza en las campañas 2005 y 2008: “Sin educación no hay ciencia y sin ciencia no hay conocimiento. La discusión y la difusión sobre la Antártida la hacemos los apasionados, el antártico que invernó, el que desde su experiencia empuja la difusión y el conocimiento. Para mí Antártida fue un antes y un después. No me alcanzan los años para que algo pueda superar esta experiencia. Tierra del Fuego es la tierra de las oportunidades. La temática antártica está oficializada por Ley de Educación de la Provincia, en el diseño curricular en los diferentes anexos educativos. Pero saliendo de Tierra del Fuego, empieza a ser desconocida. Es un arduo trabajo a pulmón para llevar adelante los proyectos. Todavía se necesita de un firme trabajo en conjunto de los diferentes organismos por una Política de Estado sólida para una transposición didáctica, de difusión y comunicación de la ciencia, como así también de una concientización de regionalización”.
Muchos se han atribuido una de las frases que más he escuchado en materia antártica: «No se defiende lo que no se ama y no se ama lo que no se conoce». Una variación de lo que Jacques-Yves Cousteau[68] dijo: “Las personas sólo amamos aquello que conocemos, así de ingenuos somos”. Porque conocer y reconocer a “ese otro” con quien nos identificamos, también es apropiarnos de otras voces y replicarlas, y hacerlas parte y sentirlas propias. Existe una necesidad imperiosa de nuestro país de generar en el ámbito académico nacional un espacio de puesta en común y reflexión crítica de la producción de las Ciencias Sociales y Humanidades sobre la Antártida. La educación antártica (en todos sus niveles y ámbitos) es imprescindible para construir una comunidad comprometida con los valores antárticos. Y políticas de Estado continuas y alineadas a la reafirmación de los derechos de soberanía (en todos los niveles de gobierno) para construir una identidad nacional bicontinental. “La meta principal de la educación es crear hombres que sean capaces de hacer cosas nuevas, no simplemente de repetir lo que otras generaciones han hecho; hombres que sean creativos, inventores y descubridores”[69] (Jean Piaget)
- UN AVISTAJE ANTÁRTICO DESDE LA MIRADA ANGLOSAJONA Y LATINA
En la Antigüedad, la existencia del Continente Antártico representaba en principio una hipótesis, la “Terra Australis Incognita”; pasando a ser una necesidad funcional para compensar el peso del hemisferio norte, así la Antártida como lo opuesto (anti) al Polo Norte (arktos=oso).
Siguiendo la línea de algunas investigaciones[70] internacionales recopiladas sobre la Valoración de la Antártida desde la mirada de la percepción pública y los actores implicados en actividades in situ (científicos, personal militar y civil de apoyo), intentaré distinguir algunos de los valores que se trazan en torno a la importancia de la Antártida.
- Valor Geopolítico: La Antártida como modelo para la resolución de conflictos y construcción de instituciones sólidas a través de la cooperación internacional, status regulado por el Sistema del Tratado Antártico que promueve la paz, la ciencia y la colaboración global en la región. Aún a pesar de las divergencias políticas que presente cada país sobre el territorio.
- Valor Económico: La Antártida como potencial económico, por sus recursos minerales y pesqueros, como así también la atracción turística. Algo que está regulado por el Sistema del Tratado Antártico para evitar cualquier explotación.
- Valor Ecológico: La Antártida como una reserva natural, ya que alberga ecosistemas y especies únicas que son cruciales para la biodiversidad global.
- Valor Científico: La Antártida como laboratorio natural, ya que su entorno único permite a investigadores de diversas disciplinas poder estudiar procesos globales y regionales como el cambio climático, la capa de ozono, la evolución de las especies, el derretimiento de los glaciares, cómo influye el entorno en el comportamiento humano, etc. Su ecosistema es un indicador sensible de los cambios climáticos y ambientales que afectan al resto del mundo.
- Valor Cultural e Histórico: La Antártida como patrimonio cultural, ya que posee un rico capital en la historia de exploraciones, hazañas de los pioneros en condiciones extremas, fundación de las bases, monumentos y documentos como vestigios de su paso por esas latitudes que también hacen a la historia de cada país.
- Valor Sostenible: La Antártida como un capital natural, económico y social, ya que está asociado a la gestión sostenible de las bases e implementación de políticas de conservación de los recursos; en el marco de los ODS[71] presentados por la ONU.
- Valor Educativo: La Antártida como objeto de estudio, ya que presenta una nueva e innovadora oportunidad para el aprendizaje en materia de ciencias naturales, ambientales, geografías, recursos humanos, relaciones internacionales, etc.
Hay muchos países que se atribuyen el haber descubierto la Antártida, y la realidad es que no hay pruebas fehacientes que señalen un ganador. Pero las naciones anglosajonas suelen enfocar su narrativa antártica en la exploración heroica, algo que tomaron la mayoría de los libros y materiales de estudio que se utilizan en todo el mundo, incluso en nuestro país. Relegando en gran medida la historia de pioneros antárticos argentinos.
El Tratado Antártico que regula la actividad en la Antártida fue sancionado y firmado en Washington en 1959 por los países: Argentina, Australia, Bélgica, Chile, la República Francesa, Japón, Nueva Zelandia, Noruega, la Unión del África del Sur, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de América, que obró de anfitrión. De los cuales, siete tenían reclamos territoriales y resalta en este grupo la presencia anglosajona. Si bien EEUU no tiene reivindicaciones por el momento, se arroga un rol de liderazgo en la negociación y mantiene intensas actividades de investigación científica en el continente antártico.
Al respecto, intentaré articular una breve diferenciación entre la construcción anglosajona y la construcción latina de la Identidad Antártica:
Desde una perspectiva histórica:
- En lo que refiere al descubrimiento, en la construcción anglosajona prima el enfoque pragmático y científico, donde la exploración y la investigación científica son pilares fundamentales de su presencia en la Antártida. De lo que surge a grandes rasgos que la gran disputa por el descubrimiento de la Antártida descansara sobre España, Reino Unido y Rusia. Y su narrativa está orientada a destacar a heroicos exploradores como James Clark Ross, Shackleton, Amundsen, Scott, Larsen, Nordenskjöld. Un breve recuento de las versiones del “descubrimiento”:
>> La versión española y un naufragio con más dudas que certezas, cuando España pierde el navío San Telmo de la flota “División del Mar del Sur”, el San Telmo, en medio de un fuerte temporal, en la posición 62º latitud sur y 70º longitud oeste (1818). Algunos estudios indicarían que sufrió graves averías y terminó en las costas de las Shetland del Sur. Pero no fue encontrado. También ciertos registros dan cuenta que el capitán británico Smith habría hecho desaparecer los restos del naufragio en uno de sus avistajes al año siguiente.
>> La versión británica y la evidencia tangible de la existencia de tierra en esas latitudes gracias al capitán William Smith (1819), a bordo del brick Williams en el contexto de viajes comerciales en el Atlántico Sur en los albores del siglo XIX; que debido a las condiciones climáticas sufrió un desvío de su curso habitual hacia Valparaíso (Chile) avistando una tierra hasta ese momento desconocida cerca de las Shetland del Sur. Lo que desencadenó futuras exploraciones de confirmación y el desembarco de la Armada Británica en la Isla 25 de Mayo, tomando las tierras en nombre del Rey Jorge en 1820.
>> La versión rusa y la documentación de una masa de tierra cubierta de hielo, que se dio gracias a la expedición liderada por Fabian von Bellingshausen al mando del Vostok y Mikhail Lazarev al mando del Mirny (1819-1820); cuyo objetivo era explorar el Atlántico Sur y buscar nuevas tierras. A principio de 1820 von Bellingshausen y su tripulación avistaron una masa de tierra cubierta de hielo en la parte oriental de la Antártida; lo que fue el inicio de importantes descubrimientos y observaciones científicas, múltiples acercamientos al continente y cartografías de una parte de la masa continental antártica.
>> EEUU y la consolidación de la existencia de un continente al sur, cuando el cazador de focas, Nathaniel Palmer, capitán de un barco llamado Hero se acercó a la Península Antártica, hasta ese momento desconocida, buscando mejores lugares de caza debido a la sobreexplotación en las áreas tradicionales (1820). Si bien se dio casi en simultáneo con los avistamientos Ruso y Británico, Palmer nunca hizo un reclamo formal para EEUU.
- Los países latinoamericanos como Argentina y Chile suelen tener un énfasis más geopolítico y territorial, con la noción de presencia continua y activa en el Continente Blanco, la importancia de su proximidad geográfica y la historia de los pioneros antárticos como puntos clave. En Argentina, la historia está atravesada por el protagonismo de las FFAA, creemos en las tradiciones, en la noción de Patria donde los pueblos son sujetos de historia, en valores como el nacionalismo, la justicia social y en la importancia de los símbolos patrios. Nombres como Pujato, Sobral, Leal y otros tantos lideran la lista de nuestros pioneros antárticos. Las FFAA, a través del perfil y trayectoria profesional de los pioneros antárticos, contribuyó a la definición y concreción de la Política Antártica Nacional.
>> Tal es el caso de Argentina y su “primera aproximación” a la Antártida por el Almirante Guillermo Brown en su viaje hacia el Pacífico, cuando fue arrastrado por un temporal en el pasaje de Hoces (Drake) hasta los 65º S, avistando tierra en las cercanías de lo que ahora se conoce como región Antártica (1815). Acontecimiento que figura en sus bitácoras, pero ante la falta de documentos oficiales y pruebas concluyentes no puede verificarse. Tiempo más tarde se vió reforzado con la aparición de cazadores de focas y lobos de dos pelos, “traían pieles de lobos marinos desde “Patagónicas”, que para la época equivalía a Patagonia, Tierra del Fuego y más al sur” (Facchin)[72]
Desde una perspectiva política:
- La noción de gobernanza anglosajona está centrada en la relevancia del Tratado Antártico, atravesada por la idea de un espacio neutral y desmilitarizado de cooperación internacional para la investigación científica y protección del medio ambiente. Aunque en su trasfondo busque homogeneizar bajo el imperio del dinero y el comercio.
- Las reclamaciones de los países latinoamericanos está enraizada en la defensa de derechos históricos de soberanía preexistentes a la firma del Tratado Antártico, interpretado este último como un instrumento jurídico que si bien no elimina las reclamaciones de soberanía territoriales posibles y preexistentes en la Antártida, prohíbe la ampliación o creación de nuevas reclamaciones mientras dure el tratado. En el caso de Argentina, si bien la actividad está orientada a la paz y a la ciencia, y se le da relevancia a la investigación científica, al cuidado de los recursos y a la cooperación internacional, la estrategia antártica está atravesada por una connotación militar orientada a la exploración y a seguir profundizando la presencia en el territorio. Cardone[73], del Departamento de Ciencia Política de São Paulo, contextualiza: “se verifica que el accionar de cooperación argentino a respecto de la Antártida en la región ha sido fuertemente pautado por las actitudes de las potencias extracontinentales, las diferencias en las apreciaciones sobre la cuestión antártica, los conflictos y competencias por la hegemonía regional y las vicisitudes de su política interna”.
