Revista Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente

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RIDCA - Edición Nº4 - Derechos de las Mujeres e Igualdad de Géneros

María Laura Lastres - Dora A. Mayoral Villanueva. Directoras

20 de diciembre de 2023

Construyendo a la víctima perfecta

Autora. María Laura Lastres. Argentina

 

Por María Laura Lastres[1]

 

 

Resumen

 

El trabajo aborda la construcción desde los medios masivos de lo que se espera de una víctima de violencia de género, ¿quiénes pueden ser víctimas y quienes por sus actitudes “se lo buscaron”? ¿Cómo se aborda la noticia? ¿Cómo operan los prejuicios sobre pobreza? En general se sostiene que el racismo no existe en nuestro país ¿esta afirmación es real? ¿Es la educación que recibe la mayoría de las mujeres un condicionante para aspirar a una vida libre de violencias?

 

Palabras clave

Femicidio – víctimas – interseccionalidad – racismo

 

Abstract

This paper addresses the construction from the mass media of what is expected of a victim of gender violence, who can be victims and who, due to their attitudes, “asked for it”? How is the news addressed? How do prejudices about poverty operate? It is generally held that racism does not exist in our country. Is this statement real? Is the education that the majority of women receive a condition for aspiring to a life free of violence?

Key words

Femicide – victims – interseccionality – racism

 

Resumo

 

O trabalho aborda a construção a partir dos meios de comunicação de massa do que se espera de uma vítima de violência de gênero, quem pode ser vítima e quem, pelas suas atitudes, “pediu por isso”? Como as notícias são abordadas? Como funcionam os preconceitos sobre a pobreza? É geralmente aceite que o racismo não existe no nosso país. Esta afirmação é real? Será a educação que a maioria das mulheres recebe uma condição para aspirar a uma vida livre de violência?

 

Palavras chave

Femicidio – vítima – interseccionalidade – racismo

 

 

Ese hombre de ahí dice que las mujeres necesitan ayuda para

 subir a las carrozas y para sortear las zanjas, y para que tengan

 los mejores sitios en todas partes. Nunca nadie me ha ayudado a

 subir a las carrozas o a saltar un charco de barro,

o me ha ofrecido el mejor sitio. ¿Acaso no soy una mujer?

 ¡Mírenme! ¡Miren mi brazo! He arado y cultivado, y he recolectado

todo en el granero, y nunca ningún hombre lo ha hecho mejor que yo!

 ¿Y acaso no soy una mujer?

Podría trabajar tanto y comer tanto como un hombre, cuando puedo

 conseguir comida, ¡y también soportar los latigazos!

¿Y acaso no soy una mujer?

 Tuve trece hijos y vi cómo todos ellos fueron vendidos

 como esclavos y cuando chillé junto al dolor de mi madre,

 ¡nadie, excepto Jesús, me escuchó!

¿Acaso no soy una mujer?

 

Sojourner Truth – Convención de los Derechos de la Mujer en Akron, Ohio

(1871)[2]

Introducción

 

Casi a diario nos encontramos con noticias vinculadas a femicidios e intentos de femicidios, en un país que, a pesar de tener legislación de avanzada en la temática, no logra revertir la cantidad de muertes de mujeres y diversidades a manos de la violencia machista.

También a diario vemos en los medios masivos de comunicación la difusión periodística de hechos de inseguridad. En ambos casos, los sujetos de observación parecen claramente perfilados, mientras las víctimas de femicidio (que llegan a los medios mainstream) son de clase media o media/alta, con historias de vida vinculadas a la búsqueda de la independencia, por salir de la violencia con diversas estrategias o con integrantes de grupos familiares y redes de contención que pueden hacer la presión necesaria para que la noticia no sea solo “flor de un día”.

