Revista Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente

Revista Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente
RIDCA - Edición Nº3 - Derecho Animal

Laura C. Velasco. Directora

15 de julio de 2023

La violencia hacia los animales no humanos y su relación con el Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP).

Autora. Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana. México

Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana[1]

 

“Quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona”. Arthur Schopenhauer.

Ted Bundy, ejecutado en 1989, de niño cometía actos de maltrato animal influido por su padre y su abuelo. En su caso, el consumo de pornografía violenta desde muy temprana edad también era un factor relevante.

Thomas Lee Dillon era conocido por sus vecinos y colegas por haber apuñalado, aplastado y disparado a 1,000 gatos y perros.

Alberto De Salvo, el “estrangulador de Boston”, le disparaba flechas a gatos y perros que atrapaba en jaulas colocadas en su jardín.

Jeffrey Dahmer conservaba los huesos de ardillas, perros, gatos, marmotas y mapaches dentro de jarras de pepinillos llenas de formaldehído. Buscaba animales muertos y tenía un pequeño cementerio. Un amigo de su escuela contó que Dahmer también coleccionaba animales pequeños disecados, y que, al preguntarle acerca de la taxidermia, Dahmer le dijo: “siempre quise hacerle eso a un humano” (Johnson, B., & Becker, J; 1997).

Son múltiples los estudios que asocian la conducta antisocial con la violencia hacia los animales no humanos. Aunque en varios casos pude existir un nexo, sobre todo en personas con sociopatía y sus animales, a quienes tratan mejor que a las personas, por lo general, la violencia hacia los animales se relaciona directamente con futuras acciones de violencia hacia seres humanos. Dentro del ámbito de la peligrosidad criminal, la crueldad con animales en prisioneros como predictor de comportamiento violento se estudia desde hace casi 100 años. Uno de los estudios más conocidos es el que elaboró el FBI estudiando asesinos en serie, según el cual un 46% de estos maltrataba y violentaba animales no humanos, durante la adolescencia. Al respecto, es significativo en estudio realizado en Cataluña por los doctores Ángel Cuquerella (médico forense), Núria Querol (médico de familia del CAP de Valldoreix), Mercè Subirana (médico forense) y Frank Ascione (psicólogo y uno de los mayores expertos mundiales en maltrato a los animales), el cual, se presentó en el Congreso de la American Society of Criminology en San Francisco en noviembre del 2010.

En dicho estudio, se contempló una muestra de 50 sujetos, de los cuales casi el 24% estaban acusados / condenados por delitos graves (violentos) o en fase de cumplimiento de sentencia por homicidio, asesinato o asesinato en grado de tentativa, y el 6% por violación (en cuatro casos, de 5 a 23 víctimas por agresor). A ellos se les aplicaron diversos cuestionarios para evaluar el maltrato a los animales, y la PCL.SV para evaluar rasgos psicopáticos de personalidad y conductas antisociales. Se obtuvo tras analizarlos, lo que se conoce como la tríada de Mc Donald, que incluye tres factores asociados con el Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP): enuresis, piromanía y crueldad con animales no humanos (CIE-10). Esta tríada se obtuvo en un 23,5% de la submuestra, con tríada incompleta (uno / dos ítems) en un 65%. Si se considera sólo la crueldad hacia los animales como elemento aislado, se encontró en un 41,7% de la muestra. Otra tríada pronóstica, es el traumatismo craneal, paranoidisme y los abusos sexuales, psíquicos y físicos aparecía completa en un 41% de la muestra, y era incompleta en un 70,6% (Pincus, 2002 en Martínez, T. 2015). Otros factores predictivos de la violencia futura, son también la falta de empatía, una lesión cerebral, trastorno de control de los impulsos y/o retraso de la maduración esfinteriana (APA, 1995). La violencia hacia los animales no humanos, es muchas veces el primer paso para que se generen otros tipos de violencia, tales como la violencia doméstica conyugal, contra las personas mayores, las niñas, niños y adolescentes, y demás grupos vulnerables y vulnerados (Beirne, P. 2004).  

            Para entender mejor este fenómeno, es valioso definir el concepto de normalidad, del cual se salen las personas con Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP). Para Schneider (1923), la normalidad, es el parámetro más fidedigno para evaluar los patrones conductuales de una población, criterio estadístico, sin importar si está o no, dentro de en un patrón ideal, conocido como criterio normativo. Existen individuos que responden al patrón general, que constituyen la parte masiva, pero hay otras personas que tienen tipos de conductas distintas y son considerados, sólo en este sentido, anormales. Schneider, rechaza, cuando conceptualiza las personalidades psicopáticas, el tema de la enfermedad. Según él, estas personas no son enfermas, sino que son anormales en el sentido estadístico del término. Son aquellas que se destacan, por su forma conductual, del resto de las personas. En los extremos de la curva estadística de Gauss, decía Schneider, pueden ubicarse personas que conductualmente son distintas del grueso de la población. Están los que son socialmente aceptados y se destacan por algunas características (genios, artistas, etcétera) y no son desde el punto de vista social «negativos». Y otros que sí lo son, los llamados asociales. La psicopatía ha recibido distintos nombres a lo largo de la historia, siendo el primer autor en identificarlo Phillipe Pinel (1801-1862) como “manía sin delirio” para referirse a personas cuyas respuestas emocionales eran inusuales y presentaban furias impulsivas, permaneciendo intacta su capacidad de razonamiento. Otros nombres han sido “insania moral”, “egopatía”, “sociopatía” y “psicopatía” (Barlow y Durand, 2003). Algunas diferencias entre psicópatas y sociópatas son que, por ejemplo, el psicópata es frío y calculador, el sociópata es impulsivo y suele actuar dejándose llevar por sus emociones y sin pensar en las consecuencias de sus actos. Un psicópata, en cambio, nunca deja que sus emociones lo controlen. Esto se debe a que, su rango emocional es muy limitado (Echeburúa, E. 1996).

