Revista Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente
RIDCA - Edición Nº7 - Derecho Penal y Criminología
Alberto Pravia. Director
Marzo de 2025
De victima a victimario. El gen Mao-a como detonante en las conductas criminales infantiles
Autora. Olga Fabiola Ibáñez López. México
Por Olga Fabiola Ibáñez López[1]
El ser humano como sujeto activo del delito ha sido señalado y mal impuesto como un “prototipo” de figura, es decir, debe cumplir ciertos requisitos para considerarse violento o peligroso, tal y como, en su momento, Cesare Lombroso (1876) clasificó los delincuentes por su fisionomía general, la sociedad ha catalogado al sujeto activo del delito como un “hombre” de características fisionómicas y psicológicas específicas, pero, ¿qué pasa cuando ese sujeto no encaja en el perfil establecido? Los menores infractores son considerados el menor de los problemas en la criminalidad sin embargo forman parte de un sistema genético y ambiental modificado que permite la comisión de conductas violentas dentro de un margen normativo conductual que la sociedad ha marcado como “conductas infantiles por predisposición emocional” en donde el niño realiza actos violentos, groseros o delictivos como respuesta a un estimulo de rabieta, buscando la satisfacción emocional y vinculativa con los padres o inclusive personas ajenas a él.
Basado en los sistemas de las bases biológicas de la conducta, establecemos el origen y el entendimiento de esta misma en un ambiente tanto general como criminal, en donde la naturaleza del ser humano se ve predispuesta a la modificación ambiental, elemento que hace que la conducta como factor externo refleje los comportamientos internos como respuesta a un estimulo involuntario o voluntario propiciando en un menor la primera aparición de los instintos y pulsiones, en donde pasa de ser un estímulo a una estrategia genética es decir, energía.
Parte de la conduta de un menor esta formada y establecida por el instinto, la pulsión, el temperamento, el carácter y el comportamiento que son moduladores de la personalidad, que establecen los rasgos que determinan estos factores básicos y que pueden modificar el modus actuandi de este personaje. Estos elementos a su vez forman parte de un sistema epigenético que destaca la presencia de la naturaleza violenta del ser humano, es decir, nacemos malos y por consiguiente el ambiente de crecimiento modula esa maldad.
Baum Mathew (2011) establece que para que el ser humano se considere un sujeto impulsivo y violento deben existir rasgos genéticos y neuronales que pueden transformar la conducta agresiva en criminal, elementos que están originados en el cerebro humano en los famosos neurotransmisores que predisponen perturbaciones estructurales en ese cerebro ocasionando el comportamiento violento; siguiendo el elemento de la naturaleza violenta y el nacer malo, podemos establecer, tal cual lo menciona el determinismo genético, que el instinto animal proveniente de la primer línea evolutiva del ser humano forja la conducta violenta como respuesta a las necesidades básicas de supervivencia y sobrevivencia, sin embargo, pese a la influencia genética, el medio también afecta la existencia del fenotipo conductual violento. Los mecanismos que desencadenan este elemento conductual marcándolo como un comportamiento agresivo fuera de un contexto evolutivo y a su vez de índole social sin existir un control inhibitorio lo describen como conducta violenta más que instinto natural, determinando que intervienen múltiples factores tanto epigenéticos como ontogenéticos.