Desde una perspectiva cultural:
- La identidad antártica anglosajona tiende a verse fuertemente conectada con la comunidad científica transnacional enfocada en conceptos de sostenibilidad, conservación del medio ambiente e investigación del cambio climático.
- La identidad antártica de los países latinos, si bien repara en la investigación científica como parte de su Plan Antártico, está ligada fuertemente a la defensa de los derechos soberanos y su presencia en la región Antártica, la importancia de la geopolítica de la región y la promoción de una identidad nacional bicontinental a través de los mapas que constituyen una representación acerca de la manera en que un país se proyecta. “Muchas veces acusan a los latinos de ser un poco más apasionados en el tema del nacionalismo antártico, pero todos tienen intereses políticos respecto de la Antártica” (Roldán). Comparto algunos ejemplos de los lemas que pueden leerse en distintivos correspondientes a las Bases Antárticas Argentinas:
- Base Esperanza. Permanencia, un acto de sacrificio.
- Base Belgrano II. Centinela de los confines de la Patria.
- Base San Martín. Hombres de voluntad, luchan y vencen desde 1951.
- Base Primavera. Sitio consagrado a la paz y a la ciencia.
- Base Sobral. Lugar de sacrificio y permanencia para la ciencia.
En síntesis, se pueden llegar a identificar algunas diferencias que reflejan las diversas prioridades y enfoques que los países tienen respecto al Continente Antártico. De lo que se puede reconocer como la mirada anglosajona logra atravesarnos en algún punto, en un juego de convergencias y divergencias.
- MAPAS MENTALES: LA CONSTRUCCIÓN DEL IMAGINARIO ANTÁRTICO DESDE EL RELATO
La cultura, se puede interpretar como una trama de signos creados por el hombre. La cultura dota al mundo de sentido y lo vuelve comprensible. Al hablar de “Imaginario” es importante tener en claro que nos encontramos frente a un concepto polisémico que puede ser definido desde diferentes corrientes del pensamiento, marcos teóricos y autores. Por eso, la idea en esta instancia es presentar un concepto que nos resulte lo suficientemente operativo para entender cómo expresiones culturales, entre ellas la literatura y la fotografía, han contribuido a establecer en el imaginario una representación de la Antártida.
Si bien puede asociarse “lo imaginario” con palabras como ensoñación, mitológico, simbólico, utópico, que se vale de una imagen tanto visual como mental más relacionado al campo de la ficción. Pero es más que eso, lo imaginario interroga significaciones. Daniel H. Cabrera, Dr. en Comunicación de la Universidad de Navarra sostiene que entre 1960 y 1967 surgieron en las ciencias sociales un grupo de conceptos con cierta familiaridad: “imaginario”[74], “imaginario social”[75], “representaciones colectivas”[76], “episteme”[77], “paradigma”[78] y “universos simbólicos”[79]. Él lo define como “potencia magmática y fuente de todo lo que el ser humano se da como significado y sentido. Es la matriz de la acción humana que lo trasciende, histórico y culturalmente y lo constituye […] conjunto efectivo de imágenes-representaciones, de afectos […] y deseos o anhelos en constante movimiento de solidificación-materialización”[80]
Entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de imaginario, hipertexto, asociaciones, representaciones? El semiólogo francés Roland Barthes[81], trabaja sobre los efectos que producen las fotos en el Spectator (el sujeto mirante). Nos dice que la foto nos habla, suscita una idea, nos induce a pensar, es “subversiva y no cuando asusta, trastorna o incluso estigmatiza, sino cuando es pensativa”[82]. Son llamadas “fotos pensantes” porque nos incitan a reflexionar, a preguntarnos, a cuestionarnos. Barthes nos dice: “Para ver bien una fotografía, es mejor apartar la mirada, o cerrar los ojos”[83]. Para hacernos una idea de lo que este semiólogo francés quiere decirnos con esta cita, basta remitirnos a su obra “Escribir la Lectura”, donde relaciona la mera actividad de leer con la imaginación. Leer un texto y leer una fotografía, relacionarnos íntimamente con palabras, con imágenes, subjetivarlas. “¿Nunca os ha sucedido, leyendo un libro, que os habéis ido parando continuamente a lo largo de la lectura, y no por desinterés, sino al contrario, a causa de una gran afluencia de ideas, de excitaciones, de asociaciones?”[84]
El hecho de levantar la cabeza; de interrogar la propia lectura, la propia imagen; de asociar el texto material o visual con otro virtual (donde entran a jugar imágenes, significaciones). Hay un suplemento de sentido, aquel que todo lector tiene en su cabeza (discurso cultural, códigos sociales…), elementos que completan lo que el autor o texto nos dice, para poder interpretarlo mejor. Barthes remarca que leer es escribir un texto, donde todo lector construye su lectura, no analiza, sino que construye un texto cada vez que levanta la cabeza. Por lo que toda obra es interactiva, al buscar lo que está entre líneas. Cuyo sentido también se lo imprime la historia, el contexto socio – histórico – cultural que atraviesa al sujeto y que no se puede dar meramente por supuesto. Uno dice subjetividad y generalmente piensa en uno, y nada más que uno, y acá la idea es que la subjetividad pueda ser construida por muchos más que uno. En una entrevista que le hizo Antonio Carrizo en el 79 a Jorge Luis Borges, este último expresó: «Yo sospecho, como Stevenson,(…) que cada hombre es una multitud. Herman Hesse dijo todo hombre incluye a toda la humanidad y Whitman también, soy multitudes… yo creo que somos multitudes. Quizás seamos todos nuestros antepasados, pero además todos los hombres que han vivido anteriormente, y quizás por qué no?, seamos más que ésta mañana. O por qué no? los hombres venideros también… Voy a suponer que somos una suerte de eternidad, un conjunto de ayeres, de presentes y de futuros…”
No es cierto que la idea de hipertexto fue introducida por esta vorágine que provocó la aparición de los ordenadores y la web, si bien facilitan la creación, tal concepto viene de mucho antes; donde ya se encontraban vestigios de hipertextualidad, de múltiples e infinitas lecturas e interpretaciones. Ejemplos en la literatura podemos encontrar muchos: Borges con su obra “El jardín de los senderos que se bifurcan”; Cortazar con su obra “Rayuela”; entre otros textos. Aquí el lector puede crear su propia aventura, darle un final distinto, dejándose llevar por la magia, la fascinación, la imaginación propia.
La imaginación es un fuera de campo temporal y me atrevo a decir espacial. Los relatos re-presentan lo verosímil. Poseen intencionalidad. Pero son verdades sólo si se corresponden con la realidad. En materia antártica, podemos ver ejemplos en la literatura occidental, con una conocida trilogía de la mano de Edgar Allan Poe con “Las aventuras de Arthur Gordon Pym” (1838), Julio Verne con “La esfinge de los hielos” (1897) y H.P. Lovecraft con “En las montañas de la locura” (1936). Cada uno de ellos, con un estilo único, despertó “la duda fantástica sobre lo que se oculta más allá del Polo Sur”[85].
Estos autores, contribuyeron a través de sus obras a establecer en el imaginario una representación de la Antártida como un lugar misterioso, sombrío y macabro, con fenómenos inexplicables, un terreno inhóspito, inexplorado, fascinante pero lleno de peligros. Si bien Verne introduce la coherencia con una obra marcada por aventuras y descubrimientos científicos, carece aún de realismo ante la falta de documentación precisa hasta el momento, lo que permite la libertad de imaginar contextos contaminados de conjeturas que rozan lo fantástico. Algo que cambia posteriormente, con la llegada al Polo Sur en 1911 y la difusión de mayor información sobre el continente antártico. Puede leerse:
“A cada paso que dábamos en el país se afirmaba nuestra convicción de que nos encontrábamos en una tierra que difería de todas las visitadas hasta entonces […] Los árboles no se parecían a los de las zonas tórrida, templada o fría del Norte; las rocas eran diferentes por su masa y su estratificación” (Poe)
“[…] extensas planicies áridas y negruzcas, entre colinas de regular altura […]” (Verne)
Aun así, si bien en la obra de Lovecraft el verano austral se acerca más a la realidad, caracterizado por un clima inestable, sol pálido, tormentas amenazantes y horizontes con grandes montañas; el autor retoma la locura de Poe y se arriesga aún más a un mundo subterráneo de raza alienígena y de misterio insondable donde las leyes de la naturaleza no aplican. “La Antártica de Lovecraft es el más terrible de todos sus paisajes. Este desolado reino del hielo y muerte, el lugar de donde le llegaba “la niebla y la muerte” al viejo Marinero es, al mismo tiempo, una versión realzada de la Antártica real, y una visión de la aborrecible meseta de Leng, el techo del mundo.”[86]
En la literatura Argentina, en cambio, distando de las novelas de aventura fantástica, podemos contar con algunas narraciones y poemarios dedicados al continente blanco, la obra “La vida en el Polo” (1886), es uno de los primeros poemas de difusión masiva en formato de folletín, publicado bajo el seudónimo Antares, y que busca reafirmar la identidad de esta joven nación:
“Más ha habido un hombre fuerte / más que los otros, no hubo alguna senda / que lo llevase con propicia suerte / del mundo hacia el confín en la contenida / venciendo un día el límite explorase / que a los demás encubre oscura venda” (Antares)
Los textos posteriores a la llegada al Polo Sur empiezan a mostrar coincidencias entre las representaciones y el relato de los exploradores, más orientados a resaltar cuestiones históricas y geográficas cuyo objetivo estaba orientado a generar conciencia sobre la soberanía nacional.
¿Qué representaciones sobre la Antártida podemos encontrar hoy en día?
Por un lado, se puede rescatar desde la indagación de Roldán y las puertas de entrada, la representación ciudadana de una Antártida definida como:
– Blanca, prístina, pura, excepcional, incomparable, hermosa, salvaje, impresionante.
– Lugar deseado e inalcanzable, disponible para pocos.
– Última frontera, parte de la soberanía de ciertos países.
– Lugar frágil que necesita protección.
– Libre de problemas por lo que no necesita de mi atención, no es prioridad.
– Descubierta, conquistada, reclamada, dividida según intereses de distintos países.
Por su parte, Marisol Vereda y Mariana Morgavi[87], del Instituto de Desarrollo Económico e Innovación, Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur hacen un abordaje cuyo objetivo era analizar los imaginarios construidos sobre Tierra del Fuego y Antártida, desde una comparación de los relatos de viaje de la ‘era heroica’ y material de promoción del turismo antártico correspondiente a la temporada 2019/2020. De lo que surge como síntesis: “Antártida y Tierra del Fuego comparten la idea de lo remoto, la naturaleza salvaje, vastedad e inmensidad resumida en el fin del mundo y más allá”.
Por otro lado, en una entrevista abierta, Nilda Juich se anima a delinear algunas representaciones:
– En general, en el país se desconoce aún qué se hace en la Antártida.