Para Mora, F. (2004) los sociópatas se diferencian de los psicópatas en algunas características psicológicas y conductuales, a pesar de que ambos manifiesten una clara inadaptación social y agresividad, pero esta última, en el caso de la sociopatía, es reactiva a una situación mientras la agresión y violencia sin motivo aparente, dirigida a conseguir un objetivo concreto, caracteriza a la psicopatía. Hare, R. (2007) afirma que la psicopatía es un trastorno de la personalidad definido por una serie de conductas y rasgos característicos que socialmente no se consideran positivos. La psicopatía es definida por un conjunto de rasgos de personalidad y conductas socialmente desviadas, mientras que el trastorno de la personalidad antisocial se refiere fundamentalmente a un grupo de conductas delictivas y antisociales, en las que muchos delincuentes no psicópatas podrían incluirse. De acuerdo con Cuquerella A, et. al. (2002), la relación entre psicopatía y trastorno antisocial de la personalidad podría considerarse como asimétrica, ya que, prácticamente el noventa por ciento de los delincuentes psicópatas cumplen los criterios del trastorno antisocial de la personalidad, pero sólo el veinticinco por ciento de éstos podría diagnosticarse de psicopatía según la Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R). En conclusión, existen múltiples focos rojos observables desde la infancia y adolescencia, relacionadas con la violencia hacia los animales no humanos, que pueden desembocar en conductas violentas posteriores en mayor escala (Arluke, A.et al, 1999). Considerarlo y legislar al respecto, podría significar la prevención del delito a gran escala, contemplando que la violencia hacia los animales no humanos, ya es un delito en sí mismo, que se encuentra tipificado en diversos Códigos Penales de múltiples países. Aunque aún falta mucho por hacer, se ha avanzado en materia, y no debe quitarse el dedo del renglón. 

Referencias

Active Shooter Incidents in the United States in 2021, Federal Bureau of Investigation, U.S. Department of Justice, Washington, D.C., and the Advanced Law Enforcement Rapid Response Training (ALERRT) Center at Texas State University, published 2022.

APA (Asociación de Psiquiatría Americana) (1995). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV). Barcelona: Masson.

Arluke, A., Levin, J., Luke, C., & Ascione, F. (1999). The Relationship of Animal Abuse to Violence and Other Forms of Antisocial Behavior. Journal of Interpersonal Violence, 14(9), 963– 975. Consultado el 1 de enero de 2023 en: https://doi.org/10.1177/088626099014009004

Beirne, P. (2004). From Animal abuse to interhuman violence. A critical review of the progression thesis. Society & Animals ,12 (1), 39 – 65. Referencias

Beirne, P. (2009). Confronting animal abuse: Law, criminology, and human animal relationships. Lanham, Md: Rowman & Littlefield.

Cuquerella A, Subirana M, Planchat LM, Orós M, Mohíno, S. (2002). Evaluación forense de la psicopatía-Trastorno Antisocial de Personalidad mediante la Psychopathy Checklist Screening Version. Peligrosidad del psicópata: pronóstico. Perfiles criminales en el escenario el crimen. Conferencia pronunciada en el Centro de Estudios Judiciales de la Administración de Justicia, dentro del Programa de formación para médicos forenses del Ministerio de Justicia. Madrid.

Echeburúa, E. (1996). Personalidades violentas. Madrid: Pirámide.

Hare, R. D. (2007). Psychological instruments in the assessment of psychopathy. In A. Felthous, & H. Sass (Eds.), The International Handbook of Psychopathic Disorders and the Law: Diagnosis and Treatment, Volume I (pp. 41–67). New York: Wiley.

Mora, F. (2004). ¿Cómo Funciona el Cerebro? Madrid: Alianza Ensayo.

Johnson, B., & Becker, J. (1997). Natural born killers: The development of the sexually sadistic serial killer. Journal of the American Academy of Psychiatry and the Law Online, 25 (3), 335 – 348.

Marietán, H. (2012). Psicópatas. Alcmeon. Revista Argentina de Clínica Neuropsiquiátrica, vol. 17, Nº 4, septiembre. Págs. 375 a 383.

Martínez, T. (2015). Psicopatía, violencia y trayectoria delictiva: análisis de su interacción en muestras penitenciarias. Tesis Doctoral. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Psicología.

Organización Mundial de la Salud (1993). Clasificación Internacional de las Enfermedades: Trastornos Mentales y del Comportamiento (CIE-10). Madrid: Meditor.

 

[1] Licenciada, Maestra y Perito en Psicología con registro en el Poder Judicial en México (UADY/ENSY). Doctorante en Ciencias de la Educación (Universidad Anáhuac), estudiante de la Licenciatura en Derecho (UNAM). Egresada de Robótica Avanzada y Programación (ARACT/DEVF).

Buscar

Edición

Número 3

15 de julio de 2023

Número 2

20 de diciembre de 2022

Número 1

15 de junio de 2022

Portada

¿Te interesa recomendar la Revista Iberoamericana de Derecho, Cultura y Ambiente de AIDCA?

REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO, CULTURA Y AMBIENTE
ASOCIACIÓN IBEROAMERICANA DE DERECHO, CULTURA Y AMBIENTE – AIDCA
Dirección: Paraná 264, Piso 2º, Oficinas 17 y 18. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina
Código Postal:C1017AAF
Teléfono: (5411) 60641160
E-mail: info@aidca.org
Website: www.aidca.org