Entrando de lleno en el sistema neuronal relacionamos los trastornos enzimáticos en la cadena metabólica de neurotransmisores básicos que favorecen al modulado del comportamiento, durante la infancia esta cadena metabólica comienza a desarrollar la transmisión básica de noradrenalina, ácido aminobutírico (GABA) y el óxido nítrico monoamino-oxidasa (MAO) siendo este último el modulador esencial de la acción fisiológica y de neurotransmisión que permite no solo el estudio de la codificación proteica si no también las afectaciones cerebrales relevantes que pueden propiciar los cambios conductuales menores a graves. Este gen codifica la enzima monoamino-oxidasa A conocido como “Gen Guerrero”, esta mutación genética MAOA contiene un patrón criminal violento impulsivo, la enzima cataboliza dopamina, norepinefrina y serotonina en números duplos, es decir, un incremento transmisor mayor al promedio elemento que destaca a dos resoluciones; la inactividad o el incremento de la actividad cerebral, esta variable puede darse en dos presentaciones MAO-A-h y MAO-A-l en donde la variante h promueve la alta actividad cerebral mientras que la variante l al ser corta es promotora de baja actividad. Esto en resolución al estudio genético ocurrido en 1993 conocido como la respuesta selectiva enzimática de los Van Der Kriminals donde se establece por primera vez un análisis conductual y genético relacionado a los fenotipos de retardo mental limítrofe con tendencias a las conductas agresivas a criminales en ocho varones con la enzima MAOA, este análisis parte a su vez de un estudio relacionado al maltrato que está presente en los menores, pues en la infancia es donde existe mayor concentración de agresiones y conductas agresivas hacia los menores por parte de los familiares o personas cercanas a él, en esta implicación, podemos decir que a menor enzima mayor serotonina, es decir que esta alteración genética se ve nula cuando el genotipo no esta catalizando el aumento de los transmisores, cuando la serotonina esta elevada favorece el razonamiento cerebral, la cognición y los comportamientos tanto sociales como sexuales, hay una nivelación entre lo que pensamos y hacemos por el correcto traspaso de catalizadores y enzimas, cuando la serotonina se ve disminuida y la mutación MAOA elevada, el sistema límbico se ve alterado, es decir la composición estructural cerebral y funcional comienza a ser distinta en algunas áreas cerebrales, en este caso, en zonas de cognición y conductividad. Cuando el cerebro se ve afectado en la corteza prefrontal la determinación emotiva y juiciosa se ve limitada, no existe una respuesta sensorial en la zona debido a la mutación enzimática psicopática, en donde los impulsos emocionales se ven alterados por la falta de serotonina catalizada en el área, la enzima MAOA al anular la dosis de neurotransmisores provoca una respuesta de inhibición cerebral emotiva, es decir podemos saber lo que es el amor pero no sentirlo, picarnos el dedo con una aguja pero no percibir el dolor como el sufrimiento por la picadura, si no el impulso nervioso que este provoca como una respuesta inhibitoria al dolor.
Esta inhibición del dolor forma parte de los rasgos fundamentales psicopáticos que desencadena la presencia del Gen MAOA y a su vez de la inhibición del córtex prefrontal, clasificación establecida por el Dr. Robert Hare, en donde menciona que pese a la edad que presente el sujeto activo, debe tener la falta empática, la carencia de culpa, la manipulación, la afectividad frívola, la mentira como don, la capacidad verbal y el encanto superficial, en el menor podemos observar de mejor manera esta modificación conductual en el ámbito escolar, donde al estar en contacto con otros menores del mismo rango de edades, propicia la aparición de las primeras conductas agresivas; conductas que, en base al estudio de Melanie Klein, son el reflejo de vivencias o situaciones de trauma propiciadas por los padres, el niño alberga los impulsos violentos y agresivos contra los padres por lo que pueden hacerle de manera directa y después los proyecta en otras personas u objetos como una distorsión o imagen fantasiosa de la acción asocial adquirida, no indica que el menor no pueda sentir compasión, amor u emoción alguna, sin embargo esta emoción esta escondida, se ha suprimido como elemento intolerable mental y físicamente; a su vez, establece que el comportamiento característico de la persona criminal es un desconocimiento de la propia psicosis en donde no somos capaces de responsabilizar la emoción y la transformamos en debilidad.
Trabajar el cerebro en la etapa infantil puede favorece a la modificación epigenética del humano, en donde al determinar la existencia o la presencia de la mutación MAOA y la inhibición cerebral, se puede modificar el ambiente de control en el menor para evitar la comisión de conductas agresivas o violentas, dejando únicamente la disminución emocional como rasgo característico en el menor, no podrá ser en su totalidad afectivo pero la probabilidad de la comisión de una conducta violenta o criminal será notablemente disminuida.
Referencias bibliográficas.
Baum, Matthew L. (2011). The monoamineoxidaseA (MAOA) Genetic Presisposition to impulsive violence.Springer. p 1-20.
Caspi, A. et al. (2002). Role of genotype in the cycle of violence in maltreated children. P 851-854.
Dajas, Federico. (2010). El cerebro violento, sobre la psicobiología de la violencia, los comportamientos agresivos. Revista Psiquiátrica del Uruguay. P.22-37
Islas Angel, A. (2012). ¿Es la violencia un asunto de genes? Elementos 86. P.3-7
Organización Mundial de la Salud. (2002). Informe mundial sobre la violencia y la salud.
Lombroso C. (1876). L¨uomo dellinquente (El hombre delincuente). Maxtor.
Jaime, E. (2009). Inseguridad y Violencia. México: Evalúa
Citas
[1] Licenciada en Criminología, Criminalística y Técnicas Periciales por el Colegio Libre de Estudios Universitarios Campus Puebla, maestra en Perfilación Criminológica por esta misma institución. Pasante de la licenciatura en derecho por la Universidad Allende Language School y maestrante de la carrera en Educación.
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