Pero ¿Qué sucede con las mujeres que no cuentan con redes de contención o familias que pueden llegar a ser escuchadas, con esas mujeres con derechos históricamente vulnerados, por pertenecer a grupos al parecer poco interesantes para la discusión social de sus condiciones de vida y del acceso a la justicia? ¿Qué pasa con aquellas que no han seguido al pie de la letra como ser una mujer impoluta y sin nada que se pueda reclamar?  Y la gran pregunta que motiva mi trabajo ¿Quién es la mujer víctima de violencia que puede ser la víctima ideal? ¿Es blanca? Entonces, ¿qué es ser blanca en los términos de “tradicionales” en nuestro país? ¿Son estas mujeres “no blancas” sujetas de interés para los feminismos? Y finalmente, ¿por qué hay casos de mujeres asesinadas que convocan movilizaciones y otras que no mueven el amperímetro?

Para intentar encontrar una respuesta, echaré mano al concepto de interseccionalidad, analizaré la construcción de la noticia en torno a diversos casos de femicidios que tuvieron como protagonistas a mujeres de nuestro país, con recorridos vitales diferentes, con historias diversas y con suerte muy distinta en cuanto al logro de justicia por sus muertes.

¿Qué es la interseccionalidad y cómo la analizaré?

W.E.Dubois decía en 1903 “Es duro ser un hombre pobre, pero ser una raza pobre en el país de los dólares es la peor de las pruebas” (Viveros Vigoya, 2016, p. 3), sin dudas es claro que la realidad de cada una de nosotras nos marca, tanto que no podremos nunca ponernos en el lugar de otra que no tiene garantizada la comida para ella y su prole, que no sabe si la próxima lluvia destrozará su techo o sí, cuando quiera salir por la noche, podrá volver de una pieza, si el goce le está permitido o si deberá pagar con su vida por atreverse al goce.

El concepto de interseccionalidad creado por Kimberlé Crenshaw en 1989 si bien hacía referencia a las múltiples dimensiones de opresión experimentadas por mujeres negras, puede ser perfectamente aplicado a las múltiples dimensiones de opresión de toda aquella mujer que no cumpla con los “requisitos” para ser sujeto hegemónico del feminismo, aún cuando su autora sostiene que no fue su intención crear una teoría general de la opresión.

Para algunas teóricas va a ser el feminismo negro el que dará un giro teórico político en el feminismo estadounidense porque va a exigir la inclusión de las experiencias de género, raza y clase en mujeres no blancas, van a cuestionar el postulado de Simone de Beauvoir de que “no se nace mujer, sino que se llega a serlo” que aún cuando busca desnaturalizar la caracterización de las mujeres como débiles y frágiles, no incluye en este grupo a las mujeres negras.

Será Patricia Hill Collins (Viveros Vigoya, 2016, p. 5) la que dirá que cuando la articulación de las opresiones hace referencia a las estructuras de la desigualdad, hablaremos de interseccionalidad, pero cuando se refiere a fenómenos macrosociales relacionados con los sistemas de poder en la producción y mantenimiento de las desigualdades, tendremos que hablar de “interlocking systems of opression”.

Para Nina Lykke la noción de interseccionalidad no debe ser construida como una caja negra en la que todo cabe, sino “un lugar discursivo donde diferentes posiciones feministas se encuentran en diálogo crítico o de conflicto productivo”. (Lykke, 2011, p. 208)

Dahlia De La Cerda  nos dirá que “desde que somos muy pequeñas, de hecho hay teóricas feministas que afirman que desde que el médico dice «es una niña», las mujeres (de ciertos contextos) somos adoctrinadas con toda una serie de estereotipos acartonados y expectativas de lo que debe ser una mujercita. Libros recientes como Valientes e imperfectas y Rabia somos todas abordan el tema de cómo la socialización «femenina» del ser recataditamesuraditaperfectalimpia princesa dulce afecta en el desarrollo psicosocial. Y cómo las mujeres que se salen del molde de la dulce princesa son patologizadas o llamadas mandonasiracundastiranas y malas.” o bien malas víctimas. (De la Cerda, 2020, p. 66)

La vinculación histórica del feminismo con el racismo ha asumido también formas «más sutiles». Incluso cuando no han sido explícita o intencionalmente racistas, feministas liberales y radicales por igual han definido «sexismo» y «cuestiones de género» de una manera que universaliza erróneamente la situación de las mujeres blancas, de clase media.