– En muchos casos se sigue pensando que solo hay bases militares.
– Son muy pocas las personas, sobre todo mayores, que reconocen que en las Bases se hace ciencia.
– La Antártida se percibe como un lugar frío y blanco.
– El Rompe Hielos se identifica a veces como un buque de turismo.
Por último, algunas representaciones tergiversadas que surgen por un sondeo aleatorio que hice en redes sociales:
– La Antártida está ubicada en Ushuaia.
– Se inverna en cuevas o iglúes como los esquimales de Alaska.
– No se puede salir por el austero clima.
– Hay quienes también piensan que hay osos polares dentro de la fauna.
– Las teorías más “conspiranoicas” sobre la Antártida incluyen ideas como que es el hogar de civilizaciones extraterrestres, avanzadas o antiguas, que alberga bases secretas de gobiernos globales o incluso de nazis, la existencia de una entrada secreta al «interior de la Tierra», y hasta que hay una barrera de hielo que protege continentes inexplorados.
“Hoy en toda base antártica se ve TV en directo y las múltiples plataformas de internet permiten a quiénes transcurren largas temporadas estar siempre actualizados con la información. Ni hablar de las comunicaciones personales. Con la evolución de los smart phones, cada persona tuvo su propia cámara portátil digital y la posibilidad de registrar vivencias. Esto, mas sus propias sensaciones motivó que las publicaciones antárticas del siglo pasado de unos pocos selectos, se conviertan en múltiples apariciones de excelentes libro, video y artículos periodísticos publicados por cualquiera de los integrantes de una dotación, tripulación, campamento o patrulla” (Berttoto) Hay una consolidación creciente de un nuevo modo de experimentar al mundo, conjuntamente a una nueva manera de construir las representaciones e imaginarios sociales (“metalogos y espacios mentales”[88]); donde la hibridez del lenguaje y la inmediatez de las comunicaciones se presentan como protagonistas en el marco de una reconfiguración de la dimensión espacio-temporal. Lo que brinda un sentido de identidad y pertenencia con particularidades propias y singulares.
- DE SUJETOS MIGRANTES
La Antártida o Antártica es un continente, el más austral del planeta, ubicado al sur del paralelo 60º S alrededor del Polo Sur. También llamado “continente blanco” o “desierto blanco”. Una península totalmente aislada por grandes profundidades oceánicas, inmensas masas de agua que se congelan y descongelan según la época del año. Ya que es una región con condiciones climáticas muy rigurosas de bajas temperaturas y vientos que pueden superar los 300 km/h. La flora es muy pobre con la presencia de líquenes, musgos y como excepción alguna gramínea. En cuanto a la fauna se reduce a algunos invertebrados, moluscos como el Krill (seres microscópicos que inician la cadena alimenticia), mamíferos como focas, leopardos marinos, una variedad de ballenas y orcas, pingüinos como los Adelia, Barbijo, Papúa y Emperador, aves como las palomas antárticas, albatros, cormoranes, skúas. La Antártida no posee población humana autóctona, ni permanente (en el sentido tradicional del término) y su actividad está consagrada a la paz y a la ciencia.
El concepto de Territorio concebido como un espacio geográfico delimitado donde un Estado ejerce su soberanía, en el caso de la Antártida, es mucho más complejo debido a las reclamaciones superpuestas y la regulación internacional del Sistema del Tratado Antártico. Pero estos aspectos que se manifiestan en la administración de cada una de las bases antárticas implican un control social y organización espacial (Guiddens)[89]; y sirven para entender cómo las interacciones entre los individuos y las instituciones contribuyen a la construcción de las identidades colectivas en este contexto tan particular y específico donde prima la preservación de los recursos y la acción pacífica y responsable del hombre.
En este sentido, la vida en la Antártida se da por un flujo atravesado por códigos de la experiencia humana que tiene que ver con roles, prácticas, rutinas, resistencias y materialidades, atendiendo al entorno físico aislado, hostil y extremo y a las epistemologías geopolíticas que lo moldean. Porque la Antártida siempre nos interpela, pero el sujeto en su devenir torna dinámico ese entorno en el cual se desarrolla.
La movilidad es un componente esencial del contexto antártico. Una migración temporal y relacionada con un fin específico (nómades) ; donde científicos, civiles y personal militar de apoyo se desplaza estacionalmente a las bases, creando comunidades transitorias y multiculturales donde emergen nuevos sujetos sociales, políticos y culturales de naturaleza transnacional.
Toda migración en principio promueve una “crisis radical de identidad”, al separar al sujeto de esas referencias afectivas, sociales, y culturales[90] emergiendo un nuevo sujeto social, político y cultural, que obliga a repensar fronteras y de-construir la noción de ciudadanía e identidad en términos de cultural y derechos humanos. “[…] la migrancia implica un movimiento en el cual ni los puntos de partida ni los de llegada son inmutables o certeros. Apela a una morada en un lenguaje, unas historias y unas identidades que están constantemente sujetas a mutación […]”[91] (Chambers)
Y en esa migración hay un “rito de paso”[92], al salir de un lugar para movilizarse a otro para vivir, estudiar y/o trabajar temporalmente, donde se traman coordenadas nuevas de convivencia. “Vivir en otra parte significa estar constantemente inmerso en una conversación en la que las diferentes identidades se reconocen, se intercambian y se mezclan, pero no se desvanecen. En este sentido, las diferencias funcionan no necesariamente como barreras, sino más bien como signos de complejidad”[93] (Chambers) De ahí, la importancia de un con-vivir para entender las relaciones entre los códigos y flujos en ese hábitat móvil.
Recuerdo la nostalgia por el desarraigo al lugar de pertenencia. La incertidumbre de esa migración transitoria a tierras inhóspitas, tan lejanas del continente americano. La sensación de extrañamiento por el afuera, ante el primer contacto al llegar a Base Marambio y descender del Hércules[94]. La ansiedad y curiosidad propias del descubrimiento y arribo en el Q5[95] a Esperanza, que sería el lugar donde viviría. El reconocimiento de un entorno que se extendía sobre mí y en el cual era un mero ser diminuto. La contemplación ante lo extraño, lo ajeno que poco a poco se iba tornando cada vez más familiar. El proceso de adaptación está signada por aquello que dejamos ir y aquello que nos apropiamos. Des-aprender para aprender nuevas formas, nuevas prácticas. Con el correr de los meses muchas de las cosas correspondientes a la forma de vivir, la vestimenta, la alimentación, que eran propias del continente sudamericano e incluso cómo nos relacionábamos con la naturaleza, comenzaban a resultar ajenas.
“La dimensión del impacto sobre la noticia de mi partida a la Antártida ante la incertidumbre por esa migración transitoria a tierras inhóspitas fue incomparable con la dimensión del impacto de llegar al lugar. A través de la mirada podemos indagar, registrar cosas, identificarlas, todo relacionado con el bagaje cultural de cada uno. El “ver” se da a partir de la objetividad, de las denotaciones, hallar lo general; mientras que el “mirar” es más detallado, implica conocimiento, análisis, connotación”. Es increíble la clara percepción que podemos llegar a tener apartados del traqueteo o ruido ensordecedor que se vive en las grandes ciudades. Se despiertan sentidos que comúnmente dormitan en la rutina diaria de la urbe”[96].
La incertidumbre es una constante, al estar supeditados a las condiciones que impone el clima y el terreno. Condiciones que articulan la forma en que las personas se relaciones con el medio, las nuevas prácticas y la logística propia. No se sabe cuándo toca partir, ni cuando volver. La operación de los que invernan en la Antártida, tiene un punto de no retorno para las bases más australes, por las particularidades meteorológicas y principalmente por las formaciones de hielo de determinado grosor; cuestiones que pasada determinada fecha imposibilitan el acercamiento del rompehielos o el hércules y obligarían a las personas que están allí a quedarse otro año más, racionando los víveres por no poder establecer el relevo. Tal puede ser el caso de Base Belgrano II, donde el acceso es muy dificultoso y a veces tiene que estar mediado por aerolanzamientos de elementos e insumos necesarios para el personal. El vivir allí durante un tiempo es un desafío y una pelea constante contra el clima, el aislamiento y diferentes cambios subjetivos que se van sucediendo en lo personal y en lo grupal.
Hay una frase que no pasa desapercibida, que estimo, todo antártico tiene en su memoria. Puede verse en un cartel en Base Marambio[97] y marca el comienzo de un viaje de deconstrucción donde el desarraigo, el apego y el sentido de pertenencia entran en un juego constante de contradicción y conciliación. “Cuando llegaste apenas me conocías, cuando te vayas me llevarás contigo”. Al regreso, después de invernar todo un año, comprendés en qué estaba pensando la persona que la escribió. Cuando uno vuelve a su lugar de origen (continente sudamericano en el caso de Argentina), ya no es el mismo, ya no quiere ni puede volver a ser el mismo.
Claude Lévi-Strauss[98] propone, desde un enfoque estructuralista, un análisis del comportamiento humano atravesado por una estructura invisible de reglas que ordena la sociedad. En la Antártida se da una interacción particular entre las personas, el ambiente y el marco socio cultural y político en el que se desenvuelven. De esa práctica, de ese habitus[99] que se constituye en el espacio social, la importancia de comenzar a percibir el hábitat “como una forma de vivir el tiempo y el espacio no como si fueran estructuras fijas y cerradas, sino como fuentes que incitan a una apertura crítica […] en el que se juega el sentido de la identidad, del lugar y de la pertenencia»[100] (Chambers).
La importancia de rescatar la experiencia de estar con un otro, ese otro extraño hasta ese momento (llámese individuo o entorno físico), a partir del cual concebimos rasgos y prácticas socio-culturales en relación a espacios y momentos determinados. Un proceso dinámico y continuo donde las fronteras culturales son permeables y se producen intercambios constantes, donde se van asumiendo identidades de acuerdo al contexto en el que nos movemos (García Canclini)[101]. De eso se valen las identidades, un proceso de hibridación en sí mismo, como lo trae desde la perspectiva latinoamericana el antropólogo Néstor García Canclini.