Para Cinzia Arruzza “La verdad es que el racismo, el imperialismo y el etnonacionalismo son contrafuertes esenciales de la misoginia generalizada y del control sobre los cuerpos de todas las mujeres. Puesto que su acción nos perjudica a todas, todas debemos luchar contra ellos con uñas y dientes. Pero las proclamaciones abstractas de sororidad global son contraproducentes. Al tratar lo que realmente es el objetivo de un proceso político como si ya estuviera dado desde el comienzo, transmiten una falsa impresión de uniformidad. La realidad es que, aunque todas sufrimos opresión misógina en la sociedad capitalista, nuestra opresión asume formas diferentes. Los vínculos entre esas formas de opresión, no siempre inmediatamente visibles, deben traducirse políticamente, es decir, mediante esfuerzos conscientes que construyan solidaridad. Solo de esta manera, luchando de acuerdo con y a través de nuestra diversidad, podemos lograr el poder conjunto que necesitamos, si es verdad que esperamos transformar la sociedad.” (Arruzza, 2019 ,p.43)

Pero ¿Qué expresión tiene el racismo en nuestro país? El Colectivo Identidad Marrón nos va a contar que en nuestro país el racismo estructural recae en quienes son descendientes de los pueblos originarios, leemos a Flora Alvarado[3] quien se pregunta “¿Qué color y características tienen quienes viven en las periferias, las márgenes, las villas? ¿Qué color tienen en las cárceles? El racismo estructural está en nuestro país desde sus comienzos: se puede ver a través de las campañas militares como la mal denominada ‘Campaña del desierto’. Desde un inicio fue instaurado culturalmente el imaginario de la otredad que aún hoy está presente en las personas marronas indígenas. Libros como Civilización y barbarie de Sarmiento, o cuadros emblemáticos del arte argentino como ‘La vuelta del malón’, de Mauricio Rugendas, son representaciones culturales que evidencian esto”.

Actualmente, lo marrón está ubicado en el Conurbano, en los barrios y las villas de todo el país y mezcla sin ton ni son a personas que tienen como característica particular no tener la piel blanca (en los términos de lo exigible para quienes se reconocen europeos bajados de los barcos), pero también a las personas migrantes de países vecinos, pertenecientes a pueblos originarios o directamente “pobres”..

 

Ellas y sus historias 

No puedo dejar de pensar en algunas historias de femicidios de mujeres jóvenes que se produjeron en nuestra historia reciente y que provocaron días y días de cobertura periodística y cierta repercusión de parte de la justicia de nuestro país:

Ángeles Rawson 15 años, vivía en Palermo con su familia, iba a la escuela en la zona, quienes la conocieron la describieron como una adolescente llena de proyectos, amaba el cosplay y tenía muchas amigas y amigos, así como actividades sociales. Desapareció de la cuadra de su casa y fue hallada, descartada en un sitio destinado a la gestión de residuos. Luego se demostraría en juicio que su asesino, Jorge Mangieri, el encargado del edificio, había querido abusar de ella cuando la adolescente ingresó al edificio donde vivía y ante la resistencia de Ángeles, el femicida la sofocó hasta matarla, disponiendo su cuerpo dentro de una bolsa de basura y descartándola en un contenedor de la cuadra. Esto ocurrió el 10 de junio de 2013. La madre de Ángeles se constituyó en una de las referentes de las madres de hijas asesinadas por la violencia machista.

Me voy a tomar la licencia de incluir en esta lista a Lola Chomnalez, 14 años, pasaba las vacaciones con su madrina y la familia de ella en Barra de Valizas, Uruguay donde fue asesinada. El 28 de diciembre de 2014 fue asesinada en la playa cercana a donde se alojaba, pero recién en 2022 se procesó a su asesino. Vivía en Belgrano, su familia era muy conocida en la gastronomía y el comercio de alhajas. Su cuerpo fue encontrado dos días después semienterrada en la playa. Leonardo David Sena de 29 años fue detenido 8 años después, acusado de haberla asesinado. Lola, como ángeles, era una joven llena de proyectos, de hecho tenía planeado un viaje a NY para su cumpleaños número 15.La familia de Lola, si bien no tuvo gran presencia en los medios, logró que luego de 9 años se diera una sentencia.

Melina Romero, tenía 17 años, vivía en Tres de Febrero, Provincia de Buenos Aires, no estudiaba, ni trabajaba pero amaba salir por las noches para ir a bailar con amigos. Salió a festejar su cumpleaños en agosto de 2014 y nunca más fue encontrada con vida. Recién un mes después fue encontrada en una bolsa de basura, descartada en un arroyo cercano al CEAMSE en José León Suárez, Provincia de Buenos Aires. Los medios que cubrieron su femicidio hacían alusión, no ya a sus sueños y proyectos, sino a su vida sin rumbo, que era hija de padres separados, que pasaba mucho tiempo en la calle. Por su femicidio hay un varón, Joel Fernández, condenado por femicidio preterintencional a la pena de 13 años. La madre de Melina era una persona con muchos problemas de salud, que apenas podía trabajar, el padre había abandonado a sus hijos e hija hacía mucho tiempo. Aún no sabemos quién mató a Melina.

Chiara Páez, tenía 14 años, vivía en Rufino, Santa Fe, junto a sus padres. Estaba de novia y al momento de su muerte, a manos de su novio y con la complicidad de la familia de éste, estaba cursando un embarazo de 3 meses de gestación. Tanto su novio como su familia no querían que el embarazo continuara y ante la negativa de la joven, Manuel Mansilla la mató y la enterró en el patio de su propia casa. Fue condenado a 21 años y 6 meses, pero recientemente su pena fue reducida a 15 años en la revisión de la sentencia. Los padres de Chiara lucharon con las herramientas que tuvieron para lograr una condena.

Lucía Pérez, tenía 16 años, vivía en Mar del Plata, iba a la escuela y saliendo de allí, se encontró con dos adultos que comercializaban droga, se acercó a ellos para comprar y se fue con estos sujetos. Horas más tarde, fue dejaba en la guardia de una salita de emergencias de la ciudad ya sin vida. Matías Farías y Juan Pablo Offidani la asesinaron en octubre de 2016, primero le suministraron drogas, luego Farías tuvo relaciones sexuales con ella y ante su descompensación y posterior muerte, abandonaron su cuerpo. Un primer juicio oral y público llevado adelante por un tribunal de varones, entendió que ningún asesino compraría para su víctima “una Cyndor y facturas” y los condenaron por los delitos vinculados a los estupefacientes. Este año, un nuevo juicio, nuevamente de varones, condenó a Farías a prisión perpetua y a Offidani a 15 años por considerarlo partícipe necesario. Los padres de Lucía lucharon incansablemente para pedir justicia.

¿Qué diferenciaba a estas adolescentes y porque el tratamiento de sus terribles femicidios fue tan diferente? ¿Por qué ante la justicia sus casos tuvieron distinto trámite? ¿Por qué fueron analizadas sus historias de manera distinta (y discriminatoria)?

En el caso de las dos primeras la mirada de las coberturas sensacionalistas se centró en sus familias y su círculo de pertenencia, familias presentes (aún cuando una de ellas era una familia ensamblada), jóvenes que asistían a la escuela y tenían actividades sociales dentro de un círculo “respetable”. A ambas se las definió como ángeles, llenas de proyectos, con muchos sueños por cumplir, truncados por la violencia machista.

Pero en el caso de Melina Romero se la cuestionó por sus hábitos, por la casa donde vivía, por haber abandonado la escuela, por ser “fanática de los boliches” y no tener control de sus padres, por los dichos de sus hermanos, por salir sola por las noches y rodearse de varones, básicamente por ser pobre, sin proyectos “deseables”, casi una descastada.