Paulo Cohelo[102] dice: “Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante de un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio”. Embarcarse en un viaje así, significa una completa aventura en el sentido más amplio de la palabra. La identidad se genera en ese constante movimiento. Un pasaje, un tránsito constante, donde el vagar produce transformación, cambio permanente. Vamos dibujando mapas mentales y eso determina cómo nos apropiamos de esos nuevos espacios. Espacios que intervenimos, pero que también nos intervienen y atraviesan. Construimos lo que habitamos, pero ese medio también nos habita y nos de-construye. De lo que a efectos prácticos se puede distinguir del devenir cotidiano en las Bases Antárticas Argentinas:
La motivación para elegir ese destino, que puede resultar de razones muy heterogéneas, desde “El deseo inconsciente de vivir una aventura fogoneada por lecturas, películas, fotografías, o simples comentarios vertidos por personas que regresaron de esa experiencia. En algunos casos para los pragmáticos sería la obtención de una retribución económica que por simple comparación no cubre mínimamente con su producto el riesgo, el desarraigo y las consecuencias posteriores de un alejamiento prolongado desde su normal medio ambiente. Otra motivación se apoya en el egocentrismo de magnificar con tal actitud una mejora de su currícula. La más valedera (sin perjuicio de la convergencia de parte de alguna de las razones apuntadas), se nutre en la valentía de quienes poseedores de un auténtico sentido patriótico comprendieron la necesidad de continuar enarbolando las banderas esgrimidas por los pioneros”[103]
Otra de las personas con la que tuve la posibilidad de interactuar para el desarrollo de este trabajo, es el ex Comandante del COCOANTAR Edgar Calandín, quien expresó que se manifiesta una carga ética en la condición de voluntario de aquellos que deciden como destino una Base Antártica, que está por arriba de los estándares profesionales ya que no cualquiera desea ir a la Antártida, ni se lo puede enviar coercitivamente, y debe recorrer un largo camino de exigencias a satisfacer previas al despliegue. (Calandín)
La necesidad de personal con capacidades cognitivas y de adaptación, con trayectoria o potencial, que pasan previamente por estudios y capacitaciones para analizar si son aptos. Edgar Calandín menciona un viejo adagio militar: ´no es el que quiere, sino el que puede´. Porque se debe recorrer un largo camino de dos años para superar numerosos exámenes (médicos, psicológicos y físicos) para la preselección y aprobar luego el riguroso curso de capacitación antártica adquiriendo numerosas exigencias relacionadas al ambiente geográfico y a las técnicas particulares a desarrollar específicamente en territorio antártico. Además, el viaje implica grandes cambios en la forma de vida, la familia, la educación, la alimentación, para vivir en una comunidad reducida bajo un sistema de reglas y normativas muy específico y particular, en un terreno signado por sus condiciones meteorológicas extremas.
El trabajo configura la vida social y valida al otro. Las bases son una comunidad donde cada miembro tiene una función específica en la vida cotidiana y para lo cual el trabajo es la constante (científicos y el personal militar y civil de apoyo). Pero un trabajo no sólo visto como un medio de producción y supervivencia, sino también como medio de motivación para sobrellevar el día a día, en un entramado donde el todo es la suma de las partes. Por ello es tan importante el jefe de base como el médico o el radio, el cocinero como el mecánico, o el guardia de la usina, etc. Calandín también destaca al respecto la “fuerte carga cultural” que imprimen los antárticos experimentados, a razón de los “tradicionales valores de trabajo, compromiso, convivencia, fortaleza psíquica, camaradería, inspirados en veteranos antárticos que han jalonado con sus pasos el desierto blanco y han dejado huellas imborrables”.
La comunidad se constituye por diferencias y sinergias. Todo se potencia, las virtudes y las miserias humanas. Desde convivir con el ego de algunas personas, que confunden hacer valer y respetar un orden en la comunidad con el vicio de imponer jerarquías desmedidas y no terminar de entender el significado de una experiencia como esa; a circunstancias triviales que pueden convertirse en elementos discordantes; a encontrarse con la empatía, el acompañamiento, la camaradería que revalorizan el espíritu antártico. El ser humano en sus múltiples relaciones (del otro, del yo y del nosotros como pluralidad y alteridad). La alteridad como ese descubrimiento que el yo hace de una otredad, de la que necesita también para constituirse. Un otro con costumbres, tradiciones y representaciones diferentes que conviven en un mismo universo: el antártico. Un claro ejemplo podemos verlo en las funciones que cada quien tiene en la Base: hay un otro científico y un otro militar, hay un otro que es carpintero, un otro que es mecánico, cocinero, maestro, etc. “La convivencia también deja sus huellas, realizar vida familiar con gente que no lo es impone que ciertas condiciones de la personalidad deban modificarse o adecuarse […] Y otorga méritos a quien posea mayor prudencia y capacidad de servir, resaltando sus deberes por sobre sus derechos. Menciona otro viejo adagio: ´Antártico es el que hace cosas que nadie obliga y se abstiene de cosas que nadie prohíbe´” (Calandín)
El aislamiento es un riesgo de desconexión. Todo se maximiza al estar lejos. No es fácil la distancia de los afectos, el cambio de hábitos y rutinas, incluso el clima hostil y la noche polar pueden afectar a las personas acarreando problemas de salud (trastornos de sueño, inconveniente fisiológicos, cambios de humor, etc) Por eso, en la Antártida los roles exceden su funcionalidad. Las fechas patrias son una oportunidad para acentuar los sentimientos de amor a nuestros símbolos patrios y respeto a aquellos que son referentes histórico para nuestro país; escuchar el himno eriza la piel, ver un turista con la bandera argentina nos hace sentir más cerca de nuestros seres queridos. La llegada a las bases y los cumpleaños se celebran con bautismos de nieve y reuniones, es una forma de demostrar a ese otro que no está solo, que todos somos parte de lo mismo. Los espacios comunes de usos múltiples, como el casino, son intervenidos por actividades de entretenimiento (pool, pingpong, cartas, películas, etc) y actividades de esparcimiento en la naturaleza (fotografía, caminata, culipatín, esquí, etc). Por eso, ciertos espacios diseñados en principio para el trabajo, mutan de sentido posibilitando la unión del grupo.
El riesgo siempre es una posibilidad. Ante las incontinencias del clima y las dificultades del terreno, es indispensable usar elementos de protección y comunicación. La indumentaria (vestimenta) en la Antártida está diseñada para proteger el cuerpo contra el frío extremo (trajes térmicos y botas especiales con capas adicionales para mantener el calor). Y además, se constituye como distinción especial (por el color) que la distingue de otras. También el uso de tecnologías específicas y la necesidad de una preparación física y mental. Cuando empecé a practicar escalada deportiva, mi padre ya escalador e instructor de esquí, me decía: “a la montaña se la respeta, nunca de la subestima”. Y lo traigo a colación, porque aplica sobremanera. El ser humano es un ser diminuto y vulnerable ante la dimensidad que nos presenta la Antártida; donde uno está expuesto permanentemente a bajas temperaturas que pueden producir congelamiento, a fuertes temporales de viento que aparecen de manera sorpresiva, un paso en falso en una expedición puede conducir a caer en una grieta de algún glaciar o mar congelado, sin contar la posibilidad de algún incendio generado por fallas en la calefacción de las instalaciones que desencadene en una combustión rápida debido a la poca humedad del ambiente, y el escaso acceso al agua. El riesgo está siempre a la orden del día. Por lo que es indispensable estar preparado para este tipo de situaciones.
La ciencia es soberana. Aunque el Tratado Antártico promueve la ciencia como actividad central en el continente, sin que ningún país pueda ejercer soberanía política o territorial exclusiva, las bases donde se desarrolla no son del todo neutras ni ajenas a la geopolítica. Sobre todo en Argentina, hay una valoración de la ciencia desde el lugar de continuidad de una estrategia preexistente que viene de la visión de Pujato, en que ciencia y soberanía están intrínsecamente relacionadas. La ciencia no solo se valora por sus avances y descubrimientos, sino que es una pieza clave por medio de la cual los países consolidan su presencia física en la Antártida. Lo que añade una dimensión política a la ciencia, como herramienta de posicionamiento estratégico, generando expectativas y prácticas cotidianas que nos posicionan en un territorio de posibles disputas futuras. Ya que la lógica subyacente es que una presencia científica continua y robusta podría influir en futuras negociaciones si el estatus del Tratado cambia.
Promoción de una forma de vida sostenible. Mediante acciones de desarrollo sostenible que se vienen desarrollando y actualmente se enmarcan bajo los ODS y la Agenda 2030. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son universales, transformadores y civilizatorios. Son una herramienta de planificación y seguimiento que proponen “un cambio de paradigma en relación con el modelo tradicional de desarrollo hacia un desarrollo sostenible que integra la dimensión económica, la social y la medioambiental […] muestran una mirada integral, indivisible y una colaboración internacional renovada”[104]. Esto puede verse con algunos ejemplos: en la prohibición de intervención no autorizada en la fauna del lugar para la preservación de la biodiversidad terrestre y submarina, la reutilización del plástico, la clasificación y tratamiento de los residuos, la utilización de otros medios de transporte amigables con el medio ambiente, la construcción de arquitecturas que cuenten con energías alternativas más asequibles y no contaminantes, la promoción de la producción y consumo responsable a través de la instalación de huertas hidropónicas, la optimización en el cuidado del agua como único recurso que sólo puede utilizarse para consumo y bajo estrictos protocolos, la previsión y administración de los víveres para todo un año de campaña antártica, también el impulso en la innovación tecnológica en áreas como la ingeniería, la tecnología de la información y los sistemas de monitoreo ambiental, la inclusión de la mujer en muchos más espacios de trabajo, la cooperación internacional en materia científica y de logística, etc.
- CONSTRUYENDO IDENTIDADES
La identidad social nos dice quiénes somos, a dónde pertenecemos, desde dónde empezamos a sociabilizar (familia, educación, deporte, RRSS, etc). Y es esa misma identidad social la que nos permite desarrollaros dentro de un ámbito natural y geográfico (regional / nacional) con límites impuesto o imaginarios; y nos dice como nos identificamos con el lugar donde vivimos y el lugar al que pertenecemos, que no siempre son los mismos. En su trabajo, Roldán, esboza una distinción al abordar el tema de Identidad. “La identidad personal se expande dentro de la social, y la social tiene distintas gamas”[105]:
-Desde una Identidad Nacional: nos relacionamos con los símbolos, tradiciones, lenguajes, área geográfica.
-Desde una Identidad Regional: desarrollamos un sentido de pertenencia relacionado con el medio ambiente. “En esta región nos queremos distinguir pero que el resto comparta esa identidad”
-Desde una Identidad cultural: nos planteamos qué nos motiva a hacer determinadas cosas (creencias, educación, valores).
Claudia Estada-Goic[106], por su parte plantea la noción de Identidad Social Antártica “a partir de una relación simbólica con un territorio que se siente propio”. Ella retoma desarrollos conceptuales que provienen de la Psicología Ambiental y la Psicología Geográfica, donde tanto la Psicología Geográfica como la Psicología Ambiental exploran la interacción entre las personas y su entorno, pero difieren en su enfoque y alcance. Sin embargo, se complementan para explicar cómo los individuos y las comunidades antárticas desarrollan una conexión única, profunda y significativa con el espacio geográfico. Harold Proshansky[107], define a la psicología ambiental como una disciplina que examina los efectos de los entornos físicos inmediatos y cotidianos sobre las personas, cómo estos entornos son percibidos, y cómo influyen en el comportamiento individual y su bienestar. Por su parte, la psicología geográfica[108] estudia cómo las personas interactúan con su entorno en función de factores geográficos específicos (ubicación, clima, tipo de suelo, altitud), y cómo estos factores pueden afectar la salud mental, la percepción del riesgo, y el sentido de pertenencia.