Chiara y Lucía tenían unas familias que las amaban y lucharon hasta conseguir justicia, estuvieron presentes siempre en la vida de estas jóvenes. Ambas estudiaban, tenían actividades sociales “normales” para chicas de su edad. A Lucía, sin embargo, se le objetó el consumo de drogas y ese hecho sirvió también como justificativo para constituirla como una joven independiente que sabía lo que quería y que, con su consumo, de alguna forma, buscó y encontró su destino. A Chiara algunos pocos le reprocharon su embarazo, era muy chica, una niña casi, pero los comentarios no pasaron a mayores.

Ángeles y Lola vivían en la Ciudad de Buenos Aires, Chiara en Santa Fe y Lucía en Mar del Plata, sus familias estaban unidas, aun cuando en el caso de Rawson, sus padres estuvieran divorciados y su madre tuviera una nueva pareja. En el abordaje del caso de Melina no se pasó por alto que su madre trabajaba poco por sus problemas de salud, vivían en una vivienda precaria, el padre había abandonado a sus hijxs y éstos estaban sin control.

Todas llenaron, en su momento, tapas de revistas y diarios, sus imágenes con risas plenas, momentos de disfrute se reprodujeron hasta el infinito, después de todo eran jóvenes, pero … a Melina la marcaron desde los títulos periodísticos, no era un ángel con muchos proyectos (al menos conocidos) que quedaron truncos en manos del asesino machista construido dentro del patriarcado. A Melina no tuvo la misma suerte, a ella se le reprochó que no tuviera más sueños que bailar y rodearse de varones por las noches.

Ángeles fue asesinada por Jorge Mangeri, quien fue condenado a prisión perpetua. El caso de Lola, ocurrido en Uruguay, recién este año se acercó un poco más a la justicia, su presunto asesino fue detenido y está en camino a ser juzgado. Chiara y Lucía tienen a sus asesinos condenados. Pero Melina no tuvo tanta suerte, aún no se sabe quién(es) fue(ron) su(s) asesino(s), sólo un joven fue condenado como partícipe necesario.

Ya casi nadie recuerda que Melina fue una de aquellas mujeres descartadas en bolsas de basura, al lado de cursos de agua o bien al costado de las rutas. ¿Habrá justicia para Melina? Una joven pobre, de piel morena, que no estudiaba ni trabajaba, pero gustaba de salir a bailar (fanática le dijeron algunos/as)?

Recordemos que antes del asesinato de Ángeles, en 2012 nuestro país registró 255 femicidios[4], el año en que la asesinaron (2013) se alcanzó la cifra de 295 femicidios, en 2014, año en que asesinaron a Lola y a Melina, fueron 225 femicidios[5]. En 2015, cuando mataron a Chiara, subieron a 235 femicidios[6] y en 2016, año en que asesinaron a Lucía alcanzaron la cifra de 290 femicidios[7].

 

¿Y qué pasó en las calles?

El femicidio de Chiara Páez (11/4/2015) generó una nueva fecha de protesta y movilización a nivel nacional, a partir de ese momento, todos los 3 de junio, se sale a las calles a demostrar que ya no podemos aceptar más víctimas de la violencia machista, #NiUnaMenos.

Y en 2016 la violencia machista nos sacó a las mujeres a la calle por el brutal femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata y que generó el 1º Paro de Mujeres, con la concurrencia de miles y miles de mujeres vestidas de negro que recorrieron las calles bajo un diluvio torrencial para advertir que, si no éramos importantes, pues que prescindieran de nosotras.