Y en este marco pueden referirse dos conceptos que en el contexto de las bases antárticas, se vuelven especialmente relevantes: El de “Identidad de lugar” como la manera en que las personas integran un lugar en su autoconcepto y cómo este lugar también contribuye a definir quiénes son en ese entorno. Y el de “Apego al lugar” como el vínculo emocional profundo que desarrollan las personas con un lugar específico basado en experiencias personales, recuerdos, valor simbólico.
También se puede retomar una distinción y conexión que hace Yi-Fu Tuan[109] con el desarrollo conceptual de Topofilia como el sentido de pertenencia desde lo geográfico, ese vínculo fuerte entre la persona y el lugar que habita; con el concepto de Civitio[110], como el sentido de pertenencia desde lo social, ese vínculo que integra a la persona en determinada comunidad heterogénea. Conceptos que se implican mutuamente.
Estos conceptos, desde un vínculo emocional y cognitivo que las personas desarrollan en las bases, pueden ayudar a definir (desde la construcción argentina al menos) la experiencia de vivir y trabajar en la Antártida atravesada por un sentido de pertenencia y lealtad; que trasciende su estadía temporal y transitoria. En síntesis:
–Cómo ven a la Antártida: no sólo como un espacio geográfico sino como extensión de su identidad personal y nacional, reforzando la noción de país bicontinental y fortaleciendo la idea de soberanía.
–Cómo es la relación con el otro: la experiencia de vivir en un lugar tan desafiante nos lleva a vernos como parte de un colectivo y fomenta el sentido de comunidad creando un ambiente colaborativo y empático.
–Cómo se percibe el medio: con responsabilidad, desde un propósito personal y profesional, de cuidar, mantener y proteger ese espacio el territorio, la flora y la fauna.
Hay una tendencia creciente desde la disciplina de la psicología social hacia la integración del ambiente físico y los factores ambientales para el estudio de los comportamientos y procesos sociales. “La psicología social ha comenzado a ecologizarse en la medida en que se ha asumido que el ambiente físico es un componente que no puede ignorarse como parte de los procesos sociales” (Estrada-Goic y otros) El entorno antártico desempeña un papel activo al influir en la forma de percibirnos, en dinámica y prácticas individuales y colectivas de cada base.
En este sentido, hablar de identidad cultural en la Antártida y sobre todo específicamente desde la construcción argentina, es atravesar un entramado bastante complejo de sentidos y significaciones que se dan en un juego conciliatorio entre la práctica en la convivencia con actores diferentes, normas estructuradas y expectativas y se define por el sentido de pertenencia a un grupo social y lugar determinado.
Lengua y cultura se implican mutuamente. El relato es la narrativa construida alrededor de una experiencia. En la Antártida, los hábitos y relatos de los residentes contribuyen a la construcción de una identidad distintiva. Las expresiones antárticas argentinas fueron forjando una jerga particular, que al conocerlas también nos hacen sentir parte. Términos como “pirca” (piedra, relacionada al suelo antártico), “maría” (servicio de auxiliar al cocinero en las cuestiones de la casa, limpieza de baños, armado de las mesas para las colaciones, lavado de platos, etc), “machuque” (día en que la mayor parte de la dotación se dedica a obtener hielos de los témpanos para generar agua potable), “confraternidad”, “expedicionario al Desierto Blanco”.
Según la Real Academia Española, el término confraternidad “hace referencia a un vínculo de hermandad, a una relación de parentesco. Por ello, al hablar de confraternidad antártica, es inevitable pensar en todos aquellos hombres y mujeres que han permanecido en el continente blanco, hermanándose para siempre”[111].
Por otro lado, la Ley N° 25.433 promulgada en 2001 autoriza “al personal superior, subalterno y civil de las Fuerzas Armadas y civil dependiente de la Dirección Nacional del Antártico – Instituto Antártico Argentino, que haya realizado campañas invernales en las bases antárticas, a agregar al grado y/o título que revisten la expresión «Expedicionario al Desierto Blanco«[112].
Clifford Geertz[113] define precisamente la cultura como un entramado de significados compartidos. Y aquí quiero detenerme para mencionar algunas apreciaciones que resultaron de una pregunta abierta que hice a determinadas personas relacionadas con la Antártida, que fueron elegidas azarosamente pero quizás con cierta intencionalidad: ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza, cuando te pregunto qué es ser antártico?
Celeste Belen Moya Ramos. Invernó con su familia a los 16 años y este año forma parte nuevamente de la dotación de Base Esperanza donde se desempeña como Odontóloga.
“Ser antártica para mí es ser privilegiada en este mundo. Ya que es un lugar donde no todos los seres humanos tienen la oportunidad de conocer. La Antártida es una oportunidad única, intensa y permite que uno se conozca en situaciones límites, que trabaje la paciencia, el compañerismo, la empatía, etc. Para mí la Antártida es una gran maestra y creo que todos los que vivimos esta experiencia no volvemos igual a nuestra vida en el continente”.
Alejandro Bertotto. . Capitán EA Expedicionario al Desierto Blanco (R). Fue Jefe de Base Antártica San Martín. Representante Argentino por TDF ante las Reuniones de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos RAPAL. Responsable de la creación, administración y conducción de la Dirección de Antártida TDF. Escritor de publicaciones periodísticas. Autor del libro Ushuaia y su ubicación Geoestratégica, como Puerta de Entrada a la Antártida.
“[…] Afortunadamente, el núcleo duro de los antárticos que conozco saben muy bien que no sólo son patriotas, también son generadores de experiencias, compañeros con los que se puede contar, miembros de un equipo en el que el sacrificio, esfuerzo físico y moral, la solidaridad, la abnegación y sus mejores capacidades académicas, morales o profesionales son herramientas imprescindibles para la concreción de los objetivos, individuales, pero más aún grupales y las instituciones que confiaron en él […] y esa conjunción de conductas no se llevan bien con el objetivo exclusivamente económico. Hay un icónico ejemplo histórico que define la personalidad de un aventurero antártico, y es que cuando Ernest Shackleton, decidió publicar en los diarios de la época, un aviso clasificado para conseguir integrantes para su expedición polar, dijo: “Se buscan voluntarios para viaje peligroso. Se ofrece: sueldo exiguo, frío intenso, y se garantizan largas horas de absoluta oscuridad. Regreso incierto. Honores y reconocimiento en caso de finalizar el viaje con éxito […]”.
Juan José Brusasca. Suboficial Mayor MEF (R) del Ejército Argentino. Técnico Superior en Telecomunicaciones y Lic. en Tecnologías de la Información y Comunicaciones. Integró campañas invernales antárticas en Base Belgrano II y Base Esperanza, y campañas estivales en Base Primavera, Base Marambio y Novo RunWay-ALCI. Participó de la misión de rescate Base Jubany en 2005. Autor del libro Antartandes, primera expedición invernal antártica 1962.
“Después de varios años de haber estado involucrado de alguna manera en la actividad antártica, es una pregunta que yo mismo me fui haciendo en diferentes ocasiones y debo confesar que la respuesta que mis propias vivencias me fueron dando, ha cambiado con el tiempo. En principio creí que se trataba de un merecido título concedido a los que habían vivido un año en el territorio antártico. Luego, cuando conocí la hostilidad de la Antártida profunda, entendí que estaba allí sólo porque el reino de los hielos por alguna razón me había aceptado y podía considerarme un antártico. Hoy en día me considero un antártico por adopción ya que esa palabra es el gentilicio de los nacidos en la Antártida y como bien sabemos esas personas existen, y en la búsqueda de su identidad, han tenido que anteponer el vocablo “nativo” para diferenciarse con los que de alguna manera le usurpamos el título y aclarar que ellos son los verdaderos antárticos. Más allá de esta explicación, yo verdaderamente siento que la Antártida me aceptó, creo que el sentimiento de ser antártico es algo muy personal que cada uno vive de diferente manera, pero cualquiera sea la forma, entiendo que siempre debe estar involucrada una percepción de aceptación por parte del continente, nada se hace allí sin que un poder superior lo permita”.
Martín Sakamoto. Jefe de Batallón de Ingenieros Mecanizado 9, Chubut. Fue Jefe de la Base Antártica Belgrano II (2010), Segundo Jefe de la Base Antártica Esperanza (2012), Jefe del Departamento Operaciones/Inteligencia en Dirección Antártica de Ejército, Jefe División Planes – Departamento Materiales en Dirección Antártica de Ejército, Jefe del Curso Antártico de Ejercito (2015), Jefe de Operaciones del Estado Mayor Conjunto Antártico -Estado Mayor Conjunto CAV (2015/16), Jefe de la Base Antártica Esperanza (2018). Jefe de División Planes Programas y Presupuestos Departamento Logística Comando Conjunto Antártico. Jefe de la Base Antártica Conjunta Petrel (2023).
“A mi parecer creo que esto define al antártico: la predisposición profesional y la entrega en bien de la Nación. Ser antártico implica tener una vocación muy especial en servir para el bien de la nación bajo condiciones extremas de confinamiento y soledad en ambientes inhóspitos renunciando a todos los bienes materiales, trabajando siempre con un férreo espíritu de cuerpo para poder concretar todas las actividades y misiones impuestas y deducidas que van surgiendo en la supervivencia cotidiana.
En el ámbito de la Fuerzas Armadas somos pocos los elegidos que podemos prestar servicios en el continente blanco, pero ese puñado de personal que es seleccionado en una exhaustiva selección en el Comando Conjunto Antártico donde se estudian los perfiles, experiencias, valores de la persona, idoneidad para cubrir los puestos en las organizaciones, van definiendo al antártico en sí.
El antártico es una persona integral, debe tener amplios conocimientos intelectuales, estar bien mentalmente y de salud, buen estado físico, ser un líder para conducir organizaciones bajo condiciones extremas y bajo presiones de toda índole, debe saber mandar: impartiendo ordenes certeras y tomando buenas decisiones, tener un gran espíritu explorador y aventurero para cumplimentar todo tipo de tareas a veces casi imposibles”.
Edgar Calandín. Ex Comandante del COCOANTAR (2020-2024). General de Brigada (R) del Ejército Argentino. Licenciado en Estrategia y Organización por la Universidad del Ejército, Argentina, Licenciado en Derechos Humanos por la Universidad Católica de México, Magister en Historia de la Guerra por la Universidad del Ejército, Magister en Defensa Nacional por la Universidad de la Defensa y Magister en Estrategia y Geopolítica por la Escuela Superior de Guerra. Especializaciones en Historia Militar Contemporánea y en Alta Dirección y Posgrado Universitario en Inteligencia Estratégica (IIFFAA). Fue 2do Jefe de Base Antártica San Martín (1994), Jefe de Curso Antártico durante los años (1997, 2005 y 2006), Jefe de Base Antártica Belgrano II (1998), Jefe de Base Antártica Primavera (2007), Jefe de Componente Terrestre del Comando Conjunto Antártico (2008), Representante Argentino en la RAPAL, COMNAP y RCTA y Jefe de la Base Antártica Esperanza (2010). Codirector de la Diplomatura en Derecho Antártico, Logística y Gestión Antártica Ambiental, organizada por la Universidad de Morón y AIDCA.
“Ser antártico presupone una convicción y compromiso que excede el natural servicio que nosotros como militares realizamos, teniendo como fin último a la Patria […] La condición de voluntario con altos estándares, acompañado por una fuerte carga cultural y el devenir en la formación del antártico, va configurando una personalidad que contribuye a la preparación para el esfuerzo y afrontar condiciones extremas, tanto físicas como psíquicas […] Todo enmarcado en un espacio geográfico único, donde de alguna manera nos acerca a Dios y nos hace ser creyentes, producto quizás de esa aura que conforma a una dotación, donde todos dependen de todos y donde uno se convence y se convierte en caballero del medio ambiente y comienza a entender y a trascender en su vida cotidiana con nuevas circunstancias insospechadas y que antes solo se constituían en el anhelo de conocer o tener una aventura […] Los antárticos somos renuentes a reconocer como tales a otros que solo atraviesan la Antártida en el verano, arriba de un buque o un avión, sin haber sobrellevado el frio polar de una carpa en medio del desierto blanco […] Quien ha visto la serie “Juego de Tronos”, donde cada familia tiene un lema en su escudo, sabe muy bien porque la familia Stark tiene como lema: ´se viene el invierno´. Significa que han vivido y saben, lo que otros no”.
CONCLUSIONES
Al analizar la construcción de la identidad antártica argentina desde un abordaje exploratorio e interpretativo, partiendo como base del Sistema del Tratado Antártico y la historia internacional y nacional Antártica, a través de un entramado tan amplio y complejo de las Ciencias Sociales con conceptualizaciones tomadas de diferentes disciplinas e investigaciones científicas en materia Antártica, se puede argumentar:
- Que la Antártida no es sólo un territorio físico geográfico donde convergen y divergen intereses políticos y económicos, sino también un espacio simbólico donde se desarrolla una identidad particular y específica,
- Que esa identidad es un constructo híbrido moldeado por la experiencia compartida por un grupo de personas,
- Que es resultado de la interacción entre características únicas y atípicas del entorno físico natural extremo que influye en el comportamiento individual y colectivo, las dinámicas sociales y culturales de los habitantes como migrantes transitorios y temporales en las bases, la singularidad de la regulación (nacional e internacional) de las actividades que allí se desarrollan (también llamada “gobernanza”) y las instituciones que intervienen para tal fin.
Por su parte, en una distinción macro y micro:
- Que la posibilidad de coexistencia y cooperación internacional (con diferentes culturas, lenguas y prácticas) emplaza un contexto donde el constructo de la identidad antártica es compartida y trasciende las fronteras nacionales (trasnacional).
- Que en lo que respecta a la construcción de una identidad antártica argentina, está más asociada con el sentido simbólico de soberanía, historia, presencia y experiencia in situ, lo que refuerza la percepción de pertenencia.
- Que mucho se habla de la actividad de los hombres y mujeres en el Continente Antártico, pero poco se repara en los niños (casos excepcionales de Argentina y Chile) que se trasladan temporalmente con sus familias a la Antártida y juegan un papel significativo en la construcción de esta identidad. Ya que también, constituyen un rol y una función relevante dentro de estas comunidades antárticas particulares, compartiendo experiencias directas con el entorno y desarrollando conexiones emocionales y cognitivas desde edades muy tempranas. Algo que imprime en ellos una semilla como motor de cambio para generaciones futuras.
Y por último, pero no menos importante, dos cuestiones que requieren de otro abordaje complementario al desarrollado en este trabajo:
- Que es verdad que aún queda mucho por trabajar en la construcción de una identidad antártica bicontinental argentina que incluya e integre a todos los ciudadanos, desde políticas educativas y comunicacionales que destaquen en su narrativa la conexión geográfica e histórica de Argentina con la Antártida, como así también promuevan su implicancia en la importancia de su mantenimiento y conservación.
– Que también es verdad que hay un concepto adicional al de ser “antártico” y se relaciona directamente con las personas nacidas en las bases antárticas: “nativos”. Ya que a diferencia de otras regiones del mundo, la Antártida no presenta población autóctona, ni población permanente. Sin embargo, estos nacimientos son un símbolo tangible de los intereses soberanos de reafirmación no sólo a través de la presencia, sino también a través de la constitución de una población legítima originaria, aunque no sea en el sentido tradicional del término.
Citas
[1] Licenciada en Comunicación Social egresada de la Universidad Nacional de Rosario, con especialización institucional y en medios. Postgrado de Ciencias gerenciales en Economía Social y Desarrollo Sostenible por la Universidad Nacional de Rosario y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Ex docente becaria del Programa Amartya Sen por la UBA. Diplomada en Derecho Antártico, Gestión y Logística Antártica Ambiental por la Universidad de Morón y la Asociación Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente. Expedicionaria del Desierto Blanco, dotación 1998 Base Antártica Esperanza. Mención especial por el trabajo multimedial: “Base Antártica Esperanza: una conjunción de geografía, educación, ecología y ciencia”, otorgado por el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, y el INET. Reconocimiento por la participación en el Programa Internacional GLOBE en Base Antártica Esperanza, otorgado por la UCES y el Instituto de Estudios e Investigaciones Ambientales. Con una sólida trayectoria en liderazgo estratégico y mejora de la sinergia, cultura organizacional y eficiencia operativa; coordinando proyectos y equipos que le han permitido integrarse en diversos entornos laborales corporativos, masivos y de educación. Actualmente asesora en Comunicación, Capital Humano y Sostenibilidad. Coordinadora del Proyecto “Ecos del Sur: geopolítica, sostenibilidad, ciencia y cultura en la Antártida. Un viaje al corazón del Continente Blanco” focalizado en promover espacios para visibilizar la actividad y cultura Antártica Argentina. Distinción por el desempeño exaltando el patriotismo en defensa de la Soberanía Nacional, Resolución N°348/18, otorgado por la Honorable Cámara de Diputados de Mendoza. Miembro de la Asociación Polar Pingüinera Antártida Argentina.
[2] Periodista, docente e investigador de la comunicación. Su campo de especialización son los temas de comunicación vinculados con la ciudadanía, la participación, las políticas públicas y la planificación de procesos comunicacionales.
[3] El análisis cualitativo se efectúa en base a información observacional o de expresión oral o escrita, poco estructurada, recogida con pautas flexibles, difícilmente cuantificables. Mediante la información que se lleva, se intenta captar la definición de la situación que efectúa el propio actor social y el significado que este da a su conducta, los cuales son claves para interpretar los hechos. GALLART, María Antonia. Métodos cualitativos II La práctica de la investigación.
[4] El término “rizoma” procede de la botánica, de la cual Deleuze y Guattari tomaron la idea de que un tipo de tallo subterráneo que crece horizontalmente puede producir la planta entera a partir de cualquiera de sus partes. Gilles Deleuze, filósofo francés considerado entre los más importantes e influyentes del Siglo XX. Félix Guattari, psicoanalista, filósofo, semiólogo, activista, novelista, poeta, guionista, dramaturgo francés y un fiel colaborador de Deleuze en múltiples trabajos.
[5] DELEUZE, Gilles. Nietzsche y la filosofía. Barcelona. Ed. Anagrama, 1998
[6] DELEUZE, Gilles. Proust y los signos. Barcelona. Ed. Anagrama, 1995
[7] Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y Master de la Facultad Latinoamericana en Ciencia Sociales (FLACSO). Licenciada en Ciencia Política y Licenciada en Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Desde noviembre de 2006 hasta marzo de 2012 se desempeñó como Directora del Centro de Investigaciones en Cooperación Internacional y Desarrollo (CICI+D) y codirigió la Maestría en Cooperación Internacional de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
[8] DESTEFANI, Laurio H. (contraalmirante) El alférez Sobral y la soberanía Argentina en la Antártida.
[9] QUEVEDO PAIVA, Adolfo. Coronel (R). Medio siglo del Ejército Argentino en nuestra Antártida.
[10] Abogado. Constitucionalista. Especializado en Justicia Constitucional y DDHH, Derecho Ambiental y Derecho Antártico. Vpdte. de AIDCA. Co-autor del libro Tratado de Derecho Antártico: La Gestión Polar Ambiental en el marco de los Derechos Humanos, 2022. Co-Director de la Diplomatura en Derecho Antártico, Gestión y Logística Antártica Ambiental, organizado por la Universidad de Morón y AIDCA.
[11] Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador asistente del CONICET. Coordinador del área de Ciencias Sociales, Comunicación y Difusión del IAA. Es autor del libro La pugna antártica: el conflicto por el sexto continente 1939-1959 (2014). Conferencia Política Nacional antártica: el aporte de la Defensa Nacional. UNDEF, 2020. De ahora en más mencionado como Fontana.
[12] Anexo I. Designación de Hugo Acuña.
[13] BERTTO, Alejandro H. Capitán EA Expedicionario al Desierto Blanco (R). Fue Jefe de Base Antártica San Martín. Representante Argentino por TDF ante RAPAL. Responsable de la creación, administración y conducción de la Dirección de Antártida TDF. Escritor de publicaciones en diarios y revistas. Autor del Libro Ushuaia y su ubicación Geoestratégica, como Puerta de Entrada a la Antártida, CEE 2001. Disertante en el 3er Seminario de Geopolítica de la Universidad de la Defensa, Escuela Superior de Guerra. De ahora en más mencionado como Berttoto. Se le hizo una entrevista abierta.
[14] Se localiza en el islote Barry, a los 68º07’S y 67º08’W, en el corazón de la Península Antártica. El Islote Barry (Caleta Sanaviron, Paso Mottet) forma parte de los Islotes Debenham (Bahía Margarita, Costa Fallieres), situados próximos al Mar de Bellinhaussen.
[15] El IAA es un organismo científico tecnológico, orientado bajo normas políticas del Estado nacional. Fue creado el 17 de abril de 1951 por el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 7338. Su fundador y primer director fue el entonces Coronel Hernán Pujato. Es integrante activo del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología del Estado Argentino, y es pionero a nivel internacional en el desarrollo de investigación antártica.
[16] GENEST, Eugenio A. Pujato y la Antártida Argentina en la década del cincuenta.
[17] TREZZA, Valeria Analía. La teoría del marxismo y el capitalismo en la Antártida. I Jornadas de Ciencias Sociales y Humanidades Antárticas. Universidad Nacional de Tierra del Fuego e IAA.
[18] En la Tierra de San Martín (Península Antártica) sobre la Bahía Esperanza. Rodeada de glaciares, cerros y el Estrecho Antártico. Una zona caracterizada por temperaturas extremas y fuertes vientos.