En la “Memoria feminista para las fanáticas de los boliches” publicada por LatFem[8], sus autoras, Romina Zanelatto y Agustina Frontera sostienen que “Las mujeres, chicas, lesbianas y trans que desaparecen, mueren, son violadas, acosadas, en contextos de nocturnidad, de diversión, de goce, de placer, de ocio, reciben un trato estigmatizador por parte de los medios de comunicación, agentes determinantes de la circulación de sentido de nuestras sociedades latinoamericanas.” Entonces, el mensaje que se intenta difundir es que más vale que la muerte violenta no te encuentre gozando, porque no solo no te lo vamos a perdonar, sino que vamos a destrozar tu vida de pedacitos, hasta encontrar la mugre oculta o a inventarla para justificar tu final.

Nuestra sociedad no ha variado en cuanto a las personas a quienes deja afuera, a los márgenes de los derechos. Se sigue pensando en las personas que no cumplen con determinados estándares como el otro, el peligroso, el vago, el que te va a quitar el trabajo, el que te va a robar, el que se queda con tu lugar en el hospital, el que vive de los planes o bien la joven que en lugar de estudiar o trabajar, sale por las noches a los boliches y se rodea de varones.

 

Conclusión

Es desesperante entender que vivimos en una sociedad que hace una selección dentro del conjunto de víctimas de violencia machista, que toma en cuenta si había denunciado, si era “una buena mujer”, si tenía malas costumbre, dónde vivía y con quién, su color de piel, si estudiaba y/o trabajaba, etc. Pero más duele ver como algunas mujeres asesinadas son levantadas como banderas por sectores de feminismos, mientras que otros crímenes son dejados de lado.

Como feministas no podemos permitir que esto continúe, mientras termino este trabajo no puedo dejar de tener presente que al día de hoy más de 250 mujeres, hombre y niños/as han sido asesinados por la violencia machista, que 15 de ellas habían hecho denuncia y 10 contaban como medidas de protección que no funcionaron. Recordemos sus nombres, sus historias, sus fotos y tengamos presentes que cada una de ellas vio su vida cegada por un varón que, educado en una sociedad patriarcal, no pudo aprehender que las mujeres no somos propiedad de nadie.

 

Bibliografía

 

Arruzza, Cinzia; Bhattacharya, Tithi y Fraser, Nancy – Manifiesto de un feminismo para el 99% © 2019, Herder Editorial, S. L., Barcelona

Collins, Patricia (2000) Black Feminist Thought: Knowledge, Consciousness and the Politics of Empowerment en Viveros Vigoya, Mara – La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación – Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia 18/4/2016

De la Cerda, Dahlia – Feminismo sin cuarto propio en Tsunami 2, edición y prólogo de Gabriela Jáuregui editado por Sexto Piso y Universidad Autónoma Metropolitana (2020)

Du Bois, 2004/1903, pág. 16 citado en Viveros Vigoya, Mara – La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación – Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia 18/4/2016

Lykke, N. (2011) Interseccional analysis: Black box or Useful Critical Feminist thinking technology? citado por , pág. 208 en Viveros Vigoya, Mara – La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación – Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia 18/4/2016

 

 Citas

 



[1] Abogada. Consejo de la Magistratura – UNTREF. Directora Instituto de Derechos de las Mujeres e Igualdad de Géneros de AIDCA.

[2] Traducción del inglés al español: Alejandro de los Santos Pérez https://cidafucm.es/el-discurso-fundador-del-feminismo-negro-acaso-no-soy-una-mujer-de-sojourner-truth-por-afribuku

[3] https://www.pagina12.com.ar/285557-identidad-marron-la-denuncia-del-racismo-estructural-desde-e

[4] https://www.clarin.com/genero/mujeres-asesinadas-violencia-genero_0_rkGVm6YDXg.html

[5] https://www.csjn.gov.ar/omrecopilacion/docs/informeFemicidios2014.pdf

[6] https://om.csjn.gov.ar/consultaTalleresWeb/public/documentoConsulta/verDocumentoById?idDocumento=166

[7] https://om.csjn.gov.ar/consultaTalleresWeb/public/documentoConsulta/verDocumentoById?idDocumento=167

[8] https://latfem.org/memoria-feminista-para-las-fanaticas-de-los-boliches/

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