[19] Fue la única estación científica ubicada sobre la gran barrera de hielo Filchner, una plataforma de hielo flotante que constituiría una puerta para el acceso al Polo Sur. Aún así la plataforma estaba surcada por grandes grietas y por montículos que dificultaban el tránsito del hombre, trineos o vehículos con orugas. La placa que se colocó decía: “Los Argentinos soberanos hasta el Polo Sur”
[20] Operación 90: La operación fue llamada así por los 90 grados sur de latitud que tiene el polo sur. “¡Ahora podemos decir que el territorio que reclamamos como nuestro lo hacemos basándonos no solamente en razones jurídicas, geográficas o históricas, sino porque tenemos la capacidad suficiente para movernos en él como debe hacerlo quien es su dueño! ¡Desde la Quiaca hasta el Polo Sur se extiende la Patria, porque los argentinos la han reconocido y recorrido en toda su extensión!”, escribió con emoción cuando llegó al confín de la tierra. Anexo II
[21] DESTEFANI, Laurio H. (contraalmirante) El alférez Sobral y la soberanía Argentina en la Antártida.
[22] Roald Engelbregt Gravning Amundsen. fue un explorador noruego de las regiones polares. Dirigió la expedición a la Antártida que por primera vez alcanzó el Polo Sur. También fue el primero en surcar el Paso del Noroeste, que unía el Atlántico con el Pacífico, y formó parte de la primera expedición aérea que sobrevoló el Polo Norte. El destino quedó marcado pronto, cuando, en 1890, con 18 años, escuchó una conferencia del gran héroe nacional Fridtjof Nansen, quien dos años antes había atravesado por primera vez Groenlandia y se proponía ser el primer ser humano en llegar al polo norte.
[23] Anexo III Memorandum
[24] https://www.legistdf.gob.ar/index.php/2024/03/25/legislatura-declaran-pionera-antartica-de-tierra-del-fuego-a-mabelle-mottet/
[25] Citado en Geopolítica y Teoría de las Fronteras. Grl. Carlos de Meira Mattos. Álvaro Texeira Soaes es ex embajador y exjefe de la División Fronteras del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil.
[26] BELINCO, Matías Germán. Sociólogo por la Universidad de Buenos Aires e investigador del Área de Ciencias Sociales, Comunicación y Difusión del IAA.
[27] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-15802-25713/texto
[28] LORENZO, Cristian y otros. Explorando la Antártida: ¿cómo se gobierna un continente dedicado a la paz y a la ciencia.
[29] QUEVEDO PAIVA, Adolfo. Coronel (R). Medio siglo del Ejército Argentino en nuestra Antártida.
[30] Gilbert Simondon (1924-1989) fue un filósofo francés. Fue fundamental para otros pensadores de más renombre, como Deleuze. con el pasar de los años fue adquiriendo mayor relevancia por la pertinencia de los temas que trabajó: la individuación, la información, la invención y, sobre todo, la técnica.
[31] LORENZO, Cristian y otros. Explorando la Antártida: ¿cómo se gobierna un continente dedicado a la paz y a la ciencia.
[32] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-18513-63921/texto
[33] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-23775-176/actualizacion
[34] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/decreto-2316-1990-4774
[35] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/decreto-368-2018-309436/texto
[36] https://youtu.be/4B-_FqDBqmg?si=sierDnzfaYnq4gEK
[37] https://youtu.be/lxjmvyYtQi8?si=6MZAVzR-Fg0Tp9x7
[38] CALANDÍN, Edgar. Entrevista al ex comandante del Comando Conjunto Antártico sobre la reactivación de Petrel. Infobae, 2022
[39] https://cancilleria.gob.ar/es/iniciativas/dna/antartida-argentina/laboratorios-antarticos-multidisciplinarios
[40] Instituto Nacional de Tecnología Industrial.
[41] Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
[42] Fundada en 1979, hereda su nombre de la antigua Base Belgrano desactivada. La instalación argentina más cercana al polo sur. La misma está ubicada sobre el Nunatak Bertrab, en los 77º51’S y 34º33’W, en bahía de Vahsel sobre la costa Confín en la Tierra de Cotas. Se encuentra a 1300 km del Polo Sur y se caracteriza por tener cuatro meses de noche polar y cuatro meses de día. Desde allí, durante la noche, se observan abundantes “auroras polares”.
[43] BIRGI, Jorge. Experto en desarrollos productivos en zonas áridas y semiáridas. Investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y de la Universidad de la Patagonia Austral. https://www.agroclave.com.ar/agricultura/hidroponia-la-antartida-la-base-esperanza-produce-los-primeros-plantines-horticolas-n10049467.html
[44] GLOBE – Global Learning and Observations to Benefit the Environment.
[45] Master storyteller y mentor para los top líderes de negocios en EEUU, autor best-seller de más de 50 libros. Es fundador de uno de los eventos más exclusivos, disruptivos y solicitados por los líderes de negocios The Secret Knock.
[46] En 2019 lideraba el proyecto denominado Ciudades Antárticas y patrimonio común: replanteando el rol de las ciudades puerta de entrada, Universidad de Western Sydney. https://www.diariosustentable.com/2019/07/dr-juan-francisco-salazar-creo-que-las-ciencias-sociales-tienen-un-rol-muy-importante-que-hacer-al-estudio-de-la-antartica/
[47] El Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR) es una organización temática del Consejo Científico Internacional (ISC). https://scar.org/about-us
[48] COLLINS, Christy & STEVENS, Quentin. Cold Colonies: Antarctic Spatialities at Mawson and McMurdo Stations, Cultural Geographies. Sage Publications, 2007.
[49] https://scar.org/science/hass#about
[50]https://rapal31.cancilleria.gob.ar/userfiles/document/di53_nuevo_area_de_ciencias_sociales_del_instituto_antartico_argentino_rapal_2020.pdf
[51] https://www.cancilleria.gob.ar/es/iniciativas/dna/instituto-antartico-argentino/nuestro-personal/mac-cormack-walter
[52] https://defonline.com.ar/ciencia-tecnologia/de-la-antartida-a-marte-explorando-los-limites-del-aislamiento-extremo/
[53] CADIC-CONICET, ICPA-UNTDF. Doctor en Relaciones Internacionales. Investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas) con sede en Ushuaia, Argentina. Profesor del Instituto de Ciencias Polares, Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. En 2017, Cristian fue Investigador Visitante en Gateway Antártida, la Universidad de Canterbury en Christchurch, Nueva Zelanda.
[54] CARDONE, Ignacio J. Departamento de Ciencia Política, Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo. I Jornadas de Ciencias Sociales y Humanidades Antárticas.
[55] Socióloga. Investigadora del Centro de Estudios e Investigaciones Antárticas (Gateway Antarctica), de la Universidad de Canterbury, Nueva Zelanda, becaria del COMNAP. Pertenece al grupo de investigación sobre las ciudades puertas de entrada al Continente Blanco liderado por el antropólogo Juan Francisco Salazar, de la Universidad Western Sidney, y Elías Barticevic, del INACH. De ahora en más Roldán.
[56] ROLDÁN, Gabriela. Charla Ciudades Antárticas: ¿Existe una identidad antártica? Actividad organizada por la Coalición de Jóvenes Antárticos de Punta Arenas. 2020
[57] En colaboración con varios investigadores, entre ellos, Elías Barticevic Cornejo del Instituto Antártico Chileno (INACH), ha examinado el impacto y la influencia de la Antártica en la identidad colectiva de ciudades como Punta Arenas, Puerto Natales y Puerto Williams, mediante tres encuestas que fueron aplicadas a la población en general. La investigación titulada «Compromiso con la Antártica: valores, creencias ecológicas e identidad social en la percepción nacional» tuvo como objetivo principal analizar la conexión entre estas ciudades y el Continente Blanco y se basó en los resultados de tres estudios de población general que midieron valores antárticos, identidad social antártica, creencias ecológicas y responsabilidad percibida por el cuidado y la protección de la Antártica.
[58] URANGA, Washintong. Introducción a la planificación de procesos comunicacionales. Periodista, docente e investigador de la comunicación. Su campo de especialización son los temas de comunicación vinculados con la ciudadanía, la participación, las políticas públicas y la planificación de procesos comunicacionales.
[59] Maestro, físico, meteorólogo, epistemólogo, planificador de ciencia y tecnología. Desarrolló el concepto de Sistema Complejo: “representación de un recorte de la realidad compleja, conceptualizado como una totalidad organizada (de ahí la denominación de sistema) en la cual los elementos no son separables y por lo tanto no pueden ser estudiados aisladamente”
[60] Sociólogo y escritor considerado padre de la microsociología. Estudió las unidades mínimas de interacción entre las personas centrándose siempre en grupos reducidos. Desarrolló el concepto de Instituciones Sociales: “lugar de residencia o trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un periodo apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente”
[61] General de Brigada (R) del Ejército Argentino y ex Comandante del Comando Conjunto Antártico (2020 – 2024). Licenciado en Estrategia y Organización por la Universidad del Ejército, Argentina, Licenciado en Derechos Humanos por la Universidad Católica de México, Magister en Historia de la Guerra por la Universidad del Ejército, Magister en Defensa Nacional por la Universidad de la Defensa y Magister en Estrategia y Geopolítica por la Escuela Superior de Guerra. Posee a su vez especializaciones en Historia Militar Contemporánea y en Alta Dirección y Posgrado Universitario en Inteligencia Estratégica (FFAA). Fue 2do Jefe de Base Antártica San Martín (1994), Jefe de Curso Antártico durante los años (1997, 2005 y 2006), Jefe de Base Antártica Belgrano II (1998), Jefe de Base Antártica Primavera (2007), Jefe de Componente Terrestre del Comando Conjunto Antártico (2008), Representante Argentino en la RAPAL, COMNAP y RCTA y Jefe de la Base Antártica Esperanza (2010). Codirector de la Diplomatura en Derecho Antártico, Logística y Gestión Antártica Ambiental, organizada por la Universidad de Morón y la Asociación Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente. Entre otras cosas. De ahora en más mencionado como Edgar Calandín o Calandín.
[62] CALANDIN, Edgar. La diplomacia científica en la Antártida, un nuevo orden. RIDCA, 2024.
[63] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-26651-175020
[64] https://www.justierradelfuego.gov.ar/wp-content/uploads/2022/10/LEYP936.pdf
[65] Comparto un buen ejemplo de ello: https://www.infobae.com/def/2024/09/07/vivio-en-la-antartida-de-nina-sono-con-ser-cientifica-y-ahora-estudia-la-contaminacion-en-aguas-del-sexto-continente/
[66] Anexo IV. Fotografía panorámica Base Esperanza. Proyecto web para el INET. 1998
[67] Profesor para la Enseñanza Básica I y II ciclo EGB. Técnico Científico Antártico. Becario de la OEA. Diplomado en Asuntos Antárticos. Diplomado en Gestión Pública de Gobierno. Fue Subsecretario de Gestión Antártica y Secretario de Asuntos Relativos a Antártida, Islas Malvinas y del Atlántico Sur y Sus Espacios Marinos Circundantes, de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Docente en Base Antártica Esperanza en 2005 y 2008. Uno de los impulsores del proyecto educativo “Hablemos de Antártida, hablemos de Ciencia” y “Antártida, Conocer para Enseñar” que se enfoca en la formación de educadores y en la difusión de contenidos educativos y científicos sobre la Antártida. Además, de participar en la versión en español de la 1era plataforma de entretenimiento antártico “Gelo na Bagagem”.
[68] Oficial naval francés, explorador, investigador y biólogo marino que estudió el mar y sus habitantes. Fue pionero y activista en la conservación marina, y miembro de la Academia Francesa. Director audiovisual y escritor.
[69] Jean William Fritz Piaget. Fue un psicólogo, epistemólogo y biólogo suizo, considerado uno de los grandes estudiosos del proceso de aprendizaje del ser humano, sus investigaciones revolucionaron la comprensión de cómo los niños aprenden y desarrollan habilidades cognitivas.
[70] HEMMINGS, Alan D. Considerable values in Antarctica. Gateway Antarctica, University of Canterbury, New Zealand. The Polar Journal (2012)
MCLEAN, Lydia y ROCK, Jenny. The importance of Antarctica: assessing the values ascribed to Antarctica by its researchers to aid effective climate change communication. The Polar Journal (2016)
[71] https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/development-agenda/
[72] FACCHIN, Eugenio Luis. Artículo ¿Quién descubrió la Antártida? UNDEF, 2021.
[73] CARDONE, Ignacio Javier. Ponencia Argentina y la cooperación latinoamericana en Antártida: de la Antártida Americana a la RAPAL. I Jornadas de Ciencias Sociales y Humanidades Antárticas (2021)
[74] Ref.: DURAND, Gilbert, Les structures antrhopologiques de l´imaginaire. Introduction a l´arque-typologie générale, Bordas, France, 1969. 1era edición de 1960.
[75] Ref.: CASTORIADIS, Cornelius, La institución imaginaria de la sociedad, Tusquets, Barcelona, 1993. 1era edición 1975, pero la primera parte apareció en forma de artículos en Socialisme ou Barbarie desde abril de 1964 hasta junio de 1965.
[76] Ref.: MOSCOVICI, Serge, La era de las multitudes. Un tratado histórico de psicología de las masas, Fondo de Cultura Económica, México, 1985. En 1961 trajo a la discusión de la psicología social y la sociología el papel de las representaciones colectivas en su obra La psychanalyse, son image et son public.
[77] Ref.: FOUCAULT, Michel, Las palabras y las cosas, Planeta-Agostini, Barcelona, 1985. 1ra edición de 1966.
[78] Ref.: KUHN, Thomas, La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, México, 1978. 1era edición de 1962.
[79] Ref.: BERGER, Peter, y LUCKMANN, Thomas, La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 1995. 1era edición de 1967.
[80] CABRERA, Daniel H. La matriz imaginaria de las nuevas tecnologías. Comunicación y Sociedad Vol. XVII,Nro.1, 2004
[81] BARTHES, Roland: crítico, teórico literario, semiólogo y filósofo estructuralista francés, quien se interesó y escribió sobre crítica literaria, lingüística, filosofía del lenguaje, los signos, los símbolos y la fotografía
[82] BARTHES, Roland. “La cámara lúcida” Ed. Paidós Comunicación. Argentina, 2006
[83] BARTHES, Roland. “La cámara lúcida” Ed. Paidós Comunicación. Argentina, 2006
[84] BARTHES, Roland. “Escribir la lectura”. Apuntes de cátedra.
[85] COPADO, Alfredo Daniel. La trilogía de la Antártida. Rev. El Camaleón. Versión online.
[86] CARTER, Ángela. Artículo “Lovecraft y su Paisaje”, incluido en el estudio sobre El Necronomicón. Mundo Desconocido. España, 1981.
[87] MARISOL VEREDA Y MARIANA MORGAVI. ‘El fin del mundo y más allá’. Tierra del Fuego y la Antártida en la construcción de lo remoto. I Jornadas de Ciencias Sociales y Humanidades Antárticas (2021)
[88] VALDETTARO, Sandra. Doctora en Comunicación por la UNR, Master en Ciencias Sociales por FLACSO y Licenciada en Comunicación por UNR. // DIVIANI, Ricardo. Doctor en Comunicación Social. Licenciado en Comunicación Social. Docente de la Cátedra Epistemología de la Comunicación en la Facultad de Ciencia Política y RRII. UNR. Profesor titular en la Licenciatura en Medios audiovisuales y digitales de la Universidad Nacional de Rafaela.
[89] GUIDDENS, Anthony. Sociólogo inglés. Teoría de la estructuración y mirada holística sobre las sociedades modernas.
[90] TRIGO, Abril. Sobe las diversas maneras de migrar. Escritos sobre psicología y sociedad. Universidad Central de Chile, 2012.
[91] CHAMBERS, Iain. Antropólogo y sociólogo británico. Experto en Estudios Culturales, su investigación se centra en los fenómenos identitarios y de las migraciones. Miembro del grupo dirigido por Stuart Hall en la Universidad de Birmingham. Libro: Migración, cultura e identidad, 1994.
[92] Concepto propuesto por el etnógrafo francés Arnold Van Gennep, que describía los ritos de paso como una serie de actividades que marcaban prácticas y simbólicamente la transición de un estado a otro; y anuncian un cambio en su vida. Los ritos de paso marcan la socialización de las transiciones más importantes en la vida humana.
[93] CHAMBERS, Iain. Migración cultura e identidad, 1994.
[94] El Hércules es un avión de aproximadamente 80 toneladas de peso, con mayor capacidad para trasladar personas y el resto de la carga. Puede maniobrar en territorios donde las condiciones meteorológicas y geográficas son adversas. No solo se enfrenta a grandes vientos y tormentas blancas, sino también a pistas de aterrizaje cortas; situaciones en las cuales los pilotos deben responder a la presión y exigencia de cálculos exactos para carretear en la pista. También llamado “la chancha”.
[95] El rompehielos ARA Almirante Irizar, o también conocido como “Q5” es un buque que pertenece a la Armada Argentina, fue construido en el año 1977 en Finlandia, en los astilleros Wärtsila; para ser entregado un año más tarde a la Argentina. Desde aquel entonces, participó en una innumerable cantidad de campañas, abasteciendo incansablemente, sin interrupciones, a cada una de las bases antárticas argentinas y de otros países. Navegar y maniobrar en esta zona no es tarea fácil. Los buques de principio de siglo sufrían naufragios al quedar atrapados en el hielo. El Irizar, en cambio, como otras embarcaciones de esas características, marcaron una impronta debido a la forma plana de su casco y la circulación de agua alrededor de él, que impedía que sufriera fracturas ante la posibilidad de quedar atrapado en el hielo, apoyándose sobre la superficie que se congelaba debajo.
[96] ALFARO; Ma. Florencia. Bitácora ADN Montaña.
[97] Ubicada en la Isla Seymour. Hasta ahora escala obligada y puerta de entrada al continente antártico.
[98] LÉVI-STRAUSS, Claude fue antropólogo, filósofo y etnólogo francés. Una de las grandes figuras de su disciplina en la segunda mitad del siglo XX y fundador de la antropología estructural.
[99] BOURDIEU, Pierre. Introduce el concepto de «habitus» como un conjunto de disposiciones que guían el comportamiento. En este sentido, el hábito propiamente en las bases antárticas se refiere a las prácticas repetidas que conforman el comportamiento cotidiano e incluyen rutinas de trabajo, logística y convivencia, actividades recreativas y celebraciones especiales.
[100] CHAMBERS, Iain. Migración cultura e identidad, 1994.
[101] CANCLINI, Néstor García. Doctor en Filosofía, devenido investigador antropológico. Profesor y crítico cultural argentino. Libro Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, 1990
[102] COELHO DE SOUZA, Paulo. Novelista, dramaturgo y letrista brasileño. Libro: El demonio y la señorita Prym, 2000.
[103] https://www.marambio.aq/serantartico.html
[104] https://www.cepal.org/es/temas/agenda-2030-desarrollo-sostenible/objetivos-desarrollo-sostenible-ods
[105] ROLDÁN, Gabriela. Charla Ciudades Antárticas: ¿Existe una identidad antártica? Actividad organizada por la Coalición de Jóvenes Antárticos de Punta Arenas. 2020
[106] ESTRADA-GOIC, Claudia y otros. Art. Conceptualización de una identidad social Antártica. 2023
[107] PROSHANSKY, Harold. Considerado padre de la Psicología Ambiental. Physical World Socialization of the Self. Journal of Environmental Psychology, 1983
[108] GIULIANI, M. V. Theory of attachment and place attachment. in M. Bonnes, T. Lee, and M. Bonaiuto (Eds.), Psychological theories for environmental issues, 2003.
[109] YI-FU TUA. Topofilia: Un estudio de las percepciones, actitudes y valores sobre el entorno. 2007
[110] LEWIN, Gilbert y otros. Civitio, la Identidad Que Nos une a Nuestra Aldea. 1996
[111] https://www.argentina.gob.ar/noticias/21-de-junio-dia-de-la-confraternidad-antartica
[112] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-25433-67835/textohttps://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-25433-67835/texto
[113] GEERTZ, Clifford. Antropólogo estadounidense. Pone atención al papel del imaginario (o ‘símbolos’) en la sociedad. La interpretación de las culturas, 1973.
BIBLIOGRAFÍA
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Material
bibliográfico específico
obligatorio y opcional de los
diferentes módulos y
ejes temáticos Derecho Antártico, Derecho Ambiental, Gestión Antártica Ambiental,
Logística Antártica, Seguridad e Higiene en la Antártida, Ingeniería Antártica,
Sanidad Antártica, Geografía, Meteorología e Historia Antártica, Turismo
Antártico y Patrimonio Cultural Antártico. Correspondientes a la Diplomatura en Derecho Antártico, Gestión y Logística Antártica Ambiental: AIDCA, Universidad de Morón y
COCOANTAR, 2024.
2.
Material
para desarrollo de Campaña Antártica: https://cancilleria.gob.ar/es/iniciativas/dna/proteccion-del-medio-ambiente/material-para-desarrollo-de-campana-antartica
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SE
AGRADECE EL APORTE DE:
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BELINCO,
Matías Germán.
84.
BERTOTTO,
Alejandro.
85. BRUSASCA, Juan José.
86.
CALANDIN,
Edgar.
87.
JUICH,
Nélida.
88.
LEZCANO,
Gustavo.
89.
LORENZO,
Cristian.
90.
MOYA
RAMOS, Celeste Belen.
91.
SAKAMOTO,
Martín.
Anexo Nº 1
Designación de Hugo Acuña. Orcadas, 1904.

Anexo Nº 2
Extracto de cartas de los integrantes de la Operación 90.

Anexo Nº 3
Memorandum Caserío Antártico San Lorenzo, 1954

Anexo Nº 4
Fotografía panorámica Base Esperanza, tomada desde el Faro, 1998. Proyecto web para el INET: “Base Antártica Esperanza: una conjunción de geografía, educación, ecología y ciencia”

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